Amilenarismo

 
Comentario al NT Apocalipsis
Por Simón Kistemaker

 Este término utiliza el prefijo a y deja la impresión de que sus proponentes no tienen ningún interés en un período milenario. Este no es el caso, porque de hecho creen en un milenio, aunque no en sentido literal sino simbólico. Entienden el término como un período de duración indefinida. El amilenarista Hoekema comenta que - el milenio en Apocalipsis 20 no es exclusivamente futuro, sino que está ya ahora en proceso de realización - .

Los amilenaristas insisten en la doctrina del reino de Cristo que Juan el Bautista y Jesús anunciaron (Mt. 3:2; 4:23; Mr. 1:14–15). Jesús es rey en su reino, porque su discurso de entronización registra las palabras  - Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra -  (Mt. 28:18). Con excepción de Judas, todos los escritores del Nuevo Testamento mencionan el reino de Dios. Describen el reino como espiritual (véase Jn. 18:36) pero tangiblemente presente en esta tierra y manifestado en todo lugar. Saben que, llegado el momento, Jesús entrega el reino al Padre en la consumación (1 Co. 15:24). Por tanto enseñan, primero, que el reino está presente ahora; segundo, que después del regreso de Cristo se producen la resurrección y el juicio; y tercero, que Cristo gobernará eternamente el reino en una tierra nueva y perfeccionada (compárese con Mt. 26:29; 2 P. 3:13; Ap. 19:9).

La escena que se describe en Apocalipsis 20:4 es el cielo, donde Cristo reina y donde los santos están sentados con él en tronos. En numerosos pasajes en todo Apocalipsis el trono de Cristo siempre se sitúa en el cielo y lo mismo su pueblo.  Además, en por lo menos dos versículos, el término alma significa almas sin cuerpo (6:9; 20:4).

El pasaje 20:4–6 crea por lo menos una dificultad, a saber, la interpretación de la cláusula; - Esta es la primera resurrección - (v. 5b). Los premilenaristas dicen que si hay una primera resurrección, entonces por implicación hay una segunda. Y si la segunda es la resurrección física del cuerpo, entonces podemos suponer que la primera debería interpretarse en consecuencia. Una primera resurrección debe ir seguida de una segunda, del mismo modo que una segunda muerte va precedida de una primera. Concluyen, pues, que hay un intervalo de mil años entre estas dos resurrecciones.

Esta argumentación cuidadosamente elaborada, sin embargo, plantea el interrogante interesante de cuál es el significado y la secuencia del verbo volver a la vida en los versículos 4 y 5. Si las almas de los que fueron decapitados (v. 4b) volvieron a la vida y ahora reinan con Cristo en el cielo (v. 4d), entonces Juan transmite no el pensamiento de una resurrección física sino el paso de la muerte física a una vida glorificada en el cielo. Y los que murieron pero no volvieron a la vida (v. 5a) experimentan exactamente lo opuesto de los santos que están con Cristo. Los incrédulos no viven ni reinan sino que están espiritualmente muertos y, con la segunda muerte, son condenados para siempre (2:11; 20:6b, 14; 21:8). Juan escribe acerca de los incrédulos como un paréntesis (v. 5a); luego prosigue diciendo que los creyentes que han vuelto a la vida y reinan con Cristo han experimentado la primera resurrección.

Agrega que sobre estas almas la - segunda muerte no tiene poder -.  En el contexto de los versículos 4– 6, la primera resurrección comunica una resurrección espiritual.

Un comentarista escribe que si se interpreta la primera resurrección en forma espiritual (es decir, las almas que volvieron a la vida) y la segunda de manera literal (o sea, los muertos que no volvieron a la vida), - entonces se pierde por completo todo significado en el lenguaje, y las Escrituras dejan de ser un testimonio concreto de algo -.Pero nótese que Juan no dice que los muertos vuelven a la vida; sólo señala que las almas vuelven a la vida. El énfasis se pone en la relación espiritual que tienen los creyentes con Jesús; los incrédulos carecen de esta relación.

Aunque decimos que, por implicación, hay una segunda resurrección y una primera muerte, es significativo que Juan las omita ambas. Pone un énfasis espiritual en la primera resurrección y la segunda muerte. Para los creyentes la primera resurrección es compartir la vida que Cristo da por medio de su resurrección. Como lo dice Pablo:

- ¿Acaso no saben ustedes que todos los que fuimos bautizados para unirnos con Cristo Jesús, en realidad fuimos bautizados para participar en su muerte? Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, a fin de que, así como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva (Ro. 6:3–4, bastardillas agregadas).

- [Ustedes fueron] sepultados con él en el bautismo, en el cual también fueron resucitados mediante la fe en el poder de Dios, quien lo resucitó de entre los muertos (Col. 2:12, cursiva agregada).

Cuando los creyentes mueren, sus almas siguen viviendo en el cielo donde reinan con Cristo. Participan de lleno en la resurrección de Cristo, porque - su vida y reinado se interpretan por su incorporación en él -. Más aún, del mismo modo que Cristo fue resucitado físicamente de entre los muertos, así los creyentes serán resucitados como atestiguan las Escrituras (p.ej. 1 Co. 15:20–23). Juan enseña la resurrección física en su evangelio (Jn. 11:23–26), pero en Apocalipsis ilustra a los creyentes acerca de su resurrección espiritual (20:4–6). Sólo los creyentes reciben vida perdurable, en tanto que - el resto de los muertos no vivieron hasta que se completaron los mil años - (20:5a). Los incrédulos son resucitados - para quedar en la vergüenza y en la confusión perpetuas - (Dn. 12:2). El verbo griego edsēsan (volver a la vida) se encuentra en el contexto de Apocalipsis 20:4–5. Aparece también como singular en la parábola del hijo perdido (Lc. 15:24, 32), donde el padre exclama que su hijo menor vuelve a vivir, que significa que su hijo ha experimentado un renacimiento espiritual.

El apóstol Juan tiene inclinación a utilizar palabras con más de un significado. Por ejemplo, el término mundo puede significar creación, humanidad y personas a favor o en contra de Dios. A menudo, sin mencionarlo, cambia de una connotación a otra. Deja que el lector comprenda la intención del escritor respecto a una palabra concreta con la ayuda de un estudio cuidadoso del texto. La búsqueda exegética no garantiza unanimidad entre los estudiosos de Apocalipsis, pero sí significa un reto para que todos seamos diligentes en la palabra.


bY LeMS

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“Cualquier hombre que piensa que es cristiano y que ha aceptado a Cristo para la justificación sin haberlo aceptado al mismo tiempo para la santificación, se halla miserablemente engañado en la experiencia misma”

Archibal A. Hodge

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