EL MILENIO

 Tomado de:  Pbro. David Legters M.
Sem. Teol. Pres. “San Pablo”

“Los que aman la venida del Señor no son aquellos que afirman que está lejos, ni son los que dicen que está cerca; sino son los que la esperan – sea lejano o cercano – con una fe sincera, una esperanza firme y un amor ferviente.” (San Agustín)


1.0- Nuestros símbolos doctrinales:
1.1- Catecismo Menor:

Preg. #26- ¿Cómo ejecuta Cristo el oficio de Rey?

R- Cristo ejecuta el oficio de Rey, sujetándonos a sí mismos, rigiendo y defendiéndonos, y restringiendo y venciendo a todos sus enemigos y los nuestros. Sl 110:3; Hch 2:36; 18:9-10.

Comentario de Ezequiel Lango (pp. 65-68)

Que Cristo es Rey, y no sólo Rey, sino el Rey de reyes y el
Señor de los señores, es bien claro en la Santa Escritura. Descendiente de David, aún desde el punta de vista meramente humano, fue rey; pero no es ciertamente en este aspecto en el que lo contemplamos como Rey, sino en el sentido espiritual, que es mucho más amplio y de mayor importancia.

Varias veces, cuando estuvo sobre la tierra, fue reconocido como Rey (Jn 1:49; Lc 19:36-40); ante Pilato aseguró ser Rey, aclarando que su reino no era de este mundo (Jn 18:36-37); y es también como Rey que lo mencionan en diversas ocasiones los profetas
del Antiguo Testamento.

Lo primero que en el ejercicio de sus poderes reales hace
Cristo, es sujetar a sí mismo a todos los suyos, a aquellos que antes eran enemigos declarados de Dios (Col 1:21). No somos por naturaleza leales a Cristo, y por consiguiente no podemos disfrutar de los beneficios de la reconciliación por Él efectuada; pero Él como Rey poderoso que es, nos conquista y nos sujeta a sí mismo sin otro propósito que hacernos bien (1ª Co 1:23-34; Fil 3:
20-21). ¡Qué armas tan preciosas son las que Él utiliza para este objeto! Son: su Gracia, su Palabra y su Espíritu.

Después de hacernos sus súbditos, sus agradecidos servidores, continúa ejerciendo sus poderes reales, dándonos sus leyes, leyes de amor que ha resumido en dos grandes preceptos: amor hacia Dios y amor hacia el prójimo (Mt 22:37-40); y el servidor fiel deja de ser llamado servidor, para ser llamado amigo, a condición de amar y obedecer a su Rey y a todos sus compañeros en el servicio bendito para el cual fue elegido (Jn 15:14-16).

Pero no sólo ha dado estas sus suaves, sus dulces leyes de amor; sino que sabiendo q. sus servidores están siempre expuestos a los ataques de numerosos enemigos, está siempre dispuesto a defenderlos, por lo cual la seguridad de los suyos está garantizada (Sl 19:11; 89:18; Jn 10:27-30).

Finalmente, en el ejercicio de su oficio, restringe y vence a sus enemigos y a los nuestros. Él sabe perfectamente cuán numerosos y poderosos son estos enemigos que nos atacan tan frecuentemente.

Los principales de ellos son: Satanás q ha combatido siempre en contra de los hombres y se atrevió aun a tratar de echar a perder la Obra del Señor haciéndolo caer, lo que no consiguió (Gn 3:1-15; Ap 12:9; Mt 4:1-11); nuestra propia naturaleza corrompida (Stg 1:13-15) q. se manifiesta en numerosos pecados (Gá 5:19-21); el mundo del cual la Palabra de Dios nos exhorta para que no lo amemos porque no le pertenecemos (1ª Jn 2: 15-17; Jn 17:14,16); y finalmente la muerte, q. al fin será definitivamente vencida para nosotros, como lo fue para Cristo (1ª Co 15:26). Todos estos enemigos son en extremo poderosos; pero es muy consolador pensar que Cristo los trata a todos como sus propios enemigos, pues q. nosotros al creer en Él somos miembros de su cuerpo espiritual que es su Iglesia (1ª Co 12:12,27). Más consolador todavía es saber, que no habrá un solo enemigo que no haya de ser completamente vencido por Cristo, y por consiguiente por nosotros en Él, porque “es menester que él reine hasta que ponga a todos sus enemigos por estrado de sus pies” (1ª Co 15:25). ¡Qué promesas tan consoladoras!

¡Cuánta fuerza espiritual nos proporcionan! Cristo restringe a todos estos enemigos impidiéndoles hacer el daño que se proponen hacer, y al fin de todo, serán absolutamente vencidos por Él (1ª Jn 3:8; Jn 16:33; 1ª Co 15:25). Esta victoria está garantizada porque el poder de Cristo es superior al poder de sus enemigos, que lo son también nuestros (Mt 28:18; 1ª Jn 4:4.

¡Cuán imperiosa es la necesidad, querido hermano, de que aceptes a Cristo no sólo como Profeta que te revela la voluntad de Dios para tu salvación; no sólo como tu Sacerdote que por su muerte en la cruz te reconcilia con el Padre y continúa rogando por ti en las alturas; sino que lo aceptes también como tu Rey, como tu Rey poderoso que te ama y está dispuesto en todo tiempo, lugar y circunstancia a protegerte y a proporcionarte la fuerza que tú no tienes para vencer a los numerosos enemigos que ansiosamente buscan tu perdición! ¡Ábrele de par en par las puertas de tu corazón y déjale reinar en él, entregándole tu vida entera hasta el extremo de que puedas decir como el Apóstol: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gál 2:20). Consérvate unido a Él tan íntima, firme y permanentemente, como las ramas lo están al tronco que las sustenta y les da vida (Jn 15:1-11). ¡Recíbele como tu Rey! ¡Jamás te arrepentirás de hacerlo!

Preg. #28- ¿En qué consiste la exaltación de Cristo?

R- La exaltación de Cristo consiste en haber resucitado de entre los muertos al tercer día, en haber ascendido al cielo, en estar sentado a la diestra de Dios Padre, y en venir, el último día, para juzgar al mundo. 1ª Co 15:4; Ef 1:20; Hch 17:31.

Comentario de Ezequiel Lango:

El último paso en su estado de exaltación a que nuestro Catecismo se refiere es: que vendrá el último día para juzgar al mundo. Es esta una doctrina perfectamente clara en las Santas Escrituras. Se refiere al último día del mundo actual, que desaparecerá para dar lugar a uno nuevo. (Ap 21:1) La segunda venida del Señor, ya no será como Redentor, sino como Juez; aunque vendrá en la plenitud de su majestad y gloria. (Mt 25:31- 46; 16:27; Dn 7:13-14; Sl 98:4-9; Is 66:15-16; Rm 14:9-12; Ap 20: 12-15; Ec 12:14; Jn 12:48; 2ª Tm 4:1; Ap 22:12) Ese gran día será de intensa alegría para los redimidos; pero de una tremenda amargura para los que desecharon al Salvador. (Mt 25:34; Ap 6:17) ¿Estás debidamente preparado para el gran día? Si Cristo es realmente tu Salvador, si de veras tienes tu esperanza sólo en él y estás procurando hacer su voluntad, eres bienaventurado. En caso contrario, tu fin será la condenación eterna.

Preg. #102- ¿Qué rogamos en la segunda petición?

R- En la segunda petición, que dice: “Venga tu reino”, rogamos la destrucción del reino de Satanás; el progreso del reino de gracia; que nosotros y los demás hombres seamos introducidos y conservados en éste; y que venga pronto el reino de gloria. (Sal 68:1; Jn 12:31; Mt 9:37-38; 2ª Ts 3:1; Rm 10:1; Ap 22:20)

Comentario de Ezequiel Lango:

Que Satanás es el príncipe de este mundo, es una verdad reconocida aun hasta por nuestro Salvador (Jn 14:30); por eso los hombres, bajo su influencia, se han constituido en enemigos de Dios. Pero frente a su poder se levanta un poder mayor, que es el de Cristo, quien vino al mundo para establecer el Reino de Dios.

Por esto, aun antes de pedir algo material para nosotros, nuestro espíritu ha de desear ardientemente que este reino santo quede definitivamente establecido, después de ser destruido totalmente el de Satanás. (Sal 68:1; Jn 12:31) Entretanto que el gran día triunfal de Cristo llega, su reino va creciendo entre numerosas dificultades y tropiezos; pero está ya cercano el día en que él, viniendo en toda su potencia y gloria, derrotará completamente al enemigo y su reino quedará firmemente establecido. Por esto, nuestra constante oración ha de ser: “¡Ven, Señor Jesús!” (2ª Ts
3:1; Ap 22:20).

1.2- Catecismo Mayor preguntas ##87-90:

Preg. #87: ¿Qué creemos nosotros respecto de la resurrección?

R- Nosotros creemos que en el último día habrá una resurrección general de los muertos, así justos como injustos (1), y los que sean hallados vivos serán transformados en un momento, y los mismos cuerpos de los muertos que han estado en la tumba, serán unidos a sus almas para siempre y se levantarán por el poder de Cristo (2). Los cuerpos de los justos, por el Espíritu de Cristo, y por la virtud de la resurrección de este último como su cabeza, se levantarán en poder, espirituales, incorruptibles y hechos semejantes a su cuerpo glorioso (3). Los cuerpos de los malvados serán levantados en deshonra por él como por un juez ofendido (4).

(1) Hch 24:15
(2) 1ª Co 15:51-53; 1ª Ts 4:15-17; Jn 5:28-29
(3) 1ª Co 15:21-23,42-44; Fil 3:21; Dn 12:2
(4) Jn 5:58-59; Dn 12:2; Mt 25:33

Preg. #88: ¿Qué seguirá inmediatamente después de la resurrección?

R- Inmediatamente después de la resurrección seguirá el juicio universal y final de los ángeles y de los hombres (1), cuyo día y hora ningún hombre sabe, para que todos velen y oren, y estén siempre prontos para la venida del Señor.

(1) 2ª Pd 2:4; 2ª Cor 5:10; Ap 20:12
(2) Mat 24:36,42,44; Luc 21:35-36

Preg. #89: ¿Qué será hecho a los malvados el día del juicio?

R- En el día del juicio los malvados serán puestos a la izquierda de Cristo (1), y fundada en la más clara evidencia y con la plena convicción de sus propias conciencias (2), recibirán la temible pero justa sentencia de condenación pronunciada contra ellos (3) y entonces serán echados fuera de la presencia benéfica de Dios, y de la compañía gloriosa de Cristo, de los justos y de todos los santos ángeles, e irán al infierno donde serán castigados con tormentos indecibles tanto en el cuerpo como en el alma, con el diablo y sus ángeles para siempre (4).

(1) Mt 25:33 (2) Rm 2:15 (3) Mt 25:41-42
(4) Mt 25:46; 2ª Ts 1:8-9; Lc 16:26; Jn 3:36; Mc 9:43-44; Mc 14:21

Preg. #90: ¿Qué se hará a los justos en el día del juicio?

R- En el día del juicio, siendo llevados a Cristo en las nubes (1), serán puestos a su derecha y allí reconocidos y absueltos públicamente (2), y se unirán a Cristo para juzgar a los ángeles y hombres reprobados (3), serán recibidos en el cielo (4), donde ellos estarán enteramente para siempre libres de todo pecado y miseria (5), llenos de goces inconcebibles (6), hechos perfectamente santos y felices tanto en el cuerpo como en el alma, en compañía de santos y ángeles innumerables (7), pero especialmente gozarán de la fruición y visión inmediata de Dios el Padre, de nuestro Señor Jesucristo y del Espíritu Santo, por toda la eternidad (8). Esta será la comunión plena y perfecta que los miembros de la iglesia invisible gozarán con Cristo en gloria en el día de la resurrección y el juicio.

(1) 1ª Ts 4:17 (2) Mt 25:33; Mt 10:32
(3) 1ª Co 6:2-3 (4) Mt 25;34,66
(5) Ef 5:27; Ap 7:17; 14:13; 21:4;
(6) Sal 16:11; 1ª Co 2:9 (7) Heb 12:22-23
(8) 1ª Jn 3:2; 1ª Co 13:12; 1ª Ts 4:17-18; Ap 22:3-5


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“Cualquier hombre que piensa que es cristiano y que ha aceptado a Cristo para la justificación sin haberlo aceptado al mismo tiempo para la santificación, se halla miserablemente engañado en la experiencia misma”

Archibal A. Hodge

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