EL PROPÓSITO DE LA EXPIACIÓN PARTE 1

La expiación estuvo destinada a modificar la relación de Dios con el pecador, el estado y la condición de Cristo como el autor medianero de la salvación, y el estado y la condición del pecador. 


1. SUS EFECTOS CON REFERENCIA A DIOS. Debe acentuarse primero que todo, que la expiación no efectuó cambio en el Ser íntimo de Dios, el cual es inmutable. El único cambio que trajo fue el que tuvo que ver en la relación de Dios con los objetivos de su amor expiatorio. Dios fue reconciliado con aquellos que eran objeto de su ira judicial. Esto significa que su ira se regresó mediante el encubrimiento sacrificatorio del pecado de ellos. La expiación no debe representarse como la causa que mueve el amor de Dios, porque ella misma ya es una expresión de su amor. Frecuentemente se le representa como si de acuerdo con la teoría de la santificación Dios no pudiera amar al pecador sino hasta que sus justas demandas hubieran sido satisfechas. Pero entonces se pasa por alto el hecho de que Cristo ya es el don del amor de Dios, Juan 3: 16. Al mismo tiempo es perfectamente cierto que la expiación quitó los obstáculos para la manifestación del amor redentor de Dios en el acto de perdonar a los pecadores y en su santificación, satisfaciendo la justicia de Dios y las demandas de la ley en sus dos aspectos, el representativo y el penal. 

2. SUS EFECTOS CON RESPECTO A CRISTO. La expiación aseguró una multiforme recompensa para Cristo como Mediador. Fue constituido el Espíritu que da vida, la inextinguible fuente de todas las bendiciones de la salvación para los pecadores. Recibió: 

a. Todo lo que pertenece a su glorificación, incluyendo su presente gloria mesiánica. Así se explica que haya orado, en su oración sacerdotal, cuando su pensamiento anticipado veía ya su trabajo como concluido. "Ahora pues, Padre, glorifícame Tú para contigo, con aquella gloria que tuve contigo antes de que el mundo fuese", Juan 17: 5. 

b. La plenitud de estos dones y gracias que El imparte a su pueblo. Por eso leemos en el Salmo 68: 18: "Subiste a lo alto, cautivaste la cautividad, tomaste dones para los hombres, y también para los rebeldes, para que habite entre ellos Dios". Pablo aplica esto a Cristo en Ef. 4: 8. 

c. El don del Espíritu Santo para la formación de su cuerpo místico y la aplicación subjetiva de los frutos de su obra expiatoria. Esto resulta evidente de las palabras de Pedro en el día de pentecostés: "Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís", Hech. 2: 33. 

d. Los límites de la tierra por su posesión y el mundo por su dominio. Esta fue una de las promesas que le fueron hechas: "Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra", Sal 2: 8. Heb. 2: 6-9 da completa evidencia de que esta promesa ya fue cumplida. 

3. SUS EFECTOS EN LO QUE AL PECADOR CONCIERNE. 

a. La expiación no solamente hizo posible la salvación para el pecador, sino que también se la aseguró. En este punto los calvinistas no opinan lo mismo que los católicos romanos, los luteranos, los arminianos y todos aquellos que enseñan una expiación universal. Estos sostienen que la expiación de Cristo únicamente hizo posible la salvación, pero no segura para aquellos por quienes fue ofrecida. En cambio, los calvinistas enseñan que la expiación aseguró meritoriamente la aplicación de la obra de redención para aquellos a quienes fue preparada y de esta manera convirtió su salvación en completamente cierta. 

b. Para quienes fue hecha les aseguró: (1) Una posesión judicial adecuada por medio de la justificación. Esto incluye el perdón de los pecados, la adopción de hijos y el derecho a una herencia eterna (2) La unión mística de los creyentes con Cristo por medio de la regeneración y de la santificación. Esto incluye la modificación gradual del viejo hombre y la gradual posesión del hombre nuevo creado en Cristo Jesús. (3) Su bendición final en la comunión con Dios por medio de Jesucristo, en la glorificación, subjetiva y en el goce de la vida eterna en una nueva y perfecta creación. Todo esto obvia claramente la objeción que con tanta frecuencia se presenta en contra de la doctrina penal substitucionaria de la expiación, es decir, que no tiene consecuencias éticas y que no ofrece base alguna para la vida ética del redimido. Hasta puede decirse que es la única doctrina de la expiación que ofrece una base segura para una vida ética, una vida enraizada en el corazón por medio de la operación del Espíritu Santo. La justificación conduce derecho a la santificación. 

Teologia Sistematica
por Luis Berkhof

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bY LeMS

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“Cualquier hombre que piensa que es cristiano y que ha aceptado a Cristo para la justificación sin haberlo aceptado al mismo tiempo para la santificación, se halla miserablemente engañado en la experiencia misma”

Archibal A. Hodge

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