CRISTIANISMO EN LA UNIVERSIDAD (15): El desafío de la Academia para los jóvenes cristianos


Por Rev. Augustus Nicodemus Lopes


“Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa." (Romanos 1:20).

Considerando las últimas estadísticas sobre el perfil religioso brasileño, podemos suponer que un gran número de jóvenes cristianos entran a las universidades en cada nuevo ciclo escolar. Los evangélicos representan más del 25% de la población brasileña y la iglesia evangélica en Brasil es conocida en el extranjero como una iglesia joven, con un gran número de jóvenes que profesan la fe en Jesucristo.

Sin embargo, los años de experiencia en la academia, en contacto con los jóvenes y sus problemas, me enseñaron que en muchos de ellos su fe es sacudida durante su estancia en las universidades. No tengo las estadísticas de esto aquí en Brasil, pero si tengo las cifras de una investigación realizada en los Estados Unidos por el renombrado Instituto Barna (Noviembre 2011) entre los jóvenes que nacieron en hogares cristianos y dejaron de asistir a sus iglesias. Salvo algunos porcentajes, creo que estas cifras reflejan de manera general la realidad brasileña.


Según la investigación, uno de cada nueve alumnos pierde su fe cuando entra a la universidad, y se convierten en ateos o agnósticos. Cuatro de cada diez dejan de asistir a la iglesia, aunque todavía se consideran cristianos. Dos de cada diez tienen con frecuencia, ciertas dudas al relacionar su fe con la sociedad y el mundo. Y tres de cada diez jóvenes criados en la iglesia permanecen firmes en su fe durante la universidad.

La investigación Barna identificó algunos factores que contribuyeron para que solo el 30% de los jóvenes permanecieran firmes en sus convicciones. Sólo una pequeña minoría de jóvenes cristianos había sido educada para pensar sobre cuestiones de fe, vocación y cultura. Uno en cada cinco tenía alguna idea sobre cómo la Biblia debería orientar sus intereses escolares y profesionales. Y la mayoría no tenía mentores adultos o amistades de importancia significativa como cristianos mayores, que pudieran orientarlos a través de las inevitables preguntas que surgen durante el curso de sus estudios.

En otras palabras, de acuerdo con el Instituto Barna el ambiente universitario no es el causante de la desconexión que se da entre los jóvenes cristianos y el Cristianismo, sólo expone la fe superficial de muchos jóvenes discípulos. Muchos de ellos ya se habían desconectado emocionalmente del Cristianismo antes de los 16 años de edad. Cuando entran a la universidad, la presión de sus compañeros, la influencia de maestros ateos o agnósticos y el ambiente general de la academia influenciado por el naturalismo filosófico termina sepultando lo que antes ya era una fe moribunda.

Lo jóvenes cristianos que entran a la universidad deberían estar preparados para enfrentar los desafíos que la incredulidad generalizada representa para sus convicciones. La causa de que este desafío sea tan grande es que la incredulidad viene a menudo disfrazada de ciencia. El joven cristiano debería estar consciente de los límites de la ciencia – ella se pronuncia sobre la realidad visible y cuantificable, pero no puede establecer los límites de la realidad. El materialismo, que hoy es la presuposición principal de muchos que hacen ciencia, siempre producirá modelos reduccionistas de la realidad. Deberían recordar también que el problema no es la ciencia, sino la filosofía materialista y naturalista que domina la academia hoy – ideología que tuvo su origen en la Ilustración y el racionalismo. Como ya vimos en otros post de esta serie, diversas ramas de la ciencia moderna tuvieron como fundadores o divulgadores a científicos cristianos como Louis Pasteur, Isaac Newton, Johannes Kepler y Robert Boyle, por mencionar unos cuantos.

Otro punto a recordar es que siempre hubo científicos cristianos de renombre -aunque representaban a una minoría dentro de la academia moderna- que no encontraron conflicto entre su fe y su labor científica. Entre ellos, varios ganadores de premios Nobel, como por ejemplo:

Max Planck (1858-1947), Premio Nobel de Física en 1919. "Desde la infancia la fe firme e inquebrantable en el Todopoderoso y Todo Bondadoso - está profundamente arraigada en mí. Estoy seguro que Sus caminos no son nuestros caminos; pero la confianza en Él nos ayuda a vencer las pruebas más difíciles.”
Albert Einstein (1879-1955), ganador del Premio Nobel de Física en 1921. "A todo científico debe serle natural algún tipo de sentimiento religioso, ya que no puede asumir que las apreciaciones extremadamente sutiles hayan sido pensadas por primera vez por él. En el universo incomprensible se revela una mente infinita.”
Werner Heisenberg (1901-1976), Premio Nobel de Física en 1932. "El primer sorbo de la copa de las ciencias naturales hace ateo; pero en el fondo del vaso Dios lo aguarda.
Nevill Mott (1905-1996), Premio Nobel de Física en 1977. "Los milagros de la historia humana son aquellos en donde Dios habló a los hombres. El gran milagro para los cristianos es la resurrección. Algo sucedió a aquellos pocos hombres que conocían a Jesús que los llevó a creer que Jesús estaba vivo, con tal intensidad y convicción que esta fe sigue siendo la base de la iglesia cristiana dos mil años después.”
Arthur L. Schawlow (1921-1999), Premio Nobel de Física en 1981.”...encuentro una necesidad de Dios en el universo y en mi propia vida... Tenemos la suerte de tener la Biblia, y especialmente el Nuevo Testamento, que nos habla de Dios en términos humanos muy accesibles, aunque también nos deja algunas cosas difíciles de entender.”
William Daniel Phillips (1948), Premio Nobel de Física en 1997. "Muchos científicos son también personas con una fe religiosa bastante convencional. Yo, un físico, soy un ejemplo. Creo en Dios como Creador y Amigo. Es decir, creo que Dios es personal e interactúa con nosotros.
Para los cristianos, Dios es la mejor explicación para todos los aspectos de nuestra vida y para todo aquello que nos rodea, tales como el origen del mundo, la vida y la inteligencia, el propósito y la intención (design) que se percibe en la naturaleza, lo complejo de la realidad, el orden y coherencia que existe en el universo, la realidad moral, ética y valores humanos. Él es la mejor respuesta a nuestro deseo de perdón. Esta es también la forma de pensar de Arthur Compton (1892-1962), Premio Nobel de Física en 1927. "Para mí, la fe comienza al comprender que una inteligencia suprema llamó el universo a la existencia y creó al hombre. No es difícil creer esto, pues es innegable que donde hay un plan, también hay una inteligencia - un universo ordenado y en expansión prueba la veracidad de la declaración más poderosa que jamás fue proferida: 'En el principio Dios creó'.” Siguiendo la misma línea está otro ganador del Premio Nobel de Física en 1974, Antony Hewish (1924): "creo en Dios. No tiene el menor sentido para mí suponer que el universo y nuestra existencia son sólo un accidente cósmico, que la vida emergió por medio de procesos al azar en un ambiente que sólo por casualidad tuvo las propiedades correctas.

Actualmente hay muchos científicos de renombre que profesan creer en el Dios de la Biblia, como Francis Collins, que durante 15 años fue director del Proyecto Genoma, que mapeó el ADN humano en 2001. Fue blanco de críticas por parte de sus colegas, cuya mayoría negaba la existencia de Dios, Collins lanzó como respuesta, en 2006 en los Estados Unidos, el libro El lenguaje de Dios, con el subtítulo "La evidencia científica de la fe." En las casi 300 páginas del libro, el biólogo cuenta como dejó de ser ateo para convertirse en cristiano protestante a los 27 años y narra las dificultades que enfrentó en el medio académico al revelar su fe.

Finalmente, muchos de los que tratan de destruir la fe en Dios en nombre del cientificismo y del conocimiento no tienen nada mejor que poner en su lugar.

Termino este capítulo con una nota positiva. En estos años de contacto con la academia vi también casos de jóvenes que encontraron a Dios en la universidad. En la gran mayoría de los casos, esta conversión se dio a través de colegas cristianos o por el interés que despertó en ellos por la lectura de la Biblia. El propósito de las universidades confesionales es crear un ambiente donde la fe y la ciencia pueden convivir y evitar que se conviertan en un cementerio para las creencias cristianas.


Traducción al Español: Lenin MDS

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“Cualquier hombre que piensa que es cristiano y que ha aceptado a Cristo para la justificación sin haberlo aceptado al mismo tiempo para la santificación, se halla miserablemente engañado en la experiencia misma”

Archibal A. Hodge

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