Significado y Lugar de los Catesismos

Por Donald Van Dyken
(Este es el capítulo cuatro de su libro Redescubriendo el Catecismo)

A lo largo de los siglos la iglesia ha empleado buenos libros de catecismos, basados en la escritura y con buena enseñanza doctrinal, para asegurar un completo conocimiento bíblico, la estabilidad doctrinal y un caminar efectivo delante del Señor. El uso piadoso del material de catecismo genera una mayor devoción a la Palabra. Hemos dicho antes que los catecismos son libros escritos para ayudar en la práctica de la catequización, pero son más que eso. Casi todos los catecismos tienen su origen en los credos y confesiones, de modo que echaremos una mirada al concepto de los credos y confesiones para captar los principios involucrados.

La validez de las confesiones es un tópico de interés para todos los Cristianos que desean regresar al Cristianismo histórico, pues mientras viajan al pasado se encuentran de manera inevitable con las confesiones. Ya sea que visiten la iglesia en Hipona, en el Norte de África, donde predicaba Agustín, o se deslicen a la última banca de San Andrés, Escocia, para escuchar a Juan Knox, se encontrarán con iglesias que se apegaron fielmente a la Biblia y que igualmente hicieron con los credos y confesiones.

¿POR QUÉ NO USAR SOLAMENTE LA BIBLIA?

Desde el principio nos vemos confrontados con una pregunta obvia: ¿No es un error añadirle libros escritos por el hombre a lo que Dios ha escrito? Esta pregunta merece una reflexión seria, pues generalmente proviene de personas que han visto como la palabra del hombre, y particularmente de hombres teológicamente bien educados, ha sido impuesta sobre la Palabra de Dios.

Al considerar unos pocos ejemplos, podremos ver el asunto con claridad. Por ejemplo, cuando su pastor se pone en pie detrás del púlpito sin nada en sus manos, excepto una Biblia, ¿qué es lo que hace? Cuando Ud., como maestra de escuela Dominical, se sienta en su clase con su Biblia en su regazo, ¿qué es lo que hace? Ambos abren la Biblia y la leen; luego usted comienza, o su pastor comienza, a explicar el pasaje. Usted muestra como se relaciona con el resto de la Escritura, expone su significado, y deriva aplicaciones para sus oyentes.

O, cuando visita su librería Cristiana, ¿qué encuentra allí? Si su librería es típica, encontrará estantes llenos de libros tratando de mostrar lo que la Biblia dice con respecto a amar al cónyuge, tratar con los adolescentes, equilibrar su presupuesto, testificarle a su vecino, y cualquier otro tema concebible.

En todas estas situaciones escuchamos y usamos palabras de hombres. Y si somos sinceros reconoceremos que no hemos purgado todas las palabras del hombre de nuestras iglesias, aún cuando digamos “No credo sino Cristo” o “Ninguna palabra excepto la Biblia.”

Al descartar las confesiones no hemos eliminado las palabras de los hombres, y probablemente hemos empeorado nuestro problema. Al permitir muchas visiones y perspectivas conflictivas en nuestras iglesias hemos reemplazado las confesiones de la iglesia histórica con las corrientes cambiantes de los tiempos.

CRISTO ORDENA LAS CONFESIONES

Cuando Cristo les preguntó a los discípulos quién decían ellos que él era, Pedro respondió, “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mat. 16:16). Aunque pudo haber recitado Isaías 9:6, Pedro no citó directamente de la Biblia. En vez de eso, usó sus propias palabras, y Jesús le bendijo por hacerlo. Las confesiones en nuestras propias palabras no son solamente aceptables, sino también requeridas. La confesión define al Cristiano: “Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor… serás salvo” (Rom. 10:9).

Por implicación, la confesión define también a la iglesia. Pablo amonestó a la iglesia de Corinto a que “hablaran todos una misma cosa” y a estar “perfectamente unidos en una misma mente” (1 Cor. 1:10). Pablo está diciendo, “¡Actuad de manera unificada! ¡Unifíquense en cuanto a lo que van a decir con respecto a Cristo y el evangelio!”

Entonces, una confesión o un credo se forman cuando la iglesia se reúne y escribe lo que va a decir con respecto a la Biblia, su Autor, su mensaje y sus temas – es decir, lo que dice con respecto a Dios, el hombre, Cristo y la salvación. Basada en esa confesión la iglesia escribe un libro de catecismo que es el método más comprobado de enseñar su confesión.

Un estudio de la gran Reforma del siglo dieciséis testifica de la secuencia misma de estos eventos – primero la Palabra, luego la confesión, luego los catecismos. La Reforma devolvió la Palabra de Dios al pueblo, la iglesia. Por toda Europa estas iglesias respondieron escribiendo credos y confesiones. Luego siguieron con catecismos, un producto natural de una iglesia confesante y viva. Los catecismos fueron la mejor manera de enseñar a los jóvenes e indoctos.

UN LIBRO DE CATECISMO UNE LAS MANOS

Un libro de catecismo expresa nuestra unidad en la verdad, y enseñarles esa verdad a nuestros hijos nos une con el futuro. Nuestro libro de catecismo también puede estar escrito de tal manera que nos une con el pasado. Si queremos retornar a la fe histórica, estaremos extasiados al encontrar tantas iglesias en la historia cuyos credos y confesiones producen un cálido eco en nuestros corazones.

Sin embargo, la aprobación más importante de cualquier credo, confesión o libro de catecismo proviene del Hijo de Dios, la Palabra encarnada. Necesitamos asegurarnos de que Cristo nos diga lo que le dijo a Pedro, “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mat. 16:17).

En esencia, los libros de Catecismo expresan nuestra confesión común de lo que enseñan las Escrituras. Expresamos nuestra unidad de los unos con los otros en la iglesia local, con otras iglesias que confiesan lo que confesamos, y con las iglesias fieles del pasado. Nos unimos de las manos con Cristo, con nuestros hermanos, y con los santos que han pasado antes que nosotros. Pero tenemos otra dirección a la cual extendernos, y esa es hacia el futuro. Estamos felices de descubrir que el propósito principal de los catecismos es alcanzar a nuestros hijos.

LA PROMESA DE CONSTRUCCIÓN DE PARTE DE CRISTO

Cuando ustedes como padres, maestros o ministros se dan a la tarea de alcanzar a sus hijos y enseñarles la confesión de la iglesia, les aguarda un placer más, y es la corona de gozo. Cristo en la Palabra confronta a la iglesia con la misma pregunta que les presentó a los discípulos. La iglesia responde por medio de confesiones como lo hizo Pedro. Ella recibe la bendición de Dios sobre su respuesta, como Cristo se la otorgó a Pedro.

A medida que la iglesia le enseña la misma confesión a sus hijos, puede escuchar a Cristo decir, “sobre esta roca edificaré mi iglesia” (Mat. 16:18). Esa roca es la confesión de Pedro, la confesión y catecismo de la iglesia. Cristo mismo prometió edificar la iglesia sobre su confesión.

Hemos visto algunos de los principios que se hallan tras la necesidad de los catecismos: nuestra unidad en la verdad y los mandamientos y promesas de Cristo. El reforzamiento de estos principios proviene de dos escritores doctos y elocuentes en la Palabra.

ECOS DEL PASADO

Matthew Henry (1662 – 1774) era un pastor Puritano y comentarista cuyos escritos han aumentado el conocimiento de la verdad, la devoción a Cristo, y el caminar piadoso para muchas generaciones de Cristianos. Henry describe un libro de catecismo como “aquel que tiene el propósito en estas formas de las sanas palabras [los catecismos] … reunir y disponer las verdades y leyes de Dios, y hacer que sean familiares.” Añade también:

1) Por medio estas formas de las sanas palabras, los principios más importa Cristianismo, que se hallan diseminados en la Escritura, son recopilados y reunidos… Ahora, nuestros catecismos y confesiones de fe toman de muchas partes de la sagrada escritura… #2) Por estas, las verdades de Dios son organizadas y dispuestas en orden… la armonía de las verdades divinas, como una tiende a la otra, y todas se centran en Cristo, y la gloria de Dios en Cristo: y así, como las piedras en un arco, se respaldan y refuerzan mutuamente y se fijan la una a la otra… #3) Por estas, las verdades de Dios son presentadas al nivel de capacidad de los jóvenes.1

LA GEOGRAFÍA BÍBLICA

El segundo escritor es G. I. Williamson, un fiel ministro y maestro Cristiano que ha escrito dos buenas guías de estudio para catecismos, una sobre el Catecismo Menor de Westminster y la otra sobre el Catecismo Heidelberg, siendo ambos catecismos muy apreciados provenientes de la Reforma.2 Los padres y los maestros pueden encontrar sus comentarios muy alentadores:

… el catecismo es algo parecido a un mapa. Podríamos preguntarnos, “¿Por qué molestarnos estudiando un mapa? ¿Por qué en vez de eso no solo salimos y estudiamos la superficie de la tierra?” La respuesta, claro está, es que es sabio el que comienza con un estudio de los mapas. Después de todo, la vida es corta y el mundo es muy grande. Una persona, trabajando por sí sola, podría cartografiar sólo una pequeña porción de la superficie de la tierra. Esa es la razón por la cual los mapas son tan valiosos. Existen porque muchas personas, a lo largo de muchos años, han estudiado la tierra. Y aunque estos mapas no sean perfectos, son bastante precisos. De modo que, la mejor manera de comenzar a entender la geografía del mundo no es comenzar con el mundo en sí. No, la mejor manera es comenzar con un buen atlas. Luego, después de haber obtenido un conocimiento de lo básico uno puede salir y comprobar el atlas visitando realmente algunos de los lugares allí descritos.

Es lo mismo con la Biblia. La Biblia contiene una gran riqueza de información. No es fácil dominarla toda – de hecho, nadie jamás la ha dominado completamente. Por lo tanto, sería tonto tratar de hacerlo por nuestra propia cuenta, comenzando desde cero. Estaríamos ignorando todo el estudio de la Palabra de Dios que otras personas han realizado a lo largo de los siglos. Esa es exactamente la razón por la cual tenemos credos. Son el producto de muchos siglos de estudio de la Biblia por parte de una gran compañía de creyentes. Son una especie de “mapa espiritual de carreteras” de la enseñanza de la Biblia, ya elaborado y probado por otros antes de nosotros. Y después de todo, ¿no es esto exactamente lo que Jesús prometió? Cuando estaba a punto de finalizar su obra en la tierra, le hizo esta promesa a sus discípulos: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad” (Juan 16:13). Y Cristo mantuvo su promesa. Cuando llegó el Día de Pentecostés, él envió Su Espíritu para morar en su pueblo. El Espíritu Santo fue derramado – no sobre los individuos cada uno de forma particular, sino sobre todo el cuerpo de creyentes Cristianos reunidos y juntos (Hechos 2). Y desde ese tiempo hasta ahora, le ha estado dando a su iglesia un entendimiento de las Escrituras. No es de sorprenderse que la iglesia se haya expresado desde los primeros tiempos a través de los credos.

Los catecismos, escritos y usados de manera apropiada, nunca reemplazan a la Biblia. Por el contrario, dirigen nuestra atención a la Biblia, despiertan nuestro interés en su esplendor, y reúnen sus verdades. A medida que un catecismo traza el mapa de los grandes rasgos y bosqueja los grandes temas de la Escritura, somos dirigidos a un entendimiento ordenado. De este modo, nuestra lectura y estudio de la Biblia son de más provecho, nuestra vida es más fructífera, y nuestra alabanza y gratitud a Dios son más intensas.

Que el Señor le conceda a la iglesia y al hogar el asumir la tarea de plantar la verdad en los corazones y vidas de la próxima generación, no sea que por descuido o egoísmo dejemos de dotar a nuestros hijos con la plenitud de su herencia en Cristo Jesús. Por la gracia de Dios el antiguo medio de la instrucción catequista puede ser una herramienta vital en esta obra.

bY LeMS

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Comentar

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------
“Cualquier hombre que piensa que es cristiano y que ha aceptado a Cristo para la justificación sin haberlo aceptado al mismo tiempo para la santificación, se halla miserablemente engañado en la experiencia misma”

Archibal A. Hodge

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------