La respuesta de Agustín a los pelagianos.



Tomado del Libro La predestinación y la providencia de Dios
Autor: Juan Calvino
Página 99

Calvino comenta: Hace mucho tiempo los pelagianos presentaron este pasaje del apóstol (1 Ti.2:4), y lo esgrimieron en contra nuestra con todas sus fuerzas. Lo que Agustín adujo en respuesta en muchos pasajes de sus obras, me parece innecesario presentarlo en esta ocasión. Mencionaré solo un pasaje, que clara y brevemente demuestra la indiferencia con que trataba dicha objeción:

Cuando nuestro Señor se lamenta de que, aunque deseaba juntar los hijos de Jerusalén como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, no quisieron, ¿debemos suponer que la voluntad de Dios se vio dominada por un número de frágiles hombres, de modo que el Dios Todopoderoso no podía hacer lo que deseaba y se proponía? Si así es, ¿qué será entonces de la omnipotencia por la cual «todo lo que quiere, lo hace en los cielos y en la tierra»? Además, ¿a quién se hallará tan profanamente demente que diga que Dios no tiene poder para convertir para el bien las voluntades malvadas de los hombres que le plazca, cuando le plazca, y según le plazca? Cuando lo hace, lo hace por misericordia, y cuando no lo hace, por juicio no lo hace.


Calvino explica 1 Ti 2:4,

Lo que Pablo realmente quiere decir, empero, en el pasaje que nos ocupa, está perfectamente claro e inteligible para todo aquel que no haya resuelto disputar. El apóstol exhorta a que se hagan solemnes «rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia» (1 Ti. 2:1). Y por causa de que, en aquel tiempo, había tantos y tan furibundos y acerbos enemigos de la Iglesia, Pablo, a fin de evitar que la desesperanza estorbara las oraciones de los fieles, se apresura a hacer frente a sus apuros instándolos encarecidamente a ser constantes en la oración «por todos los hombres», y especialmente «por todos los que están en eminencia». «Porque», dice el apóstol, «Dios quiere que todos los hombre sean salvos».

¿Quién no puede ver que, al decir esto, el apóstol tiene en la mente categorías de hombres y no individuos? En realidad, la distinción que los comentadores hacen aquí no carece de razón y sustancia; que Pablo está hablando de naciones de individuos, no de individuos de naciones. De todos modos, es sin duda evidente que, a partir del contexto no ha de entenderse aquí otra «voluntad» de Dios que la que se revela en la proclamación externa del evangelio. La llana intención del apóstol, por lo tanto, es que Dios «quiere» la salvación de todos los hombres considerados generalmente, a quienes misericordiosamente llama, o invita, por la proclamación pública de la Palabra, a venir a Cristo.


bY LeMS

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“Cualquier hombre que piensa que es cristiano y que ha aceptado a Cristo para la justificación sin haberlo aceptado al mismo tiempo para la santificación, se halla miserablemente engañado en la experiencia misma”

Archibal A. Hodge

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