La Justificación Por La Fe

 
De Juan Calvino
Tomado de: Respuesta al Cardenal Sadoleto

Ahora bien, tú mismo nos absuelves inmediatamente después con tu mismo testimonio, cuando entre tantas enseñanzas nuestras, que te empeñas en escudriñar, no alegas una sola cuyo conocimiento no sea en gran manera necesario para la edificación de la iglesia. En primer término tratas de la justificación por la fe, que es el punto más importante y de más agria controversia entre vosotros y nosotros. ¿Es ésta una cuestión espinosa e inútil? Pues quitad su conocimiento y quedará extinguida la gloria de Jesucristo, abolida la religión, destruida la iglesia y echada totalmente por tierra la esperanza de salvación. Por lo cual decimos que este articulo (que sostenemos ser el supremo en nuestra religión) ha sido maliciosamente borrado por vosotros de la memoria de los hombres; lo cual está amplia y manifiestamente demostrado y declarado en todos nuestros libros. Más aún: la gran ignorancia que todavía ahora reina en todas vuestras iglesias, testimonia que no nos quejamos sin razón. Pero es que, además, obras muy maliciosamente diciendo que al atribuir todo a la fe no damos lugar, ni tenemos en cuenta las buenas obras. No quiero emprender ahora una disputa completa, que requería por cierto un libro entero; pero si echases un vistazo al catecismo y a la instrucción que he escrito para los de Ginebra, cuando era ministro en su ciudad, a la primera frase, como vencido, enmudecerías.

A pesar de esto, expondré brevemente cómo tratamos de este asunto. Primeramente mandamos que cada uno comience por el reconocimiento de si mismo: y no de una manera ligera, o para. salir del paso, sino como si presentase su conciencia ante el tribunal de Dios; y que cuando se encuentre bastante condenado por su propia iniquidad, considere al mismo tiempo la severidad de su juicio que está anunciado contra todos los pecadores. Y que confundido así y abatido por su propia miseria, se prosterne y humille delante de Dios dejando de lado toda confianza en si mismo, y gimiendo tiernamente como condenado a muerte eterna. Después demostramos que el único puerto de salvación está en la misericordia de Dios, que se nos muestra en Jesucristo; pues sólo en Él se ha cumplido todo lo que pertenece a nuestra salvación. Dado, pues, que todos los hombres están condenados como pecadores delante de Dios, decimos que Cristo es la sola justicia: el cual con su obediencia ha borrado nuestras transgresiones; con su sacrificio la ira de Dios ha sido apaciguada; con su sangre nos ha limpiado de toda mancha; con su cruz ha sobrellevado nuestra maldición; con su muerte ha satisfecho por nosotros. De esta manera decimos que ha sido reconciliado el hombre con Dios Padre, por Cristo, no por el mérito dignidad de nuestras obras sino por la bondad y clemencia gratuita del Señor. Al hecho de abrazar a Cristo por la fe y venir como a su comunión y participación, es. a lo que llamamos, según la Escritura, justicia de fe. ¿Encuentras aquí algo, Sadoleto, que puedas reprochar o contradecir? ¿Significa, sin embargo, que no atribuimos nada a las obras? Sostenemos, es cierto, que no valen nada: ni siquiera lo que vale un pelo de la cabeza en orden a la justificación del hombre, pues la Escritura dice claramente, y en muchos pasajes, que todos estamos perdidos; y no hay nadie que en este punto no se vea atormentado por su conciencia. Esta misma Escritura nos señala como única esperanza la sola bondad de Dios, por la cual nuestros pecados nos son perdonados y se nos imputa la justicia. Y sin embargo dice que ambos son un don gratuito; para declarar finalmente que el hombre es bienaventurado sin las obras. ¿Pero qué otra cosa -preguntas tú- entendemos por "justicia", si no se tienen en cuenta las buenas obras? Si pensares detenidamente lo que la Escritura entiende por «Justificar», no te hallarías en esta duda. Pues no la refiere a la propia justicia del hombre, sino a la clemencia y bondad de Dios, la cual otorga la justicia al pecador, aún cuando éste no la haya tenido con Él, sin imputarle ninguna injusticia. Nuestra justicia, repito, es la que describe San Pablo, a saber: que Dios nos reconcilia con Él en Cristo. 

Después pone el medio, a saber: no imputándonos nuestros pecados. Finalmente nos hace ver que somos participes de este bien por la fe, cuando afirma que el ministerio de esta reconciliación está contenido en el Evangelio. Sí, respondes tú, pero la palabra fe es una palabra que abarca mucho y cuyo significado es muy amplio. Todo lo contrario: cuantas veces San Pablo atribuye a la fe la facultad de justificar, la limita y restringe a las promesas gratuitas de la benevolencia de Dios, desviándola absolutamente de la consideración y mérito de las obras. Por eso concluye tan a menudo: si es por la fe, no lo es por las obras; y directamente: si es por las obras, no es por la fe.


Soli Deo Gloria

bY LeMS

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“Cualquier hombre que piensa que es cristiano y que ha aceptado a Cristo para la justificación sin haberlo aceptado al mismo tiempo para la santificación, se halla miserablemente engañado en la experiencia misma”

Archibal A. Hodge

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