Por Vern Poythress
Dios nos promete "un nuevo cielo y una nueva tierra" (Apocalipsis 21:1). Algunas
personas rápidamente concluyen que Dios simplemente va a tirar toda la creación
a la basura, por así decirlo, y empezar de nuevo, desde el principio. Pero eso no es cierto. Nosotros
mismos somos parte de la creación. Y si
confiamos en Jesús, sabemos que ciertamente no vamos a ir a parar a la basura.
En Romanos 8: 18-25 Dios nos muestra qué es lo que debemos
pensar sobre nuestro futuro.
Nosotros que pertenecemos a Cristo somos "hijos de
Dios" (v. 14, 15, 19). El Espíritu de
Cristo habita en nosotros, garantizando nuestra redención final (v. 23).
Incluso ahora tenemos la vida eterna (v 6, 10, Juan
5.24), pero también esperamos la llegada completa de la vida y la paz en el
futuro: "nosotros mismos, que
tenemos los primeros frutos del Espíritu, gemimos internamente, esperando con ansias
nuestra adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo "(Romanos
8.23).
Nuestro objetivo es definido por Cristo. Dios "[nos] predestinó para ser conformes a la imagen de su Hijo, a fin de que él sea el primogénito entre muchos hermanos." (V.29). Cristo es "el primogénito entre muchos hermanos", no solamente porque su resurrección es cronológicamente la primera, y no sólo porque es mayor que nosotros, sino porque su resurrección es el patrón, o modelo, que nosotros imitamos y al que nos conformamos. Él es nuestro representante, no sólo porque pagó por nuestros pecados, sino porque lleva la plena imagen a la cual nos unimos y en la cual somos transformados. "Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio de su Espíritu, que habita en vosotros" (v.11). "Así como tuvimos la imagen del hombre terrenal [Adán], tendremos también la imagen del hombre celestial [Jesús en su cuerpo resucitado]" (1 Corintios 15.49). "Todos nosotros, que a cara descubierta contemplamos la gloria del Señor, según su imagen estamos siendo transformados en gloria cada vez mayor" (2 Corintios 3.18).
Dios tiene un plan para la Creación como un todo, no
sólo para la humanidad.
"... la misma
naturaleza creada será liberada de la esclavitud de la decadencia en que se
encuentra, recibiendo la gloriosa libertad de los hijos de Dios."
Algunas personas creen que "naturaleza" aquí sólo se refiere a la de
los hombres. Pero el mismo verso hace diferencia
entre "naturaleza" por un lado y "los hijos de Dios" por el
otro. Este contraste es explícito en el verso
23: "Y no sólo ella [la naturaleza],
sino nosotros mismos... gemimos interiormente". El contraste indica que "la naturaleza" incluye
animales, plantas y cosas inanimadas, no sólo los seres humanos.
Esta creación
"fue sometida a vanidad, no por su propia elección, sino por la voluntad
de aquel que la sujetó" (Romanos 8.20). La vanidad
entró en el mundo a causa de la Caída de Adán, porque la Caída dio lugar a los
efectos en el mundo que estaba bajo el dominio de Adán - espinas y malas
hierbas, gran dolor en el parto, con el sudor en la frente (Génesis 3: 16-19).
La creación como un todo, no sólo Adán, "fue sometida a vanidad".
Como resultado de la caída, los seres humanos
descendientes de Adán sufren por el pecado y la muerte, se dañan unos a otros
en sus pecados y sufrimientos. Pero la maldición
que Dios pronuncia a causa de la Caída de Adán también genera grandes cambios
en la Creación. Algunos hablan de mosquitos,
gusanos, enfermedades y todos los animales que las trasmiten, enfermedades que
tanto afectan a los seres humanos. ¿Quién no
puede mencionar las muchas maneras en que la Creación ha sido afectada a causa
de la Caída?
Por otro lado, la redención de Cristo trae remedio y
reparación al desastre de la Caída.
Por encima de todo, Cristo trae remedio al pecado, como
en Romanos 3.21-26 y el resto de Romanos 8 indican. Pero su triunfo también liberará a la creación de la
"vanidad", es decir, de los efectos de la maldición. La Creación era originalmente buena, y la maldición sólo le
fue impuesta más tarde, con la Caída. Así, hay
base legítima para creer que Dios va a extirpar la vanidad sin, al hacerlo,
destruir la buena Creación. Y eso es lo que
Romanos 8.21 promete: "la propia
naturaleza creada será liberada de la esclavitud de la decadencia en que se
encuentra, recibiendo la gloriosa libertad de los hijos de Dios”.
¡Qué maravillosa esperanza tenemos! Note el
contraste entre la esperanza bíblica por un lado, y la cosmovisión naturalista
evolucionista por el otro. El materialismo dice
que todo el mal y sufrimiento que hay hoy en el mundo siempre ha existido, por
lo menos desde el principio. "¡Nunca hubo
nada como la caída!", dicen ellos. Que
todas las cosas continúan como siempre han existido (2 Pedro 3:4). Que nunca hubo una separación radical que terminó con una creación
originalmente buena. Pero eso significa que el
mal y el sufrimiento son inherentes a la naturaleza de las cosas, por lo tanto
no hay esperanza de cambiarlas algún día. La
vanidad, de hecho, está llevando a la desesperación.
Por otro lado, la Palabra de Dios termina con dicha desesperación. Ofrece una sólida
esperanza basado en una libertad futura. Esperamos
con ansias la abolición final de la muerte, de las lágrimas y del dolor
(Apocalipsis 21.4). Además, la libertad de los
hijos de Dios es el modelo para la liberación de la Creación como un todo: "la misma naturaleza creada será
liberada de la esclavitud de la decadencia en que se encuentra, recibiendo la
gloriosa libertad de los hijos de Dios." (Romanos 8: 21). Como ya vimos, la resurrección de Cristo es el modelo para
nuestra resurrección. Y, de acuerdo con Romanos
8.21, nuestra resurrección es el modelo para la liberación de la Creación.
Y Cristo está en el centro, tanto para nosotros como
para la Creación. Esto no debería ser una
sorpresa si creemos que Él es el Creador y Señor de todo el cosmos (Colosenses
1.15-17). Como Él es Creador, Él es también el
Salvador y Señor quien redime todo el cosmos de la maldición, de los efectos de la caída (Colosenses 1: 18-20).
Primero viene la Creación, después la Redención con la
restauración de la Creación y la consumación final como el objetivo de la
Creación. Estas tres etapas van de la mano según
el propósito de Dios. Él logra las tres por
medio de su Hijo, el único Mediador.
La Redención revierte los efectos de la caída. Pero no simplemente
la hace volver a la condición pre-caída de Adán. Dios planeó desde el principio un desarrollo. Adán y Eva tendrían hijos. ¡Ellos
debían ser "fértiles y multiplicarse! ¡Llenar
y subyugar la tierra! "(Génesis 1.28). El
mundo creado se dirige hacia su destino, hacia la consumación, cuando revelará
la gloria de Dios de forma aún más maravillosa que al principio. Al principio, había sólo un hombre y una mujer en un jardín.
Al final, habrá una multitud en el planeta (pero
también será un hombre, Cristo, el Último Adán, y una Novia, la Iglesia
(Apocalipsis 19.6-9)). La Creación al principio
era, sí, "muy buena" (Génesis 1.31). La
consumación es una muestra aún más plena que esa primera. Podemos decir que será muy, muy buena, al ser llena de la
gloria de Dios más intensamente. Y esa
consumación vendrá. Dios alcanzará sus
propósitos. Podemos confiar en ello, porque Dios
lo aseguró en la resurrección de Cristo y
con la llegada del Espíritu Santo como "las primicias", la
primera porción y un aperitivo de nuestra herencia final (Romanos 8.23, Efesios
1.14).
Con el patrón de la resurrección de Cristo en mente,
podemos ahora sacar algunas conclusiones sobre el futuro:
1. El cuerpo
resucitado de Cristo es una transformación y transfiguración de su cuerpo. Hay cambio
cuando se reconoce continuidad (1 Corintios 15.35-41). Los discípulos vieron las heridas en sus manos. De esta forma, el nuevo cielo y la nueva tierra de
Apocalipsis 21:
1 no significa comenzar todo de nuevo, sino que implica una
"resurrección" o transfiguración de la Creación presente.
2. Dios
eliminará no sólo el pecado, sino todos los efectos de la Caída (Romanos 8:21,
Apocalipsis 21: 4).
3. Dios traerá
la creación original de Génesis 1 a su consumación, en lugar de llevarla
simplemente al estado anterior a la caída de Adán.
4. Así como el
cuerpo resucitado de Cristo podía ser visto y tocado (Lucas 24: 39), la nueva
creación también incluye un aspecto físico real. A
diferencia del Platonismo, la Biblia ve el aspecto físico como una buena
creación de Dios, en lugar de algo a ser despreciado o menospreciado con la
intención de alcanzar la "pureza".
5. Nuestra
resurrección no nos separa de la Creación, sino que de acuerdo con la
transfiguración de la creación en su conjunto, la transfiguración nos lleva
junto con la naturaleza creada a un nuevo y glorificado mundo.
6. La gloria
de Dios se manifestará magníficamente en la nueva creación, de una manera
análoga a la gloria del cuerpo resucitado de Cristo y la gloria de nuestros
cuerpos resucitados a la imagen de Cristo. Todo esto sirve para la gloria
y la alabanza de Dios (Romanos 8.18, 30, Efesios 1.10, Apocalipsis 21.23).
Traducción
al Español: Lenin MDS
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