Teología Sistemática
Por: Luis Berkhof
¿CUAL DE LAS DOS DEBE OCUPAR EL PRIMER LUGAR, LA GRACIA COMÚN O LA ESPECIAL?
A esta pregunta debe contestarse que en un sentido temporal ninguna de las dos tiene prioridad sobre la otra. El capítulo tres del Génesis revela con claridad que ambas entraron en operación juntas, desde el momento que siguió a la caída. La prioridad lógica se atribuiría, no obstante a la gracia especial, porque la gracia común resulta subordinada de aquella en sus operaciones en el mundo.
¿SIRVE LA GRACIA COMÚN A UN PROPÓSITO INDEPENDIENTE, O NO?
No puede dudarse que la gracia común encuentra su propósito parcial en la obra redentora de Jesucristo; está subordinada a la ejecución del plan de Dios en la vida de cada uno de los elegidos, y en el desarrollo de la Iglesia. Pero además de eso, también sirve a un propósito independiente, es decir, el de traer la luz, enjaezar, para e l servicio del hombre, las fuerzas ocultas de la naturaleza, y desarrollar las potencias y talentos que están latentes en la raza humana, para que el hombre ejerza un dominio siempre en aumento sobre la creación más baja, glorificando de este modo a Dios el Creador.
¿TIENE CADA UNA, LA GRACIA ESPECIAL Y LA COMÚN, UNA ESFERA PECULIAR, POR COMPLETO DISTINTA LA UNA DE LA OTRA?
Puede decirse que en cierto sentido la gracia especial tiene su esfera peculiar propia en la Iglesia organizada, aunque no de necesidad se limita a ésta, y que la gracia común también está en operación en la Iglesia, puesto que se concede a todos los hombres. Ambas operan en el mundo; pero en tanto que la gracia común en el sentido más usual del término pertenece a las cosas del mundo natural y de esta vida presente, la gracia especial tiene que ver con las cosas de la nueva creación. No pueden menos que influenciarse recíprocamente. La gracia común, con sus bendiciones, enriquece a la Iglesia; y ésta eleva los frutos de aquella a un nivel muy alto cuando los pone bajo la influencia de la vida regeneradora.
LOS MEDIOS POR LOS QUE OPERA LA GRACIA COMÚN
Pueden distinguirse varios medios por los cuales la gracia común efectúa su obra. Calvino sugirió algunos de esos cuando al hablar de la influencia restringente de la gracia, dice: "De aquí que tantas cuantas sean las veces que los hombres disimulen su impureza, algunos lo harán estrechados por la vergüenza nada más, y otros, por el temor de las leyes se detendrán de lanzarse a muchas clases de iniquidad. Algunos porque aspiran a una vida honesta, considerándola más favorable a sus intereses, en tanto que los de más allá son exaltados sobre el nivel vulgar para que debido a la dignidad de aquella posición se consideren (en humildad) inferiores a su deber. De este modo, Dios, mediante su providencia reprime la perversidad de la naturaleza evitándole que irrumpa en acción, mas esto sin convertirla internamente en pura". En seguida mencionamos algunos de los medios más importantes por los cuales la gracia común realiza su obra.
LA LUZ DE LA REVELACIÓN DE DIOS
Esta es fundamental porque sin ella todos los otros medios serían imposibles, y si fueran posibles no funcionarían adecuadamente. Nos estamos refiriendo aquí en primer lugar a la luz de la revelación divina que brilla en la naturaleza e ilumina a cada uno de los hombres que vienen al mundo. En sí misma es fruto de la gracia común, pero a su vez se convierte en medio para la más amplia manifestación de esa gracia' común, puesto que sirve com o guía a la conciencia del hombre natural. Pablo habla de los gentiles que por naturaleza hacen las cosas de la ley, "con lo cual, demuestran que la letra de la ley está escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos", Rom. 2: 14 y 15. Comentando Calvino este pasaje, dice que los gentiles de quienes trata, "prueban que hay impresa en sus corazones una discriminación y un juicio que les hace distinguir entre lo justo y lo injusto, y entre lo honesto y lo deshonesto". No obstante, y además de esto, debe decirse que la gracia común en un sentido más limitado, opera también a la luz de la revelación especial de Dios, siendo ésta en sí misma, fruto no de la gracia común sino de la especial.
LOS GOBIERNOS
De estos también debe decirse que son, de inmediato, el resultado y los medios de la gracia común. Según Rom. 13 los gobiernos son ordenados por Dios para mantener el buen orden en la sociedad. Resistirlos es oponerse a lo establecido por Dios. Dice Pablo que el magistrado "es ministro de Dios para tu bien", Rom. 13: 4. El magistrado encuentra su apoyo en la conciencia del hombre (versículo 5) y para los que abandonan la con-ciencia "no en vano trae la espada". Sobre este punto la Confesión Belga dice: " Creemos que nuestro Dios bondadoso, a causa de la depravación de la humanidad ha designado reyes, príncipes y magistrados, siendo voluntad divina que el mundo se gobierne por ciertas leyes y reglamentos; y esto con la finalidad de que se modere la disolución de los hombres, y que todas las cosas sean conducidas entre ellos en buen orden y con decencia".
LA OPINIÓN PÚBLICA
Cuando de una manera especial, la luz natural que brilla en los corazones se intensifica mediante la influencia de la revelación especial de Dios, da por resultado la formación de una opinión pública que está en conformidad externa con la ley de Dios; y esto alcanza una influencia tremenda sobre la conducta de aquellos hombres que son muy sensibles al juicio de la opinión pública. Es natural que la opinión pública sea un medio de la gracia común sólo cuando se ha formado bajo la influencia de la revelación divina. La opinión pública se convierte en una poderosa influencia para el mal cuando no está dominada por la conciencia, cuando no actúa en armonía con la luz de la naturaleza, o de acuerdo con la Palabra de Dios.
CASTIGOS Y GALARDONES DIVINOS
Los arreglos providenciales de Dios por medio de los cuales visitan en esta vida la maldad de los hombres sobre ellos mismos, y recompensa los actos que están en notoria conformidad con la ley divina sirven al importante propósito de reprimir el mal que hay en el mundo. Los castigos tienen efecto detergente, y las recompensas sirven como incentivos. La bondad moral que hay en el mundo, cualquiera que ella sea, se corrobora en gran manera por estos medios. Muchos liquidan el mal y procuran lo que es bueno, no porque teman al Señor, sino porque sienten que el bien trae su propia recompensa, y sirve mejor a sus intereses.
LOS FRUTOS DE LA GRACIA COMÚN
En lo que precede ya hemos declarado que lo que nos ha quedado de la luz de la naturaleza, está operando todavía sólo en virtud de la gracia común de Dios. Este es uno de los más importante frutos de la gracia común sin el cual algunos de los otros serían inconcebibles. Merecen mención los siguientes frutos.
EL APLAZAMIENTO DE LA EJECUCIÓN DE LA SENTENCIA
Dios pronunció la sentencia de muerte sobre el pecador. Hablando del árbol de la ciencia del bien y del mal dijo Dios: "El día que dé a comieres, de cierto morirás". El hombre comió, y la sentencia, hasta cierto punto, entró en ejecución, pero es claro que no se ejecutó toda, al instante. A la gracia común se debe que Dios no ejecutara al momento toda la sentencia de muerte sobre el pecador, y a la misma se debe que no la ejecute ahora, sino que mantiene y prolonga la vida natural del hombre y le da tiempo para que se arrepienta. Dios no troncha de golpe la vida del pecador, sino que le proporciona oportunidad para el arrepentimiento, removiendo toda excusa y justificando la manifestación que está por venir de su ira sobre todos aquellos que persistan en pecar hasta el fin. De los pasajes siguientes resulta evidencia abundante de que sobre ese principio actúa Dios, Isa. 48: 9, Jer. 7: 23-25; Luc. 13: 6-9; Rom. 2: 4; 9: 22; II Ped. 3: 9.
EL PECADO SE ENCUENTRA FRENADO
Por la operación de la gracia común el pecado está frenado en las vidas de los individuos y en la sociedad. Al presente, no se permite al elemento de corrupción que entró en la vida de la raza humana llevar a cabo su obra de desintegración. Calvino dice: "Pero debemos considerar que, a pesar de la corrupción de nuestra naturaleza, hay algún lugar para la gracia divina, una gracia que, aunque no purifique al hombre lo puede mantener sujeto con un freno interno. Porque si el Señor dejara en libertad a cada intelecto para prostituirse en sus concupiscencias, sin duda no quedaría un solo hombre que no mostrara que su naturaleza es capaz de todos aquellos crímenes de los que Pablo los acusa (Rom. 3, compárese con Sal 14: 3 y sigs.)". Este freno puede ser externo, o interno, o ambas cosas a la vez, pero no cambia el corazón. Hay pasajes de la Escritura que hablan de una lucha del Espíritu de Dios con los hombres; una lucha que no conduce al arrepentimiento, Gen 6: 3; Isa. 63: 10; Hech. 7: 51; de operaciones del Espíritu que son finalmente retiradas, I Sam 16: 14; Heb. 6: 4-6; y del hecho de que, en algunos casos, Dios entrega en forma definitiva a los hombres a la concupiscencia de sus propios corazones, Sal 81: 12; Rom. 1: 24, 26, 28. Además de los pasajes precedentes hay algunos que indican con claridad el hecho de que Dios restringe el pecado de varias maneras, por ejemplo: Gen 20: 6; 31: 7; Job 1: 12; 2: 6; II Reyes 19: 27, 28; Rom. 13: 1-4.
LA CONSERVACIÓN DE ALGÚN SENTIDO DE VERDAD, MORALIDAD Y RELIGIÓN
Se debe a la gracia común que el hombre todavía retenga algún sentido de la verdad, el bien y la belleza, con frecuencia las aprecia en un grado muy sorprendente, y revela un deseo por la verdad, por la moralidad externa, y hasta por ciertas formas de religión. Pablo habla de los gentiles que "muestran la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia. y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos", Rom. 2: 15, y aun dice de aquellos que dieron ilimitado desahogo a sus vidas inicuas, que lo hicieron a pesar de que conocían la verdad de Dios, y no obstante, detuvieron la verdad con injusticia y cambiaron la verdad de Dios por la mentira, Rom. 1 : 18-25. A los atenienses que no conocían el temor de Dios les dijo: "Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos", Hech. 17: 22. Los Cánones de Dort se expresan sobre este punto de la manera siguiente: "No obstante, permanecen en el hombre desde la caída los resplandores de la luz natural por medio de la cual el hombre todavía retiene algún conocimiento de Dios, de las cosas naturales y de la diferencia entre el bien y el mal y demuestra alguna preocupación por la virtud y por la buena conducta pública. Pero esta luz de la naturaleza está tan lejos de ser suficiente para traer al hombre al conocimiento de Dios para salvación, y a la verdadera conversión, que es incapaz de usarla correctamente hasta en cosas naturales y civiles. Y no sólo eso; pues siendo además esta luz tal como es, el hombre de varias maneras la contamina del todo y la obstaculiza con la injusticia, haciendo lo cual se vuelve inexcusable delante de Dios.
bY LeMS
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