Tomado del libro Carismatismo y Reforma Protestante
Autor Prof. Carlos Cruz Moya
Páginas 59 – 65
Para el año de 1525 se publica de Lutero “Contra los
Profetas Celestiales”. Después de la Dieta de Worms, Lutero fue protegido por
Federico el sabio en wartburgo. Esto permitió que uno de sus colaboradores,
Carlstadt, llevara la Reforma a extremos nunca antes visto. En medio del furor
y el desorden no faltaron aquellos que se creían inspirados por el Espíritu
Santo. Desde la ciudad alemana de Zwickau llegan personas que históricamente
son conocidos como “Los profetas de Wittenberg o Zwickau”. El historiador James
Atkinson nos dice:
“Al mismo tiempo que las
actuaciones de Carlstadt en misa, dos fanáticos, Nicolas Storch y Marcos
Stubner, llegaron a Wittenberg, se les
unió el Teologo Martin Celario, que iba a desempeñar un importante papel en la
guerra del campesinado, y que acababa de venir desde Zwickau, donde había
provocado una gran agitación. Presumían de haber recibido una revelación
directa de Dios, mientras que Lutero humildemente había predicado la sumisión
del corazón creyente a la palabra de Dios. Una teología semejante no
satisfactoria a estos fieros entusiastas. Proclamaban que ellos hablaban con Dios,
que conocían directamente al Espíritu Santo”.
“Durante los días que
cerraban el año 1521, tan llenos de excitación para la gente de Witternberg,
vinieron a la ciudad tres hombres, conocidos en la historia como los Profetas de Zwickau…. Nicolas Storch, un tejedor de Zwickau, proclamó que había
tenido visiones del ángel Gabriel que le había revelado: “Tu te sentaras
conmigo en mi trono”. Empezó a predicar. Tomas Muntzer, a quien los magistrados
habían nombrado predicador urbano. . . elogió sus discursos, declarando que
Storch exponía las Escrituras mejor que cualquier sacerdote.”
Eran tan persuasivos que hasta el mismo Melanchton
dudó. Nos dice Roland H. Bainton:
“Mientras Wittenberg estaba así convulsionado por los iconoclastas
desde Zwickau, cerca de la frontera bohemia, llegaron tres laicos diciendo que
eran profetas del Señor y que habían tenido intimas conversaciones con el
Todopoderoso. No necesitaban la Biblia, sino que confiaban en el Espíritu. Si
la Biblia fuera importante, Dios la hubiera dejado caer directamente desde el
cielo. . . . Melanchton los escuchó lleno de asombro y escribió al Elector:
“Apenas puedo deciros cuan profundamente conmovido me hallo. Pero nadie, como
no sea Martin, podía juzgarlos. Como el evangelio está en peligro, debería
dárseles la oportunidad de que se encuentren con él. Ellos lo desean. No os
hubiera escrito si el asunto no fuera tan importante. Debemos cuidarnos de no
resistir al Espíritu de Dios, pero también de no entregarnos al demonio.”
Pero como bien dijo Melanhton, fue Martin Lutero quien
juzgo a este grupo de visionarios. En el escrito “contra los profetas
celestiales” el tema principal es la interpretación luterana del sacramento de
la Santa Cena, principalmente dirigido contra Andres Carlstadt y sus
acompañantes. Lutero tuvo palabras para aquellos que apelaban al ‘Espíritu’.
Nos dice el Reformador:
“porque este espíritu ha
procedido así. Primeramente, anda solapadamente en el país por acá y acullá
agitando ocultamente y buscando correligionarios. Ahora, cuando cree tener
seguidores, prorrumpe porfiadamente, opinando que ha ganado. Su confianza no está en Dios, que habla con
ellos, como se jactan, sino en el favor del populacho, basándose en carne y
sangre. . . Le roban furtivamente la fe de las letras. Abundan las palabras
esplendidas. Quien no conoce al diablo podría creer que tiene cinco espíritus
santos consigo. Empero si alguien les pregunta cómo se llega a este alto
espíritu no te indican el evangelio
externo, sino el país de Jauja, diciendo: “Quédate a la espera, como yo lo he hecho, y tu tendrás la experiencia.
Una voz celestial vendrá y Dios hablara contigo”. Si sigues preguntando por
la espera, saben de ella tanto como el doctor Carlstadt del idioma griego y
hebreo. ¿No ves ahí al diablo, el enemigo del orden divino? Vocifera la palabra
‘espíritu, espíritu, espíritu´, y sin embargo, mientras tanto derriba puentes,
pasaderas, caminos, escaleras, y todo, por los cuales el Espíritu de Dios puede
venir hacia ti , a saber: el orden externo de Dios en el signo material del
Bautismo y en la Palabra oral de Dios y
(el diablo) te quiere enseñar, no como
llega el Espíritu hacia ti, sino como tú debes llegar hacia el Espíritu para
que aprendas a viajar sobre nubes y cabalgar sobre el viento, no dicen no
obstante, como o cuando, donde y que, sino que debes experimentarlo tú mismo
con ellos…”
“Pero, quien lo cumple ya ha
saltado dentro del Espíritu con botas y todo, y es espiritual, ¡oh santos
maravillosos! Mas les preguntas quien se
los manda, con un ligero movimiento de la mano contestan: ´¡oh mi Dios me lo
dice y manda!´ Todos sus sueños son mera palabra de Dios. ¿Qué piensas de
esos muchachos? Comprendes, acaso, ¿Quién es este espíritu? Además, hacen caso
omiso de lo que Dios ha ordenado interiormente, como la fe, y precipitan y
fuerzan todas las palabras y Escrituras exteriores que insisten en la fe
interior, para matar el viejo hombre de un nuevo modo exterior e inventan aquí
‘desbaste, meditación, asombro, espera’ y otras
fantasmagóricas mas, de las cuales no figura letra alguna en la Escritura. . .
”
Las palabras de Lutero nos llaman a la reflexión.
La experiencia religiosa era el reclamo de los
entusiastas para verificar la
autenticidad de sus alegaciones, pero los reformadores contestaron con la
Escritura como única regla de fe y conducta. Hoy los herederos fidedignos de
los que quisieron menoscabar el fundamento de la Reforma es el carismatismo
desenfrenado que ha repudiado la Sola
Scriptura y reclama sobre ella su experiencia.
bY LeMS
hermano puedo postear esto en mi blog? gracias
ResponderBorrarAdelante hermano Anderson.
BorrarEs un placer servirle.
Saludos
Lenin