Es Solo por Gracia.

 
Comentario al nuevo Testamento, Mateo.
Por: William Hendriksen.
Capitulo 1: 6b
Editorial Desafio.

6b. David engendró a Salomón de la mujer de Urías. Entre los comentaristas es costumbre señalar el carácter inclusivo de la genealogía. Por ejemplo, se dice que, en contra de la usanza judaica, esta lista con sus tres catorces contiene nombres así de mujeres como de hombres. También incluye a extranjeras, Tamar, Rahab y Rut,127 y nombres de quienes en sentido amplio o restringido, eran judíos. Se hace especial énfasis, generalmente, en el hecho de que no solamente se incluyen los buenos, por ejemplo, Abraham, Isaac, Jacob, sino también los malos: Joram, Acaz, Amón, etc. Algunos de estos antepasados fueron malvados
en un grado increíble.

Como yo lo veo, estas opiniones concuerdan con los hechos, y respaldan las siguientes conclusiones:

1. La jactancia judaica en cuanto a la descendencia de Abraham, se convierte en un injustificable gloriarse en la carne. Es necio e impío. Israel no tiene razón alguna para enorgullecerse de sí. La salvación no es de abajo, del hombre; es de arriba, de Dios (cf. 2 Co. 11:17; Fil. 3:1–8).

2. Jesús es ciertamente Aquel que fue largamente esperado, enviado por Dios para la redención del hombre, porque es él quien cumple la profecía acerca del humilde origen del Mesías (Is. 11:1; 53:2; cf. Mt. 2:23; Jn. 1:46; 7:52).

3. Este Jesucristo es el Salvador del mundo (Jn. 3:16; 4:42), no solamente de los judíos.

Ciertamente hay amplitud en la misericordia de Dios. Los que fueron destinados a salvación fueron tomados de toda nación.

El v. 6 añade énfasis a todo esto. En cuanto al punto 1 (arriba), se recuerda a los lectores el hecho de que el poder señalar al ilustre rey David, sea como antepasado o como rey de su nación, no ofrece base alguna para la jactancia, porque él fue el hombre que, a través de la mujer de otro hombre, esto es, por medio de la mujer que había robado haciendo matar a otro hombre, había llegado a ser el padre del nuevo rey. El primer fruto de la adúltera unión había muerto. Más tarde, de esta misma unión nació Salomón. Léase la forma escandalosa en que David había maquinado y ejecutado la muerte de Urías, a fin de poderse casar con Betsabé, la mujer de ese hombre, con la cual ya había cometido adulterio (2 S. 11).

El solo recuerdo de este episodio de la vida de David refuerza también el punto 2. Con respecto a su “padre” (sólo en el sentido legal)—también, por cierto, con respecto a su madre (véanse vv. 16, 18–25 y la genealogía de Lucas, 3:23–38)—Jesús descendió de un pecador tan grande como David. Finalmente, también enfatiza el punto 3. Aun para David hubo misericordia, por eso hay misericordia para todo aquel que busca refugio en el antitipo de David.

En consecuencia, cuando estudiamos toda la genealogía (vv. 1–17) nos vemos impresionados por el hecho de que aun los hombres buenos tenían necesidad de la gracia de Dios, porque ellos también eran pecadores. Por cierto, con referencia a Abraham se relatan muchas cosas dignas de elogio (Gn. 13:8, 9; 14:13–16; 15:6; 18:22–23; 22:1–19), pero también hay acciones vergonzosas (Gn. 12:10–20; 16:1–6; 20). Lo mismo vale para Isaac: bueno (Gn. 24:63, 67; 26:18–25) y malo (25:28; 26:1–11). El caso no es diferente en cuanto a Jacob: bueno (28:18–22; 32:1, 2, 22–32; 35:1–7; 49:18); malo (Gn. 25:27–34; 27:18–24; 37:3).

Judá también es un ejemplo que imitar (43:8, 9; 44:18–34) y que evitar (Gn. 38). David es el
hombre según el corazón de Dios (1 S. 13:14; 17; 18:5; 24:1–7; 25:32–35, 39–42; 26; 2 S. 7:18–29; 9; 12:13; 18:5, 33; 23:5; Sal. 51 y varios otros salmos); sin embargo, es un gran pecador (además de 2 S. 11, ya considerado, véanse también 1 S. 24:21, 22; 2 S. 5:13; 8:2;
12:31; 21:8, 9; 24). Para mencionar sólo uno más, Ezequías “hizo lo recto ante los ojos de
Jehová, en conformidad a todo lo que David su padre había hecho” (2 R. 18:3, y véase todo ese capítulo; también 2 R. 19:14–19; 20:2, 3; 2 Cr. 29:2, y todo ese capítulo; también los capítulos 30 y 31); pero tampoco era intachable (2 R. 20:12–15; 2 Cr. 32:25).

Ninguno era capaz de salvarse a sí mismo. Todos, aun los mejores de la lista, tenían gran necesidad de redención por la sangre del Redentor prometido. Ellos también confirmaron esto por medio de sus humildes y asombrosamente conmovedoras confesiones (Gn. 49:18; 2 S.
23:5; 2 R. 19:14–19; Sal. 51; cf. Dn. 9:17–19; Lc. 18:13; Ro. 7:24, 25).

Comentario ampliamente recomendado, lo estoy leyendo, estaré subiendo al blog sobre este extraordinario comentario.

Soli deo Gloria

bY LeMS

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“Cualquier hombre que piensa que es cristiano y que ha aceptado a Cristo para la justificación sin haberlo aceptado al mismo tiempo para la santificación, se halla miserablemente engañado en la experiencia misma”

Archibal A. Hodge

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