Objeciones al Nuevo Nacimiento

El día de hoy quiero analizar algunas de las objeciones más frecuentes a la doctrina del nuevo nacimiento que defendemos aquellos que mantenemos la doctrina reformada, y que más importante es claramente enseñada en la Biblia.

1. Si solo Dios puede regenerar a un hombre, y aquellos que no han sido regenerados no pueden creer en Cristo, entonces cómo puede Dios hacer responsable a esos hombres por no creer en Cristo?

Esta es una pregunta muy común entre los que dicen ser cristianos hoy en día, y sobretodo en aquellos que aunque lo desconocen, siguen las enseñanzas arminianistas. Estas personas creen que la habilidad limita la obligación, es decir, concluye que sería poco razonable de parte de Dios requerir algo del hombre que es imposible hacer para el hombre. Y esta pregunta ha sido hecha en algunos puntos de la historia de la iglesia, en las cuales la iglesia como un todo ha dado su veredicto. Por ejemplo, en el siglo V de esta era, surgió un hombre llamado Pelagius, quien era un monje inglés. Entre las enseñanzas de este hombre estaba que el hombre debe ser capaz de hacer aquello que Dios le exige, pues si no era así, Dios era injusto. La iglesia declaró a Pelagius y sus enseñanzas como herejía.

Durante el siglo XVI, Erasmo, un académico amigo de Martín Lutero, escribió un documento en donde hacía la misma suposición. A esto Lutero reaccionó con su obra magna, “The Bondage of the Will,” en donde defendía la enseñanza bíblica que el hombre es esclavo del pecado, y por lo tanto no puede hacer el bien (Romanos 3: 9-12; Isaías 64:6) incluyendo buscar a Dios para su propia salvación. Y esto, no sólo no lo puede hacer, sino que no lo desea.

Pues, como lo dijo Salomón, “no hay nada nuevo bajo el sol,” es normal pensar que este tipo de creencias continuen existiendo y siendo enseñadas en la iglesia actual. Pero esta visión ignora el pacto que Dios hizo con el hombre en el Edén. Adán y Eva de su propia voluntad se rebelaron contra Dios. No fue al revés. Ellos pecaron, rompiendo y teniendo por nada el pacto que Dios había hecho con ellos. Fue el hombre quien se suicidó, trayendo consigo su propia muerte espiritual. Fue el propio hombre el que decidió tener un corazón de piedra. Dios le había dado una ley a Adán, y si la cumplía viviría, pero él decidió violar el mandamiento, y al ser Dios Santo y Justo, lo echó de Su presencia y lo condenó a una muerte espiritual, y lo declaró responsable de su propia muerte espiritual.

El hombre es incapaz de mantener la Ley de Dios. Esto es claro para cualquiera que lea el Antiguo Testamento, y que sea conciente de su propio pecado. Pero, a pesar de ser incapaz, es responsable por cada tilde y jota que rompe en la Ley. Dios le juzgará por sus infracciones en el día del juicio.

Algo que debemos tener claro es que Dios no es poco razonable cuando requiere del hombre su total obediencia a Su ley, a pesar de que el hombre sea incapaz de hacerlo, debido a que fue el hombre quien hizo que esa incapacidad ocurriera en su vida. La culpa es del hombre y por lo tanto es el problema del hombre. Debemos, por el contrario estar agradecidos de que Dios en Su misericordia y gracia ha permitido que algunos hombres sean salvos, cuando debería haberlos aniquilado a todos por traición.

Dios es justo cuando dice, “Sed pues vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” (Mateo 5: 48). Asumir que Dios solo ordena aquellos que los hombres pueden hacer es absurdo, pues entonces todas las personas tendrían la capacidad de ser perfectos, pues Dios lo ha ordenado. Entonces, para qué el evangelio? Para qué la muerte de Cristo? Para qué la cruz? Este tipo de ordenes dadas por Dios, son dadas para que veamos nuestra depravación; para que veamos nuestra deuda con Dios; para que veamos la gloria de Cristo; para que veamos la misericordia de Dios en Su plan de redención.

El hombre natural que rechaza el evangelio será responsable de este rechazo.

2. Cómo puede Dios cambiar el corazón de un hombre sin su permiso? No sería esto una violación al libre albedrío del hombre?

La Confesión Bautista de Londres de 1689 a la cual nos adherimos en mi iglesia dice lo siguiente con respecto al libre albedrío del hombre,
“Dios ha dotado la voluntad del hombre de una y un libertad natural, poder para actuar a base de decisión propia, que no es forzada ni obligada a hacer bien o mal, por ninguna necesidad de la naturaleza.” Capítulo 9.1

Pero, a pesar de que Dios le ha dado al hombre la capacidad de tomar sus propias decisiones, estas están determinadas por la naturaleza del hombre. Es decir, si tenemos a un cerdo, y le ponemos al frente un banquete y basura, el cerdo escogerá revocalse en la basura y comer la basura. Porqué? Porque esa es la naturaleza del cerdo.

La Biblia enseña que el corazón del hombre es perverso y corrupto. Es más, el profeta Jeremías escribe, “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9). El hombre es un agente libre en el sentido en que en sus acciones utiliza su auto-determinación. Analiza las cosas y luego toma la decisión de hacer algo. Pero, el hombre actúa libremente en armonía con sus emociones, pensamientos, juicios, inclinaciones, y deseos. Es decir, el hombre actúa dependiendo de su carácter o naturaleza, como dije antes.

Dado a que el hombre es esclavo del pecado, perverso, y corrupto, nunca puede escoger hacer algo espiritual, pues lo que es carne, carne es. El hombre, entonces, es en cierto sentido libre, pero cuando tiene que ver con verdades espirituales y acciones espirituales, el hombre es un esclavo. Esta es la verdad que Jesús enseñó acerca del hombre,
“De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.” Juan 8: 34
Y quienes son entonces esclavos del pecado? Toda la raza humana. De donde obtengo esta verdad? Pues de la Biblia. Dios dijo en el Antiguo Testamento,
“Si pecaren contra ti (porque no hay hombre que no peque)” 1 Reyes 8: 46
Es por ello que Pablo toma las enseñanzas de Jesús y del Antiguo Testamento y le escribe a gentiles y judíos lo siguiente,

“¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.” Romanos 3: 9-12
La idea de que Dios necesita el permiso de una persona antes de que pueda cambiar o regenerar su corazón es una blasfemia. Primero, porque está en contra de la doctrina de la soberanía de Dios que habla la Biblia. Dios dice,

“Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antig:uedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero; que llamo desde el oriente al ave, y de tierra lejana al varón de mi consejo. Yo hablé, y lo haré venir; lo he pensado, y también lo hare. Oídme, duros de corazón, que estáis lejos de la justicia: Haré que se acerque mi justicia; no se alejará, y mi salvación no se detendrá. Y pondré salvación en Sion, y mi gloria en Israel.” Isaías 46: 9-13

“Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?” Daniel 4: 35

Estos pasajes hablan de un Dios que no pide permiso para hacer según Su voluntad, pues como dice en Daniel, Él hace en los hombres y en la tierra lo que a Él le place. Él nunca pide permiso pues Él es el Creador y Soberano de la creación, nosotros somos Sus criaturas. Él es el alfarero y nosotros los vasos de barro.

Segundo, si Dios tuviera que pedir permiso para regenerar a un hombre, entonces ningún hombre sería salvo, ya que el hombre odia a Dios (Juan 3: 19-20) y no le busca, ni le desea buscar. Todos nos hemos hecho inútiles, para utilizar las palabras del apóstol Pablo (Romanos 3: 9-12). Esta idea tiene más en común con el humanismo secular que con el cristianismo bíblico. Dios es el soberano sobre todas las cosas en Su creación. Inclusive, el hombre puede planificar su futuro, pero es Dios quien determina lo que ocurre en su vida (Proverbios 16:9).
3. No dice la Biblia que Cristo se para frente a la puerta del corazón de un hombre y toca, y que somos nosotros los que le debemos dejar entrar a nuestro corazón?

Esta pregunta ya la he analizado cuando hice la exégesis del pasaje en Apocalipsis 3. Este análisis lo pueden encontrar aquí.

4. Y qué de aquellos que dicen “creer” en Cristo por un tiempo y luego le rechazan? No indica esto que una persona tiene la habilidad de resistir al Espíritu Santo?

Eso no es cierto. La Biblia enseña que aquellos que profesan creer en Cristo y luego le rechazan nunca fueron verdaderos cristianos en primer lugar. En el evangelio de Juan vemos a Jesús rechazando a unas personas que “creían” en Él. Porqué? Porque Él sabía lo que había en el hombre (Juan 2: 23-25). Cristo sabía que ellos no tenían una verdadera fe. En Hechos 8 vemos a Pedro reprendiendo a Simón pues “creyó…y fue bautizado,” pero Pedro dice que su creencia era falsa.

Es decir, muchos dicen creer en Cristo, pero creen en un Cristo creado por su propia imaginación. La verdadera fe es aquella que está puesta sobre el Cristo que está enseñado en la Biblia. La verdadera fe no escoge cuales enseñanzas de Jesús son aceptables para ellos, como los ‘discípulos’ de Jesús que le rechazaron y se alejaron de Él porque Jesús les había dado una palabra dura. El apostol Juan dice que aquellos que se alejan de la iglesia nunca eran verdaderos cristianos, y se alejan de la iglesia para demostrar que nunca lo fueron (1 Juan 2: 19-20).

Una persona a la que le ha sido otorgada por Dios la verdadera fe, no puede rechazarla o apostatar. Jesús dijo, “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.” (Juan 6:37-39, 44)

Entonces, porqué algunos permaneces fieles a Cristo y otros le rechazan? Porque solo aquellos que han sido elegidos por Dios, expiados por el Hijo y regenerados por el Espíritu Santo son capaces de perseverar hasta el fin. Jesús dijo, “Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre;(B) y pongo mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.” (Juan 10: 14-16, 26-29)

Si la regeneración es algo que el hombre hace por su propio poder, entonces como Cristo garantizaría que sus ovejas nunca perecerían? El poder del Espíritu Santo no puede ser resistido.
Espero que esta pequeña serie haya sido de bendición para algunos y espero poder ahondar en este tema en el futuro próximo.

Fuente: SujetosalaRoca.com
By LeMS

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“Cualquier hombre que piensa que es cristiano y que ha aceptado a Cristo para la justificación sin haberlo aceptado al mismo tiempo para la santificación, se halla miserablemente engañado en la experiencia misma”

Archibal A. Hodge

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