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Calvino y la gracia común



Comentario sobre la primera Epístola a Timoteo

“que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen”.
(1 Timoteo 4:10 RV1960)

Ésta es la segunda consolación, (“La palabra Salvador no se toma aquí en lo que llamamos su significado propio y estricto respecto a la salvación eterna que Dios promete a sus elegidos, sino que debe entenderse por uno que libra y protege. Así vemos que aun los incrédulos son protegidos por Dios, como se dice que «Él hace que su sol salga sobre malos y buenos» (Mateo 5:45); y vemos que todos son alimentados por Su benevolencia, que todos son librados de muchos peligros. En este sentido se le llama «El Salvador de todos los hombres», no en relación con la salvación espiritual de sus almas, sino porque Él mantiene a todas Sus criaturas.

"En esta forma, pues, nuestro Señor es el Salvador de todos los hombres; es decir, su bondad se extiende a los más perversos, que están alejados de Él, y que no merecen tener trato alguno con Él;, que debieron haber sido suprimidos del número de las criaturas de Dios y destruidos; y sin embargo, vemos cómo Dios hasta ahora extiende Su gracia hacia ellos; porque la vida que Él les da es un testimonio de Su bondad. "

Entonces, puesto que Dios muestra tales favores para con aquellos que son extraños a Él, ¿cuánto más los mostrará para con nosotros que somos miembros de su familia? No es que seamos mejores o más excelentes que aquellos a quienes vemos rechazados por Él, porque todo procede de su misericordia y de su libre gracia, y de que Él se haya reconciliado con nosotros por medio de nuestro Señor Jesucristo, puesto que Él nos ha llamado al conocimiento del Evangelio, y luego nos confirma y sella su liberalidad para con nosotros, de suerte que debemos estar convencidos de que Él nos reconoce como sus hijos. Mas, como vemos que también alimenta a los que están alejados de Él, vayamos y escondámonos bajo sus alas; porque, habiéndonos tomado bajo su protección, Él ha declarado que será un Padre para nosotros.”, aunque depende de la primera; porque la liberación de que Pablo habla puede ser considerada como el futuro de la esperanza. Para hacer esto más claro, debe entenderse que éste es un argumento llevado de lo menos a lo más; porque la palabra soter (“La palabra griega que nosotros traducimos Salvador”.), es aquí un término general y denota a uno que defiende y preserva.

"Pablo enseña que la bondad de Dios se extiende a todos los hombres. "Y si no hay uno que no experimente la bondad de Dios para con él, y que no sea participante de ella, ¿cuánto más será experimentada por los piadosos, que esperan en Él? ¿No cuidará de ellos en forma peculiar? ¿No derramará más liberalmente Su bondad sobre ellos? En suma, ¿no los guardará Él seguros hasta el fin en todos los aspectos?


bY LeMS

CALVINO Y LA GRACIA COMUN O GENERAL.




Llamo  - cosas de aqui abajo -  a las que no conciernen a Dios y su reino, a la justicia verdadera y la inmortalidad de la vida futura, sino a las que tienen que ver con la vida presente y están, en la práctica, limitadas a esta vida.

A esto Calvino comenta:

14.  Las capacidades de la inteligencia humana.

En lo relativo a las artes y las ciencias técnicas, la capacidad de los seres humanos para aprenderlas y ejercerlas demuestra que existe una disposición para hacerlo grabada en su inteligencia. Incluso si la persona no es apta para ejercerlas todas, está bastante claro que la inteligencia humana está dotada con dicha capacidad, puesto que casi todo el mundo tiene interés por ella. No es simplemente cuestión de la capacidad y de la facilidad que uno tiene que aprender; se ve también que cada uno, en arte, o bien inventa las mas de las veces de algo nuevo, o bien aumenta y mejora lo que ha aprendido de otros. Por tanto, debemos reconocer que hay alguna noción de todo ello impresa en la inteligencia de los hombres y no, como pensó Platón erróneamente, que se trate de recuerdos de cosas que el alma supiera antes de ser colocados en el cuerpo.

Estos ejemplos nos muestran, por tanto, que existe una facultad general de la inteligencia impresa de manera natural en todos los seres humanos; esta realidad están extendida que cada uno, en su inteligencia, debe de reconocerlo para sí mismo como una gracia particular. Hemos de reconocerlo al pensar en las personas limitadas en inteligencia, que nos presentan como en un espejo cual sería el estado del alma humana sino estuviera iluminada por la luz divina, que es natural en todos y que, al mismo tiempo, es un beneficio de la gracia común de Dios hacia cada persona.

La facultad de descubrir y transmitir el conocimiento en estos ámbitos, que es muy destacable y no concierne más que a unas pocas personas dotadas, no es suficiente para incitarnos a estar seguros de que este ingenio sea natural. Sin embargo, como se encuentra tanto en los buenos como en los malos, podemos considerarla parte de los dones naturales de Dios.

15.  Lo que produce la inteligencia procede de las gracias recibidas por medio de la naturaleza humana.

Cuando discernimos en los escritores paganos una admirable luz verdadera, nos vemos llamados a reconocer que la naturaleza humana, pese a estar caída de su perfección y muy corrompida, está no obstante llena de abundantes dones de Dios. Si admitimos que el Espíritu de Dios es como la fuente única de verdad, no menospreciaremos la verdad aparezca donde aparezca; de lo contrario, estaríamos insultando al Espíritu de Dios, subestimar los dones del Espíritu llega a ser como despreciar y humillar al Espíritu.

 ¿Cómo podríamos negar que los antiguos dieran muestras de una esclarecida prudencia al buscar un orden tan bueno y una justicia equitativa? ¿Diremos que los que enseñaron el arte de la retorica, la buena manera de hablar con elocuencia, no tenían ninguna inteligencia?¿Diremos que los que inventaron la medicina eran necios?¿Pensaremos que las otras disciplinas son irracionales?. Todo lo contrario, no podremos leer los libros escritos sobre estos temas sin maravillarnos. Nos maravillaremos porque no tendremos más remedio que percibir la sabiduría que contienen. ¿Consideraremos que nada puede ser excelente o elogiable si no vemos que viene de Dios? Si ese es el caso, demostraríamos una gran ingratitud que no se encuentra ni en los poetas paganos, quienes reconocieron que la filosofía, las leyes y la medicina, y las otras formas de conocimiento eran dones de Dios.

De modo que estos personajes que, sin más ayuda que la naturaleza, demostraron tanto ingenio en la comprensión de las cosas inferiores que pertenecen al mundo, deben instruirnos por medio de su ejemplo, mostrándonos cuanta gracia ha dejado nuestro Señor en la naturaleza humana después de que fuera despojada del soberano bien.

 16. Aunque corrompidas, estas gracias de la naturaleza son dones del Espíritu Santo.

No hay que olvidar que todas estas gracias son dones del Espíritu de Dios, distribuidos como a él le parece, para el bien común del género humano. Se sabe que se les confirió, de manera especial, ciencia y arte, por el Espíritu de Dios, a los que construían el tabernáculo en el desierto (Éxodo 31:3; 35:31); tampoco hay que sorprenderse de que afirmemos que las cosas más excelentes de la vida humana nos han sido comunicadas por medio del Espíritu de Dios.

A la objeción: - Que tiene que ver el Espíritu de Dios con los malvados que le son totalmente ajenos -  respondo que ese punto de vista no es satisfactorio. Porque, cuando se dice que el Espíritu Santo habita solamente en los creyentes, nos referimos al Espíritu de Santificación (Romanos 8:9), que nos consagra a Dios para ser sus templos (1 Cor. 3:16). Sin embargo, Dios no deja de llenar, de mover, de vivificar, mediante el poder de ese mismo Espíritu, a todas las criaturas; lo hace conforme a la naturaleza de cada una tal como él se la ha dado en la creación. Si el Señor ha querido que los malvados y los incrédulos nos permitan entender la física, la dialéctica, y las otras disciplinas, tenemos que utilizarlas, o seremos juzgados por negligencia por haber menospreciado los dones de Dios donde el nos los ha ofrecido.

No obstante, nadie debe pensar que el hombre es de veras feliz, incluso reconociéndole un gran poder para reconocer las cosas inferiores contenidas en este mundo corruptible. Esta facultad para entender y la inteligencia que ella supone son, ante Dios, cosas transitorias e inestables, cuando no la sostiene el sólido fundamento de la fe. La frase que nos ha llegado de Agustin es cierta, y Lombardo y los escolásticos han tenido que reconocerlo. Dice que, dado que las gracias concedidas desde el principio al hombre, además de su naturaleza, le fueron quitadas después de sucumbir al pecado, las gracias naturales que ha conservado han sido corrompidas.

No ha sido así porque las gracias procedentes de Dios pudieran ser contaminadas en sí mismas, sino porque dejaron de ser puras en el hombre tras su caída. No hay que alabar al hombre por ellas.

17. La Gracia de Dios limita la corrupción natural

En resumen, dentro del género humano se ve que la razón es lo propio de su naturaleza, lo que nos distingue de los animales de la misma manera que ellos son diferentes de los objetos inanimados. Que algunos nazcan limitados y otros intelectualmente discapacitados no debe limitar la gracia general de Dios. Debemos más bien, advertidos al contemplarlos, atribuir lo que hemos recibido a la generosidad de Dios, porque si él no lo hubiese evitado, la rebelión de Adán habría abolido todo lo que él nos dio.

Hay algunos que son mas intuitivos que otros, o bien tienen un discernimiento superior, otros poseen un espíritu mas inventivo o bien un don artístico. Mediante tal diversidad, Dios nos deslumbra con tanta gracia, para que nadie piense que es algo procedente de si mismo aquello que es pura generosidad del autor de todo bien. ¿De dónde viene que una sea mejor que otro? ¿No es acaso para manifestar la gracia particular de Dios en la naturaleza humana común? Esa gracia no le debe nada a nadie por el hecho de que no le sea concedida a muchos.

Además, Dios inspira actividades particulares a cada uno según su llamado. Tenemos varios ejemplos en el libro de los Jueces, en el que se escribe que el Espíritu de Dios vino sobre los que el designó para gobernar al pueblo (Jueces 6:34). En todos los actos extraordinarios, hay una inspiración específica; por eso se dice que los hombres valientes, cuyo corazón Dios había tocado, siguieron a Saul. Y cuando llega el mensaje de que Dios quiere que reine, Samuel le dice: - el Espíritu de Jehová vendrá sobre ti. . . y serás mudado en otro hombre - (1 Samuel 10:6). Eso duró todo el tiempo de su reinado. Así, de David se dice después: - desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David - (16:13).

En otras partes se explica lo mismo en lo referente a estas acciones especiales. Incluso en Homero se dice que los hombres demuestran razón y sabiduría no solamente según lo que Júpiter ha dado a cada uno,  sino según lo que él decide en el día a día. De hecho, la experiencia demuestra que las inteligencias humanas están en la mano de Dios, quien las dirige a cada instante, cuando los que han sido los más hábiles y astutos se quedan mudos de asombro. Eso nos recuerda lo que ya hemos indicado: Dios hace insensato a los sabios y  - les hace andar perdidos, vagabundos y sin camino- (Salmo 107:40).

No dejaremos de notar en esta diversidad de marcas persistentes de la imagen de Dios lo que distingue, de una forma general, al género humano de todas las demás criaturas.    

 Esta edición está basada en la versión francesa de Marie de Vedrines y Paul Wells.

Cotejada con las Ediciones: Latina (1559), Francesa (1560), Castellana (FELiRe 1967),


Soli Deo Gloria

bY LeMS

SOBRE LA GRACIA COMÚN PARTE 4


Teología Sistemática
Por: Luis Berkhof


¿CUAL DE LAS DOS DEBE OCUPAR EL PRIMER LUGAR, LA GRACIA COMÚN O LA ESPECIAL?

A esta pregunta debe contestarse que en un sentido temporal ninguna de las dos tiene prioridad sobre la otra. El capítulo tres del Génesis revela con claridad que ambas entraron en operación juntas, desde el momento que siguió a la caída. La prioridad lógica se atribuiría, no obstante a la gracia especial, porque la gracia común resulta subordinada de aquella en sus operaciones en el mundo.

¿SIRVE LA GRACIA COMÚN A UN PROPÓSITO INDEPENDIENTE, O NO?

No puede dudarse que la gracia común encuentra su propósito parcial en la obra redentora de Jesucristo; está subordinada a la ejecución del plan de Dios en la vida de cada uno de los elegidos, y en el desarrollo de la Iglesia. Pero además de eso, también sirve a un propósito independiente, es decir, el de traer la luz, enjaezar, para e l servicio del hombre, las fuerzas ocultas de la naturaleza, y desarrollar las potencias y talentos que están latentes en la raza humana, para que el hombre ejerza un dominio siempre en aumento sobre la creación más baja, glorificando de este modo a Dios el Creador.


¿TIENE CADA UNA, LA GRACIA ESPECIAL Y LA COMÚN, UNA ESFERA PECULIAR, POR COMPLETO DISTINTA LA UNA DE LA OTRA?

Puede decirse que en cierto sentido la gracia especial tiene su esfera peculiar propia en la Iglesia organizada, aunque no de necesidad se limita a ésta, y que la gracia común también está en operación en la Iglesia, puesto que se concede a todos los hombres. Ambas operan en el mundo; pero en tanto que la gracia común en el sentido más usual del término pertenece a las cosas del mundo natural y de esta vida presente, la gracia especial tiene que ver con las cosas de la nueva creación. No pueden menos que influenciarse recíprocamente. La gracia común, con sus bendiciones, enriquece a la Iglesia; y ésta eleva los frutos de aquella a un nivel muy alto cuando los pone bajo la influencia de la vida regeneradora.

LOS MEDIOS POR LOS QUE OPERA LA GRACIA COMÚN

Pueden distinguirse varios medios por los cuales la gracia común efectúa su obra. Calvino sugirió algunos de esos cuando al hablar de la influencia restringente de la gracia, dice: "De aquí que tantas cuantas sean las veces que los hombres disimulen su impureza, algunos lo harán estrechados por la vergüenza nada más, y otros, por el temor de las leyes se detendrán de lanzarse a muchas clases de iniquidad. Algunos porque aspiran a una vida honesta, considerándola más favorable a sus intereses, en tanto que los de más allá son exaltados sobre el nivel vulgar para que debido a la dignidad de aquella posición se consideren (en humildad) inferiores a su deber. De este modo, Dios, mediante su providencia reprime la perversidad de la naturaleza evitándole que irrumpa en acción, mas esto sin convertirla internamente en pura". En seguida mencionamos algunos de los medios más importantes por los cuales la gracia común realiza su obra.



LA LUZ DE LA REVELACIÓN DE DIOS

Esta es fundamental porque sin ella todos los otros medios serían imposibles, y si fueran posibles no funcionarían adecuadamente. Nos estamos refiriendo aquí en primer lugar a la luz de la revelación divina que brilla en la naturaleza e ilumina a cada uno de los hombres que vienen al mundo. En sí misma es fruto de la gracia común, pero a su vez se convierte en medio para la más amplia manifestación de esa gracia' común, puesto que sirve com o guía a la conciencia del hombre natural. Pablo habla de los gentiles que por naturaleza hacen las cosas de la ley, "con lo cual, demuestran que la letra de la ley está escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos", Rom. 2: 14 y 15. Comentando Calvino este pasaje, dice que los gentiles de quienes trata, "prueban que hay impresa en sus corazones una discriminación y un juicio que les hace distinguir entre lo justo y lo injusto, y entre lo honesto y lo deshonesto". No obstante, y además de esto, debe decirse que la gracia común en un sentido más limitado, opera también a la luz de la revelación especial de Dios, siendo ésta en sí misma, fruto no de la gracia común sino de la especial.

LOS GOBIERNOS

De estos también debe decirse que son, de inmediato, el resultado y los medios de la gracia común. Según Rom. 13 los gobiernos son ordenados por Dios para mantener el buen orden en la sociedad. Resistirlos es oponerse a lo establecido por Dios. Dice Pablo que el magistrado "es ministro de Dios para tu bien", Rom. 13: 4. El magistrado encuentra su apoyo en la conciencia del hombre (versículo 5) y para los que abandonan la con-ciencia "no en vano trae la espada". Sobre este punto la Confesión Belga dice: " Creemos que nuestro Dios bondadoso, a causa de la depravación de la humanidad ha designado reyes, príncipes y magistrados, siendo voluntad divina que el mundo se gobierne por ciertas leyes y reglamentos; y esto con la finalidad de que se modere la disolución de los hombres, y que todas las cosas sean conducidas entre ellos en buen orden y con decencia".

LA OPINIÓN PÚBLICA

Cuando de una manera especial, la luz natural que brilla en los corazones se intensifica mediante la influencia de la revelación especial de Dios, da por resultado la formación de una opinión pública que está en conformidad externa con la ley de Dios; y esto alcanza una influencia tremenda sobre la conducta de aquellos hombres que son muy sensibles al juicio de la opinión pública. Es natural que la opinión pública sea un medio de la gracia común sólo cuando se ha formado bajo la influencia de la revelación divina. La opinión pública se convierte en una poderosa influencia para el mal cuando no está dominada por la conciencia, cuando no actúa en armonía con la luz de la naturaleza, o de acuerdo con la Palabra de Dios.

CASTIGOS Y GALARDONES DIVINOS

Los arreglos providenciales de Dios por medio de los cuales visitan en esta vida la maldad de los hombres sobre ellos mismos, y recompensa los actos que están en notoria conformidad con la ley divina sirven al importante propósito de reprimir el mal que hay en el mundo. Los castigos tienen efecto detergente, y las recompensas sirven como incentivos. La bondad moral que hay en el mundo, cualquiera que ella sea, se corrobora en gran manera por estos medios. Muchos liquidan el mal y procuran lo que es bueno, no porque teman al Señor, sino porque sienten que el bien trae su propia recompensa, y sirve mejor a sus intereses.

LOS FRUTOS DE LA GRACIA COMÚN

En lo que precede ya hemos declarado que lo que nos ha quedado de la luz de la naturaleza, está operando todavía sólo en virtud de la gracia común de Dios. Este es uno de los más importante frutos de la gracia común sin el cual algunos de los otros serían inconcebibles. Merecen mención los siguientes frutos.



EL APLAZAMIENTO DE LA EJECUCIÓN DE LA SENTENCIA

Dios pronunció la sentencia de muerte sobre el pecador. Hablando del árbol de la ciencia del bien y del mal dijo Dios: "El día que dé a comieres, de cierto morirás". El hombre comió, y la sentencia, hasta cierto punto, entró en ejecución, pero es claro que no se ejecutó toda, al instante. A la gracia común se debe que Dios no ejecutara al momento toda la sentencia de muerte sobre el pecador, y a la misma se debe que no la ejecute ahora, sino que mantiene y prolonga la vida natural del hombre y le da tiempo para que se arrepienta. Dios no troncha de golpe la vida del pecador, sino que le proporciona oportunidad para el arrepentimiento, removiendo toda excusa y justificando la manifestación que está por venir de su ira sobre todos aquellos que persistan en pecar hasta el fin. De los pasajes siguientes resulta evidencia abundante de que sobre ese principio actúa Dios, Isa. 48: 9, Jer. 7: 23-25; Luc. 13: 6-9; Rom. 2: 4; 9: 22; II Ped. 3: 9.

EL PECADO SE ENCUENTRA FRENADO

Por la operación de la gracia común el pecado está frenado en las vidas de los individuos y en la sociedad. Al presente, no se permite al elemento de corrupción que entró en la vida de la raza humana llevar a cabo su obra de desintegración. Calvino dice: "Pero debemos considerar que, a pesar de la corrupción de nuestra naturaleza, hay algún lugar para la gracia divina, una gracia que, aunque no purifique al hombre lo puede mantener sujeto con un freno interno. Porque si el Señor dejara en libertad a cada intelecto para prostituirse en sus concupiscencias, sin duda no quedaría un solo hombre que no mostrara que su naturaleza es capaz de todos aquellos crímenes de los que Pablo los acusa (Rom. 3, compárese con Sal 14: 3 y sigs.)". Este freno puede ser externo, o interno, o ambas cosas a la vez, pero no cambia el corazón. Hay pasajes de la Escritura que hablan de una lucha del Espíritu de Dios con los hombres; una lucha que no conduce al arrepentimiento, Gen 6: 3; Isa. 63: 10; Hech. 7: 51; de operaciones del Espíritu que son finalmente retiradas, I Sam 16: 14; Heb. 6: 4-6; y del hecho de que, en algunos casos, Dios entrega en forma definitiva a los hombres a la concupiscencia de sus propios corazones, Sal 81: 12; Rom. 1: 24, 26, 28. Además de los pasajes precedentes hay algunos que indican con claridad el hecho de que Dios restringe el pecado de varias maneras, por ejemplo: Gen 20: 6; 31: 7; Job 1: 12; 2: 6; II Reyes 19: 27, 28; Rom. 13: 1-4.

LA CONSERVACIÓN DE ALGÚN SENTIDO DE VERDAD, MORALIDAD Y RELIGIÓN

Se debe a la gracia común que el hombre todavía retenga algún sentido de la verdad, el bien y la belleza, con frecuencia las aprecia en un grado muy sorprendente, y revela un deseo por la verdad, por la moralidad externa, y hasta por ciertas formas de religión. Pablo habla de los gentiles que "muestran la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia. y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos", Rom. 2: 15, y aun dice de aquellos que dieron ilimitado desahogo a sus vidas inicuas, que lo hicieron a pesar de que conocían la verdad de Dios, y no obstante, detuvieron la verdad con injusticia y cambiaron la verdad de Dios por la mentira, Rom. 1 : 18-25. A los atenienses que no conocían el temor de Dios les dijo: "Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos", Hech. 17: 22. Los Cánones de Dort se expresan sobre este punto de la manera siguiente: "No obstante, permanecen en el hombre desde la caída los resplandores de la luz natural por medio de la cual el hombre todavía retiene algún conocimiento de Dios, de las cosas naturales y de la diferencia entre el bien y el mal y demuestra alguna preocupación por la virtud y por la buena conducta pública. Pero esta luz de la naturaleza está tan lejos de ser suficiente para traer al hombre al conocimiento de Dios para salvación, y a la verdadera conversión, que es incapaz de usarla correctamente hasta en cosas naturales y civiles. Y no sólo eso; pues siendo además esta luz tal como es, el hombre de varias maneras la contamina del todo y la  obstaculiza con la injusticia, haciendo lo cual se vuelve inexcusable delante de Dios.

bY LeMS
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“Cualquier hombre que piensa que es cristiano y que ha aceptado a Cristo para la justificación sin haberlo aceptado al mismo tiempo para la santificación, se halla miserablemente engañado en la experiencia misma”

Archibal A. Hodge

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