EL MALENTENDIMIENTO DE LA FE

Por Brian Onken

En Eclesiastés leemos que "no hay nada nuevo debajo del sol," y la verdad de este proverbio puede ser vista en este crecimiento fenómeno del cuerpo de Cristo que pudiera ser llamado "el movimiento de la fe." Parece que casi todos los creyentes (y muchos no creyentes) se han encontrado con esta enseñanza en una u otra ocasión. Es fácil reconocerla ya que afirman cosas tales como:

¡Usted puede tener lo que diga!

La razón por la cual usted no ha sido sanado es que no tiene suficiente fe.
Podemos obtener lo que queramos de Dios siempre y cuando decimos lo que queremos, creemos que es nuestro y lo confesamos.

La fe no es algo que tenemos, si no más bien algo que hacemos.
Use su fe, confíese la Palabra de Dios. Si queremos que la Palabra de Dios obre por nosotros, debemos ponernos al lado de ella.

El pasaje de Eclesiastés anteriormente citado referente a esta enseñanza no es completamente nuevo. Se deriva de un antiguo problema; un problema con el cual Israel se enfrento algunas veces. Un verso de Jueces lo resume así:

En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía.

Jueces 21:25 (énfasis añadido)

"Un momento," dirán algunos de los hermanos que predican la "fe." "No estamos haciendo lo que bien nos parece, estamos haciendo lo que Dios dice. Caminamos por fe en su Palabra. Estamos viviendo en la perfecta voluntad de Dios."

Quizás ese es justamente el problema. Al parecer el mayor problema con los cristianos que se ven envueltos en el movimiento de la "fe" y la "confesión positiva" es que creen saber exactamente lo que Dios quiere en cualquier momento. Actúan como si todo el consejo de Dios les pudiera ser (y les ha sido) revelado completamente. A veces responden como si Dios les hubiera explicado todo lo que pensó, planeó, o dispuso. Por lo tanto hacen lo que creen que es correcto, lo que ellos piensan que es la voluntad de Dios desde su propia perspectiva.

Sin ninguna intención de parecer sarcástico o poco amable lo anterior parece ser básicamente el problema. Lo que Dios sí nos dice acerca de su voluntad, su camino, y sus pensamientos pueden ser muy perspicaz.

"Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos," dijo Jehová. "Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos y mis pensamientos más que vuestros pensamientos."

Isaías 55:8-9 (énfasis añadido)

¡Oh la profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuan insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?

Romanos 11:33-35 (énfasis añadido)

Estos versículos (y muchos mas) parecen indicar que la mente de nuestro Dios ilimitado no es completamente conocida (o aun conocible) por seres como nosotros. Esto no significa que no hay cosas que nos han sido reveladas; sin embargo, no estamos al tanto de todos Sus pensamientos.

Al darnos cuenta de que no se nos ha dado a conocer completamente su voluntad, habrá cosas que El hará que nos parecerán raras y tal vez extrañas. Pondremos en tela de juicio lo que hace porque no comprendemos el resultado final. Sobre todo porque El es soberano, no tiene que contestarnos y puede hacer lo que El quiera.

Nuestro Dios está en los cielos; todo lo que quiso ha hecho.

Salmos 115:3

Todo lo que Jehová quiere, lo hace. En los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos.

Salmos 135:6

Nabucodonosor conoció acerca de este Dios soberano de un modo bastante duro. Había rehusado reconocer que "el Altísimo reina sobre los hombres" (Dan. 4:25). A causa de su arrogancia y actitud egoísta, fue afligido por el Señor. Fue echado a los campos para vivir como un animal hasta que reconociera que Dios podía hacer lo que El quisiera. Cuando Nabucodonosor recobró la razón, dijo:

Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según Su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?

Daniel 4:34, 35

El reconocimiento de Nabucodonosor pone el asunto en relieve. Dios no tiene que respondernos por lo que hace. Esto no quiere decir que El rehusa revelarnos Su voluntad; todo lo que quiere decir es que puesto que El es soberano, no podemos demandar que se someta a nuestra voluntad o que nos tenga al tanto de todos sus planes.

A la par con el concepto erróneo sobre la voluntad de Dios, hay otro malentendido adoptado por este movimiento. Este error es la definición equivocada de la palabra "fe."

Diferentes palabras se traducen como "fe" o "creer" tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Es importante comprender el significado dado a estas palabras.

Mientras el Antiguo Testamento claramente recalca el temor al Señor, un gran número de expresiones, tales como esperar, confiar, buscar refugio en Dios, buscarlo, depender en El, fijar nuestro corazón en El, y serle fiel. Dan abundante evidencia de que este no es un temor cobarde sino al contrario un temor reverente e infantil y enfatiza la necesidad de ese amoroso compromiso de uno hacia Dios que es la esencia misma de la fe salvadora.(énfasis añadido)

La palabra más comúnmente usada para "creer" en el Antiguo Testamento (he' emin) es muy parecida a la palabra (pisteuo) la cual es traducida de una manera muy similar en el Nuevo Testamento. Las dos significan "creer" o "tener fe en." Por lo tanto nosotros podemos definir la fe como sigue:

Los principales elementos de la fe en relación con el Dios invisible, se obtienen con el uso del sustantivo [pistis] y su correspondiente verbo [pisteous]; son: (1) una firme convicción que produce un reconocimiento completo de la revelación de Dios, e.g., 2 Tesalonicenses 2:11,12; (2) una rendición personal a El, Juan 1:12; (3) un comportamiento inspirado por tal rendición,
2 Corintios 5:7.(2) (énfasis añadido)

Nótense de nuevo los elementos de una rendición personal al Señor. Como escribió el teólogo Louis Berkhof, "En los dos Testamentos, la fe es el mismo compromiso radical de uno mismo hacia Dios..."(3)

Uno puede preguntar, "¿A dónde nos lleva todo esto?" Parece que la definición de la fe descrita aquí, está en desacuerdo con el mensaje fundamental de las llamadas "enseñanzas de la fe." El "movimiento de fe" parece enseñar que el creyente ha de (1) controlar de cierta manera la voluntad perfecta de Dios, y luego (2) ejercer "fe" para hacer que lo que creen es la voluntad de Dios que se realice. "Fe" en este contexto es simplemente el poder de una fuerza activada por medio de la confesión de ciertas palabras que hacen que ciertos eventos sucedan. Es una demanda que Dios nos conteste según nuestro entendimiento de Su voluntad.

Para las personas en el "movimiento de fe," la fe no es tanto una rendición a la persona de Dios sino como ellos insisten, ya que "entienden" la mente de Dios ahora El está obligado a cumplir de acuerdo a sus expectaciones. La fe, en este caso, llega a ser la determinación de hacer que las cosas se realicen de cierto modo (según el propio entendimiento de la situación).

Con estas dos definiciones de la fe en mente, vamos ahora a las Sagradas Escrituras para ver en dónde se encuentra la verdad. Entonces le dijeron, "¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?" Respondió Jesús y les dijo: "Este es la obra de Dios, que creáis en aquel que él ha enviado."

Juan 6:28-29 (énfasis añadido)
Nótese que se demanda fe para hacer lo que Dios requiere de nosotros, y que ese objeto de la fe ha de ser la persona de Jesús. Nuestra confianza, esperanza y dependencia han de estar en el Señor mismo. Como dice en Proverbios:

Fíate de Jehová de todo corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.

Proverbios 35:6

En el capítulo 11 de Juan tenemos una ilustración que puede ayudar. Este capítulo se trata de la resurrección de Lázaro.

En el versículo 4, Jesús dice claramente que lo que le va a suceder a Lázaro es para la gloria de Dios (nótese que éste es el punto de vista del Señor). Sin embargo, María y Marta tienen opiniones un poco diferentes.

Cuando las dos encuentran al Señor, cada una dice, "Señor si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto." (versos 21, 32). Las dos creen algo acerca de Jesús. Asumen saber cuál es la voluntad del Señor, que si Jesús hubiera estado allí. Lázaro no hubiera muerto y por lo tanto expresan dudas acerca del momento en que Jesús llegó.

Si en verdad creían que Jesús era "el Cristo, el Hijo de Dios, que ha vinido al mundo" (v. 27), como dijo Marta, ¿porqué no confiaron en que El sabía cuál hora era la mejor para venir y qué era lo que tenía que hacer? ¿Qué clase de fe demostraban?

Las respuestas de Marta a Jesús durante su encuentro son reveladoras. Ella expresa fuertes convicciones acerca de ciertos atributos y capacidades de Jesús (muy parecido a los del "movimiento de la fe"). Ella insiste en que El puede sanar (v. 21), que El resucitará a los muertos algún día (v. 24), y que es el Cristo, el Hijo de Dios (v. 27). Pero todo esto es simplemente una convicción firme de las cosas que ella cree que son verdaderas acerca de Jesús. (Esto no es para dar a entender que estas cosas no son verdaderas, solamente una observación de que ella reconoce su creencia en ciertas cosas acerca de Jesús).

Pero nótese que cuando Jesús les dice que quiten la piedra. Marta pone en duda Su juicio (v. 39). Viendo que Jesús no reaccionaba conforme a su entendimiento, ella se turbó.

Cuando Jesús le recuerda a ella la necesidad de creer (v. 40), evidentemente no está llamándola a una convicción más firme acerca de su deseo de ver a Lázaro resucitado. Tampoco la está llamando a que ella misma ejerza fuerza o poder. Le está exhortando a que ponga su confianza en lo que El cree que es lo mejor, aunque ella no lo entienda. Ella tiene que rendir su entendimiento de lo que cree que es la voluntad de Dios y sencillamente confiar en Jesús solamente.

Este pasaje ilustra el asunto que estamos tratando. La enseñanza acerca de la fe en el "movimiento de fe" conduce a una actitud caracterizada por María y Marta. Ellas tenían un entendimiento acerca de Dios y ellas insistían que El debía de actuar de acuerdo al entendimiento de ellas. Aquí hay una falta de rendición personal a un Dios que es infinito en inteligencia y entendimiento.

La Palabra de Dios no nos exhorta a que pongamos nuestra confianza en nuestro entendimiento de la Palabra o en lo que creemos que Dios quiere hacer. La Palabra nos llama a considerar al Señor, digno de nuestra confianza en cuanto a Su carácter y Sus motivos, sin tener en cuenta nuestro entendimiento. Nos anima a que pongamos nuestra confianza en Su capacidad de hacer lo que considera ser lo mejor, a pesar de nuestras opiniones de lo que "tiene que ser" o "debería ser." La Biblia nos estimula a que quitemos nuestra vida de nuestro propio cargo y nos confiemos totalmente al cuido del Señor (véase Mat. 9:27-30).

Hay promesas en la Palabra de Dios, pero no están para darnos un pretexto para hacer que Dios "obre" de acuerdo a nuestro entendimiento de lo que Dios quiere hacer. Estas promesas nos llevan a un Dios que es digno de nuestra confianza; nos dan razones para rendir nuestra vida a Su voluntad, sea lo que sea.

Por ejemplo, yo no estaría confiando verdaderamente en que usted cuidará mi coche, si después de dejarle las llaves, empezara a decirle exactamente qué debería hacer para cuidar el coche. Sencillamente lo usaría a usted para que hiciera las cosas a mi manera. Tal acción de mi parte indicaría muy poca confianza o fe en usted.

La fe, la verdadera fe bíblica, implica rendición; la rendición a Dios y a Su voluntad momento a momento, aun si no lo entendemos. La fe es confiarle toda nuestra vida y luego confiar en El para que haga lo que considere ser mejor. Puesto que Su voluntad y Sus caminos son a menudo diferentes a los nuestros, a veces esa rendición quizás sea desagradable. La fe dice, "Está bien; El sabe lo que hace."

La fe, también es el recibir las cosas buenas de la vida y entender que esto no es el resultado de nuestros esfuerzos, sino siplemente la obra de El, quien obra de acuerdo a Su propia voluntad. Por lo tanto, la oración de fe más elevada es sencillamente, "Hágase Tu voluntad." En esas palabras afirmamos nuestra confianza en El que hace lo que quiere. Esta es la dase de fe que resuena en las palabras de Job:

He aquí, aunque él me matare, en él esperaré. Job 13:15

Justamente como en los días de Jeremías, la fe es dejar nuestra vida al cuidado de Dios. De cualquier manera que las cosas nos parezcan, la fe continúa manteniéndose firme en la verdad que cualquier cosa que Dios quiera es finalmente la mejor.

Sea bueno, sea malo, a la voz de Jehová nuestro Dios al cual te enviamos, obedeceremos, para que obedeciendo a la voz de Jehová nuestro Dios nos vaya bien.

Jeremías 42:6

NOTAS
1.
Louis Berkhof, Systematic Theology (Teología sistemática) (Crand Rapids: Eerdmans, 1941), pág. 499.

2. W. E. Vine, Expository Dictionary of New Testament Words (Diccionario expositivo de palabras del Nuevo Testamento) (Old Tappan, New Jersey: Revell, 1966), pág. 71.

3. Berkhof, Op.Cit., pág. 498.

By LeMS.

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“Cualquier hombre que piensa que es cristiano y que ha aceptado a Cristo para la justificación sin haberlo aceptado al mismo tiempo para la santificación, se halla miserablemente engañado en la experiencia misma”

Archibal A. Hodge

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