Por Greg L. Bahnsen
La santificación
Esto tiene
consecuencias amplias para los creyentes. En primer lugar, indica que la
salvación exige la santificación en la vida de uno. El creyente en Cristo no solo
se salva de su culpa moral ante Dios, sino también se salva de la contaminación
moral en la cual vivía anteriormente. El cristianismo no es meramente una
cuestión de creer ciertas cosas y anticipar la felicidad eterna; no comienza y
termina con el perdón de nuestros pecados porque hemos aceptado a Cristo como
Salvador. Igualmente el cristianismo requiere que uno ande continuamente bajo
el señorío de Cristo, que elimine el pecado que mora adentro, y ande justa
mente delante de Dios.
El cristiano es
alguien que ha sido liberado no solo de la maldición del pecado sino que
también de la esclavitud del pecado. La experiencia cristiana se extiende más
allá́ del momento de creer y del perdón hasta el ejercicio diario de buscar la
santificación sin la cual nadie verá a Dios (Hebreos 12:14). Esto implica vida
en el Espíritu Santo, lo que solo significa una santidad progresiva de
conducta. Somos salvos por la gracia por medio de la fe (Efesios 2:8-9) —a una
vida de obediencia: "somos hechura suya, creados en Cristo Jesus para
buenas obras" (v. 10).
Si el andar por
el Espíritu indica que la salvación debe traer santificación, entonces quiere
decir que la salvación produce una vida de obediencia alegre a la Ley de Dios.
La salvación nos libera de la esclavitud del pecado para poder andar conforme a
la Ley (Santiago 1:25; Gálatas 5:13-14), es decir, con una actitud de amor
(véase 1ª. de Juan 5:1-3), porque la evidencia principal de la obra del
Espíritu en una vida es el amor (Gálatas 5:22). Los que se han salvado por
medio de la fe deben ser diligentes en practicar las buenas obras del amor
(Tito 3:5-8; Santiago 2:26; Gálatas 5:6), y tanto el estándar de la buena
conducta como del amor se encuentran en la Ley revelada (Salmos 119:68; Romanos
7:12, 16; 1^ a Timoteo 1:8; Juan 14:15; 2^ de Juan 6).
El Espíritu
Santo obra en el creyente para llevar a cabo el acatamiento a la Ley inspirada
de Dios como un modelo de santidad. El "requisito de la ley" es
cumplido "en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme
al Espíritu" (Romanos 8:4). Cuando Dios pone Su Espíritu dentro de una
persona, causa que esa persona ande en los estatutos del Señor y que guarde Sus
ordenanzas (Ezequiel 11:19-20). Por lo tanto, ya que la salvación requiere la
santificación, y puesto que la santificación requiere la obediencia a los
mandamientos de Dios, el Nuevo Testamento nos enseña que Cristo "llegó a
ser el autor de la salvación eterna para todos los que le obedecen"
(Hebreos 5:9). Esto no contradice la salvación por gracia; es su inevitable
realización.
Soli Deo Gloria
bY LeMDS
Hermano, que el Señor le bendiga. Esta es una clara exposición de la verdad escritural con respecto a nuestra salvación. Es por gracia mediante la fe de principio a fin. Desde el llamamiento hasta la glorificación a causa de la elección. Nuestras luchas con el pecado no cesarán en esta tierra. Sin embargo, el anhelo creciente por la santidad es una realidad en la experiencia de vida de cada creyente en el Señor Jesucristo. El que cree que la salvación se pierde yerra. El que no persevera en la santidad y se va al mundo para entregarse a sus pecados simplemente muestra con ello que nunca fue salvo. El nuevo nacimiento trae consigo un repudio por el pecado (aunque siga el conflicto y el pecado sea atrayente en ocasiones). Aunque caigamos en pecado, no nos quedamos allí. El justo es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto (ese es el día del retorno del Señor).
ResponderBorrarMuchas gracias por sus comentarios hermano.
BorrarSaludos
Esa explicación es muy veráz....Dios le bendiga hermano
ResponderBorrar