Por: Luis Berkhof
NOMBRE Y CONCEPTO DE LA GRACIA COMÚN
NOMBRE
El nombre "gracia común" como designación de la gracia que estamos discutiendo, no puede decirse que deba su origen a Calvino. El Dr. H. Kuiper en su obra Calvin on Common Grace, dice que encontró nada más cuatro pasajes en las obras de Calvino, en las que el adjetivo "común" se usa con el nombre "gracia", y en dos de ellos el Reformador está hablando de la gracia salvadora. No obstante, en la teología Reformada posterior, el nombre gratia communis se hizo de uso general para expresar la idea de que esta gracia se extienda a todos los hombres, en contraste con la gratia particularis que se limita a una parte de la humanidad, es decir, a los elegidos. En el transcurso del tiempo se hizo evidente que el término "communis" admitía varias interpretaciones. En la teología holandesa con frecuencia se considera como equivalente de "general", y como resultado, se ha hecho costumbre en los Países Bajos hablar de "gracia general" (algemeene genade). No obstante, hablando con precisión, el término communis, según se aplica a gracia, aunque implica que es general, en algún sentido de la palabra, acentúa el hecho de que esta gracia es para la comunidad, es decir, que la poseen en común todas las criaturas, o todos los hombres, o todos los que viven bajo la administración del Evang elio. Es por eso, que el Dr. Kuiper clasifica la gracia común de la que habla Calvino, bajo tres títulos, es decir:
1. Gracia Común Universal, gracia que se extiende a todas las criaturas
2. Gracia Común General, es decir, la gracia que se aplica a la humanidad en general y a cada miembro de la raza humana
3. Gracia Común del Pacto, una gracia que es común a todos aquellos que viven en la esfera del pacto, sea que pertenezcan o no, al número de los elegidos.
Es muy evidente que los teólogos Reformados también clasifican bajo el término "gracia común" a cierta gracia que no es general, es decir, los privilegios externos de aquellos que están viviendo bajo la administración del evangelio, incluyendo al llamamiento universal externo. Al mismo tiempo hacen notar que esta gracia, a diferencia de la gracia común general, pertenece a la economía de la redención.
Por último, debe notarse que el término gratia communis es susceptible de recibir, y ya recibe, no nada más una interpretación cuantitativa, sino también cualitativa. Puede denotar una gracia que es común en el sentido de ordinaria. A diferencia de las operaciones especiales del Espíritu Santo, llamamos ordinarias a las comunes. Sus operaciones naturales o usuales se contrastan con aquellas que son desusadas y sobrenaturales. Este es el significado del término "común" en la Confesión de Westminster, Capítulo X, inciso 4, y en el Catecismo Mayor de Westminster, Preg. 60. W. L. Alexander declara de la gracia común que disfrutan los que viven bajo el evangelio: "La gracia que de esta manera se proporciona es común, no en el sentido de que se dé a todos los hombres en común, sino en el sentido de producir efectos que son ordinarios, y que no alcanzan el grado de eficacia realmente salvadora". Entendida de este modo, la gracia de Dios puede ser común sin ser general o universal.
CONCEPTO
La diferencia entre gracia común y gracia especial no se aplica a la gracia como atributo de Dios. No hay en Dios dos clases de gracia, sino una sola. La gracia divina es aquella perfección de Dios en virtud de la cual El demuestra su favor hacia los hombres, favor inmerecido y hasta malogrado por ellos. No obstante, esta gracia única de Dios, se manifiesta en dones y operaciones diferentes. La más rica manifestación de ella se ve en aquellas operaciones bondadosas de Dios que tienden a, y resultan en, la remoción de la culpa, de la corrupción, del castigo del pecado y en la salvación final de los pecadores.
Pero aunque esta sea la obra cumbre de la gracia de Dios, no es su única manifestación. Aparece también en las bendiciones naturales que Dios derrama sobre los hombres en la vida presente, a pesar de que el hombre las ha desperdiciado y se encuentra bajo sentencia de muerte. La gracia única de Dios se ve en todo lo que El hace para refrenar la devastadora influencia y el desarrollo del pecado en el mundo, y para sostener, enriquecer y desarrollar la vida natural de la humanidad en general, y la de aquellos individuos que constituyen la raza humana. Debe acentuarse que estas bendiciones naturales son manifestaciones de la gracia de Dios para el hombre en general. Algunos prefieren decir que las bendiciones naturales son expresiones de su bondad, cariño, benevolencia, misericordia o longanimidad, pero parece que olvidan que no podría ser bueno, cariñoso o benévolo con los pecadores a menos que, ante todo, fuera generosísimo en gracia.
No obstante, debe recordarse que el término gratia communis aunque por lo general designa una gracia que es común a toda la humanidad, también se usa para denotar la gracia que es común a los elegidos y a los no elegidos que están viviendo bajo el evangelio, por ejemplo, el llamamiento externo evangélico para ambos por igual, y aquella iluminación interna y aquellos dones del Espíritu de que leemos en Heb. 6: 4-6. No obstante, se entiende que estos privilegios pueden llamarse gracia común nada más en el sentido de que los gozan sin discriminación tanto los elegidos como los reprobados, y de que no constituyen gracia especial en el sentido de la gracia salvadora. A diferencia de las manifestaciones más generales de la gracia común, estos privilegios aunque no constituyen una parte de la gracia de Dios que conduzca necesariamente a la salvación, están, a pesar de todo, relacionados con el proceso soteriológico. Tales manifestaciones de la gracia común, se llaman a veces gracia "especial", pero en este caso, "especial" no es equivalente de "lo que salva". Se puede decir, en general, que cuando hablamos de "gracia común", tenemos en mente una de dos cosas,
(a) aquellas operaciones generales del Espíritu Santo por medio de las cuales sin renovar el corazón, ejercita tal influencia moral sobre el hombre, por medio de su revelación general o especial, que el pecado queda refrenado, el orden en la vida social queda sostenido, y se promueve la justicia civil; o (b) aquellas bendiciones generales, como la lluvia y el fulgor del sol, el alimento y la bebida, el vestido y el techo, las cuales Dios imparte a todos los hombres, en donde quiera, sin discriminación y en la medida que a Él le parece buena.
Deben notarse los puntos de diferencia, siguientes, entre la gracia especial (en el sentido de que salva) y la gracia común:
1. La extensión de la gracia especial está determinada mediante el decreto de elección. La gracia está limitada a los elegidos, en tanto que la gracia común no se limita a ese número, sino que se concede a todos los hombres sin discriminación. El decreto de elección y reprobación no tiene ninguna influencia determinante sobre la gracia común. No puede decirse que los elegidos reciban mayor medida de la gracia común que los no elegidos. Es asunto que todos conocen y que ha sido observado con frecuencia, es a saber, que los malvados, a menudo, poseen mayor medida de gracia común y tienen mayor participación en las bendiciones naturales de la vida que los piadosos.
2. La gracia especial remueve la culpa y la pena del pecado, cambia la vida íntima del hombre y lo limpia, por grados, de la corrupción del pecado, mediante la operación sobrenatural del Espíritu Santo. La gracia especial actúa sin variación en la salvación del pecador. Por otra parte, la gracia común nunca remueve la culpa del pecado, no renueva la naturaleza humana, sino que nada más tiene un efecto frenante sobre la influencia corruptora del pecado, y en cierta medida mitiga sus resultados. No efectúa la salvación del pecador, aunque en algunas de sus formas (llamamiento externo e iluminación moral) puede relacionarse estrechamente con la economía de la redención y tomar un aspecto soteriológico.
3. La gracia especial es irresistible. Esto no da' a entender que sea una fuerza determinante que obligue al hombre a creer en contra de su voluntad, sino que mediante el cambio del corazón, hace que el hombre de una manera por completo voluntaria acepte a Jesucristo para salvación y se someta a la obediencia de la voluntad de Dios. La gracia común es resistible, y de hecho, siempre se le resiste en mayor o menor grado. Pablo demuestra en Rom. 1 y 2 que ni los gentiles, ni los judíos estaban viviendo a la altura del nivel de la luz de que gozaban. Shedd dice: "En la gracia común el llamamiento para creer y arrepentirse es invariablemente estéril, porque el hombre es enemigo de la fe y del arrepentimiento, y está esclavizado por el pecado". No tiene eficacia salvadora porque deja al corazón sin cambio alguno.
4. La gracia especial opera de una manera espiritual y re-creativa, renovando toda la naturaleza del hombre, y haciendo de esta manera que el hombre pueda y quiera aceptar la oferta de salvación en Cristo Jesús y producir frutos espirituales. Al contrario, la gracia común opera nada más de una manera racional y moral, convirtiendo al hombre de modo general en receptor de la verdad, presentándole para ello motivos que influyan en su voluntad, y apelando para lograrlo a los deseos naturales del hombre. Esto equivale a decir que la gracia especial (salvadora) es inmediata y sobrenatural puesto que obra en el alma en forma directa mediante la potencia instantánea del Espíritu Santo, en tanto, que la gracia común es el producto de la operación mediata del Espíritu Santo, por medio de la verdad de la revelación general o especial y mediante la persuasión moral.
Este concepto de la gracia común debería cuidadosamente distinguirse del concepto de los arminianos que consideran que la gracia común es uno de los eslabones del ordo salutis y le atribuyen importancia salvadora. Sostienen que en virtud de la gracia común de Dios el hombre irregenerado es perfectamente capaz de ejecutar en cierta medida el bien espiritual, volverse a Dios con fe y arrepentimiento y de esta manera aceptar a Jesús para salvación. Van todavía más allá de eso y sostienen que la gracia común por medio de la iluminación de la mente y la influencia persuasiva de la verdad incita al pecador a aceptar a Jesucristo y volverse a Dios con fe y arrepentimiento, y que el hombre con seguridad alcanzará esta finalidad, si no es que como pecador, con toda obstinación, resista a la operación del Espíritu Santo. Los Cánones de Dort tuvieron presente esto cuando rechazaron el error de aquellos que enserian "que el hombre natural y corrupto puede usar de manera tan buena la gracia común (por la cual entienden la luz de la naturaleza), o los dones que todavía le quedan después de la caída, que podrá, mediante el buen uso de ellos ganar, poco a poco, grados más altos, es decir, la gracia evangélica o salvadora, y la misma salvación".
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