Mirad, Velad y Orad

Por: John Wyclif

JOHN WYCLIF (c. 1320-1384). Durante su docencia en Oxford, en el Balliol College llegó a ser conocido como el "Doctor evangélico" por su amor a las Escrituras. Atacó repetida y fieramente a la jerarquía eclesiástica por sus abusos, y llegó a exponer doctrinas que la Reforma proclamaría ciento cincuenta años más tarde. Por su audacia tuvo que abandonar la cátedra de Oxford, y al retirarse dijo: "No obstante, la verdad triunfará". Su labor más importante, sin embargo, fue la traducción de la Biblia al idioma popular de Inglaterra. Creó una compañía de predicadores itinerantes para difundir el evangelio entre el pueblo. Es reconocido como "el fundador de la prosa inglesa", En 1428, por orden de .Roma, sus restos, fueron quemados y arrojadas sus cenizas al Avon.


"Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo.
Marcos 13:33.


Este evangelio nos dice cómo deben velar los hombres, y especialmente los obispos. Primero Cristo ordena tres cosas a aquellos que están en órdenes: primero, nos ordena mirar, después velar, y tercero, orar, para continuar las otras dos. La primera es necesaria para los prelados; porque así como el sentido de la visión es de todos los sentidos el que muestra que uno es más vigilante, la vista de la ley de Dios hace al hombre más vigilante ante Dios. Porque esta ley es fe, para que el hombre sea más estudioso. Cristo ordena que el hombre mire, no las vanidades del mundo, ni la inestable ley del hombre, porque ambas cosas perjudican a los hombres, sino la ley de Cristo, esto es, el libro de vida y palabra de Dios, Jesucristo. De modo que aquí se nos ordena dirigir nuestro principal sentido hacia Dios. Del segundo sentido dice David (Sal. 85: 8): "Escucharé lo que hablará Dios, porque hablará paz a su pueblo". De modo que si la bula manda guerra, para matar hombres por razones desconocidas, o no es mandamiento de Dios, o la gente es gente del diablo. Del tercer sentido dice Pablo (2ª Cor. 2:15) que él y sus semejantes son para Dios grato olor en Cristo, porque siguen a Cristo en su vida. Del cuarto sentido dice el Salmo (34:8): "Gustad y ved que es bueno el Señor", mientras las otras cosas, mundanas, son amargas; porque aunque al principio parezcan dulces, el final de ellas es amargo como el ajenjo. Del quinto sentido dice Jesús (Mat. 11:29-30): "Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí"— estas dos lecciones: que soy manso y humilde de corazón; porque mi yugo es suave y ligera mi carga, puesto que él atrae a los hombres hacia arriba y no los lanza al infierno abajo. Así, pues, hemos de vigilar bien, y descansar estos cinco sentidos en Dios; porque aunque uno tenga toda la fe que la ley de Dios enseña, si no vela en caridad, toda la vista del tal no es nada. Por tanto, la segunda palabra nos ordena velar sin cesar delante de Dios. Y puesto que no podemos perseverar en ello a no ser que Dios continúe dándonos su gracia, la tercera palabra nos ordena orar por su gracia...

La razón que Cristo da para que debamos orar se menciona antes en Mateo (24:42), y es que no sabemos cuándo ha de venir el Señor. "Porque no sabéis cuándo será el tiempo", dice Cristo (Mar. 13:33-34); como el caso del hombre que salió en una peregrinación y dejó su casa y ordenó al portero que velara. Ese hombre que se fue en una peregrinación es Jesucristo, Dios y hombre; él dejó los bienes de su Iglesia en manos de los hombres, pero especialmente de los obispos, a quienes ordena que guarden a su Iglesia, y especialmente a las almas, guardándolas y enseñándoles según la ley de Dios. Puesto que la Iglesia de Cristo son hombres que estarán después a salvo en el cielo, y esos hombres tienen aquí todo este mundo, y mucho más esos grandes prelados, éstos debieran guardar todas las obras de Dios, y velar en caridad... Así, pues, a muchos les parece que nadie debería asumir el obispado o la cura de almas sino con gran temor, no sea que resulten incapaces delante de Dios y de los hombres que podrían condenarse, y no se salven las ovejas. Pues en tal caso su deseo de obispado hace mucho daño a las almas, espe-cialmente si asumen su cura por ganancia o por alabanzas mundanas; porque Dios da suficiente trabajo a los hombres, especialmente a sus sacerdotes, a quienes da autoridad y entendimiento para gobernar a su Iglesia según su ley; en lo que los hombres tendrían que poner más cuidado, puesto que es algo grande y difícil. De este modo cuidaron Pedro y los otros apóstoles de la Iglesia de Cristo, y no, como ahora se acostumbra, por elección de hombres y jurisdicciones.

Pero es algo terrible que ahora los sacerdotes mantengan inmundicia y vanidad, y pongan en eso su intento, y para ese fin añaden las leyes. Porque la ley que Cristo dio, y la designación que él hizo, serian suficientes para gobernar a su Iglesia sin las leyes que ahora se hacen. El oficio de predicar el evangelio, con unos pocos sacramentos más, sería un servicio ligero y suficiente para que lo desempeñaran tales sacerdotes; y esto es lo que hicieron Pedro y Pablo y cada uno de los otros apóstoles. Ellos lucharon no por la elección del hombre, ni por jurisdicciones, porque la Iglesia no estaba todavía dotada para esas cosas mundanales, sino para recibir la recompensa de Cristo por el buen cuidado de su Iglesia. Y no sólo esos sacerdotes tenían cuidado de la Iglesia de Cristo, sino reyes y príncipes de este mundo, como lo atestigua Isidoro. Así todo hombre a quien Dios le da poder y entendimiento para conocer su voluntad, debiera aprovechar a la Iglesia de Cristo en proporción a su poder y entendimiento; pues Dios requerirá esto estrictamente a todos los tales, en el día del juicio. Porque Dios ha dado a esos hombres tal poder para que sirvan a Dios en la tierra y aprovechen a su santa Madre Iglesia, a quien deberían ayudar. Y esta obligación ya es suficientemente estricta, aunque los hombres no crearan otras obligaciones, porque obliga a cada hombre a beneficiar a su Madre. ¿Qué necesidad hay de crear nuevas obligaciones, que hacen más mal que bien, y que el hombre no puede romper ni aflojar a no ser que Dios las ordene especialmente?

Y para este fin Cristo ordena a los hombres que velen, especialmente por esta razón (Mar. 13:35-37): porque no sabéis cuándo vendrá el Señor de la casa, ya sea a la hora de la muerte del hombre o de su juicio final. Luego, él habla sobre esta responsabilidad con más énfasis que todo... Porque los hombres ignoran el momento en que Dios vendrá para estos juicios, se dice que vendrá "en la noche". Una noche se divide en cuatro períodos: noche y medianoche, canto del gallo y mañana; y todas estas horas son desconocidas. Porque sea que pasemos de la vida a la muerte o de este tiempo al juicio final, en cualquiera de las cuatro horas... nunca sabemos cuan cercana o lejana está la venida de este Señor. Y en todas las horas, si somos salvos, debemos despertarnos del pecado, no sea que seamos hallados durmiendo en esa hora. Porque la trompeta nos despertará, para bienaventuranza o para pena. Y este Señor condenará a todos los que sean hallados durmiendo; porque todo hombre que sea salvo será limpio en el día del juicio. Por eso Cristo habla en general, para grabar su amor en los corazones de todos los hombres: "Lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad."

bY LeMS


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“Cualquier hombre que piensa que es cristiano y que ha aceptado a Cristo para la justificación sin haberlo aceptado al mismo tiempo para la santificación, se halla miserablemente engañado en la experiencia misma”

Archibal A. Hodge

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