LAS COSAS QUE SE SIGNIFICAN Y SELLAN EN LA CENA DEL SEÑOR

LAS COSAS SIGNIFICADAS EN EL SACRAMENTO

El sacramento se caracteriza por representar una o más verdades espirituales mediante señales sensibles y externas. La señal externa en el caso de la Cena del Señor incluye no sólo los elementos visibles empleados, sino también el partimiento del pan y el derramamiento del vino, la apropiación del pan y el vino comiendo y bebiendo, y la participación de ellos en la comunión con o tros. Los puntos siguientes deben mencionarse aquí:

1. Es una representación simbólica de la muerte del Señor, I Cor. 11: 26. El hecho central de la redención, prefigurado en los sacrificios del Antiguo Testamento se presenta con claridad por medio de los importantes símbolos del sacramento del Nuevo Testamento. Las palabras de la institución, "partido por vosotros" y "derramada por muchos", apuntan al hecho de que la muerte de Cristo fue sacrificial, para el beneficio y todavía más, en lugar de su pueblo.

2. También simboliza la participación del creyente con el Cristo crucificado. En la celebración de la Cena del Señor los participantes no solamente miran a los símbolos, sino que los reciben y se alimentan con ellos. Figurativamente hablando, "comen la carne del Hijo del hombre, y beben su sangre", Juan 6: 53, es decir, simbolizan de manera apropiada los beneficios asegurados mediante la muerte sacrificadora de Cristo.


3. Representan, no sólo la muerte de Cristo como el objeto de la fe, y el acto de la fe que une al creyente con Cristo, sino también el efecto de este acto, en el sentido en que da vida, fuerza y gozo al alma. Esto se implica en los emblemas usados. Precisamente como el pan y el vino nutren y dan vigor a la vida corporal del hombre, así Cristo sostiene y aviva la vida del alma. Los creyentes se representan por lo general en la Escritura como los que tienen en Cristo vida, fuerza y felicidad propia.

4. Por último, el sacramento también simboliza la unión de los creyentes entre sí. Como miembros del cuerpo místico de Jesucristo, constituyen una unidad espiritual, comen del mismo pan y beben del mismo vino, I Cor. 10: 17; 12: 13. Reciben los elementos el uno de la mano del otro y ejercitan comunión íntima, mutuamente.

LAS COSAS SELLADAS EN LA CENA DEL SEÑOR

La Cena del Señor no sólo es un signo sino también un sello. Muchos, en la actualidad, pierden esto de vista, y tienen un concepto muy superficial de este sacramento, considerándolo nada más como un memorial de Cristo y como una señal de la profesión cristiana. Estos dos aspectos del sacramento, es decir, como signo y como sello, no son independientes entre sí. El sacramento como un signo, o -para decirlo de otra manera- el sacramento con todo lo que significa, constituye un sello. El sello se adhiere a las cosas significadas, y es garantía del pacto de gracia de Dios revelado en el sacramento. El Catecismo de Heidelberg dice que Cristo quiere "por medio de estas señales y prendas visibles asegurarnos de que en realidad somos participantes, mediante la obra del Espíritu Santo, del cuerpo y de la sangre verdaderos cuando recibimos por la vía oral estas santas señales en recuerdo de El; y que todos los sufrimientos de El y su obediencia son tan ciertamente nuestros como si nosotros en nuestras propias personas hubiéramos sufrido para darle a Dios una satisfacción por nuestros pecados".369 Tenemos que considerar aquí los siguientes puntos :

1. Sella para el participante el gran amor de Cristo, revelado en el hecho de que se entregó por ellos, a una muerte vergonzosa y amarga. Esto no significa nada más que el sacramento testifique la realidad de aquella propia y sacrificial entrega, sino que asegura al creyente que participa de la Cena del Señor, que él, personalmente, fue el objeto de aquel amor incomparable.

2. Además la Santa Cena asegura al creyente que participa del sacramento, no sólo el amor y gracia de Cristo que ahora se ofrece a ellos como Redentor suyo en toda la plenitud de su obra redentora; sino que da a cada uno la seguridad personal de que todas las promesas del pacto y todas las riquezas de la oferta del evangelio son del creyente mediante una donación divina, de tal manera que él ya tiene derecho a reclamarlas como suyas.

3. Una vez más, el sacramento no sólo ratifica para el participante creyente la s ricas promesas del evangelio sino que también le asegura que las bendiciones de la salvación son de El como su actual posesión. Tan cierto como el cuerpo se nutre y se renueva mediante el pan y el vino, así con toda seguridad pasa con el alma que recibe el cuerpo y la sangre de Cristo mediante la fe, poseyendo desde ahora mismo la vida eterna, y así con toda seguridad recibirá de esa vida, cada vez más abundantemente.

4. Por último, la Cena del Señor es un sello recíproco. Es el distintivo de profesión de parte de aquellos que participan del sacramento. Dondequiera que coman el pan y beban el vino, profesan su fe en Cristo como su Salvador y su acercamiento a El como su Rey, y juran solemnemente una vida de obediencia a sus mandamientos divinos.

LA UNIÓN SACRAMENTAL O EL PROBLEMA DE LA PRESENCIA REAL DE CRISTO EN LA CENA DEL SEÑOR

Con este problema entramos a lo que durante mucho tiempo ha sido, y todavía es, motivo de mucha diferencia de opinión en la iglesia de Jesucristo. De ninguna manera hay opinión unánime en cuanto a la relación del signo con la cosa significada, es decir respecto a la naturaleza de la presencia de Cristo en la Cena del Señor. Hay especialmente cuatro conceptos que vienen aquí a la consideración:

EL CONCEPTO DE ROMA

La iglesia de Roma concibe la unión sacramental en un sentido físico. Sin embargo, difícilmente puede justificarse la expresión al hablar de una unión sacramental que no existe, porque de acuerdo con la explicación dada por la iglesia de Roma no hay unión en el sentido propio de la palabra. El signo no se junta con la cosa significada, sino que le hace camino, puesto que el primero se convierte en la segunda. Cuando el sacerdote pronuncia la fórmula, "hoc est corpus meum", el pan y el vino se cambian en el cuerpo y en la sangre de Cristo. Se admite que aun después del cambio los elementos se ven y saben como pan y vino. En tanto que la sustancia de ambos está cambiada, sus propiedades siguen siendo las mismas.

En la forma del pan y del vino el cuerpo y la sangre físicos de Cr isto están presentes. La supuesta base escritural para esta interpretación se encuentra en las palabras de la institución, "este es mi cuerpo", y er Juan 6: 50 y siguientes. Pero el primero de estos pasajes es con toda claridad un tropo, como son aquellos de Juan 14: 6; 15: 1, y otros; y Juan 6: 50, entendido literalmente, nos enseñaría más de lo que la iglesia católica misma quisiera que admitiéramos, es decir, que cada uno de los que come de la Cena del Señor se va al cielo, en tanto que ninguno que deje de comerla alcanzará la vida eterna (compárense los versículos 53, 54). Además, el versículo 63 señala claramente hacia una interpretación espiritual. Todavía más, es casi imposible concebir el pan que Jesús partió como si hubiera sido el cuerpo mismo que lo estaba manejando; y se notará que la Escritura al pan lo llama pan aun después de haber sido, supuestamente, transubstanciado, I Cor. 10: 17; 11: 26, 27, 28.

Esta idea de Roma atropella también a los sentidos humanos, dondequiera que creamos que lo que sabe y se ve como pan y vino, sea realmente carne y sangre; y a la razón humana, en donde requiere que creamos en la separación de una sustancia y de sus propiedades, y en la presencia de un cuerpo material en diversos lugares al mismo tiempo, siendo estas dos ideas contrarias a la razón. En consecuencia, la elevación y la adoración de la hostia se quedan sin ningún fundamento adecuado.

EL CONCEPTO LUTERANO

Lutero rechazó la doctrina de la transubstanciación y la sustituyó por la doctrina parecida de la consubstanciación. Según Lutero, el pan y el vino siguen siendo lo que son, pero hay en la Cena del Señor, a pesar de todo, una presencia real misteriosa y milagrosa de la persona completa de Cristo, cuerpo y sangre, en, bajo y con, los elementos. Lutero y sus seguidores sostienen la presencia local del cuerpo y la sangre físicos de Cristo en el sacramento. Algunas veces los luteranos niegan que ello enseñe la presencia local de Cristo en la Cena del Señor, sino que, en ese caso, atribuyen a la palabra 'local' un significado que no le conceden aquellos que les atribuyen a ellos esta enseñanza. Cuando se dice que enseñan la presencia local de la naturaleza física de Cristo, esto no implica que todos los otros cuerpos estén excluidos de la misma porción o espacio, ni que la naturaleza humana de Cristo esté en otra parte, como por ejemplo, en el cielo; sino que significa que la naturaleza física de Cristo está presente en forma local en la Cena del Señor, como el magnetismo está presente localmente en el magneto, y como el alma está presente localmente en el cuerpo.

En consecuencia, enseñan también la llamada manducatio oralis, que significa que, los que participan de los elementos en la Cena del Señor comen y beben el cuerpo y la sangre del Señor "por la vía oral", y no nada más que se apropien éstos mediante la fe. Los comulgantes indignos reciben también el cuerpo y la sangre del Señor, pero para su condenación. Esta idea no es mucho mejor que la católicorromana, aunque no envuelve el frecuentemente repetido milagro del cambio de sustancia sin un cambio de atributos. Realmente hace que las palabras de Jesucristo signifiquen, 'esto acompaña a mi cuerpo', una interpretación que resulta más impropia que cualquiera de las otras. Además, está cargada con la doctrina imposible de la ubicuidad de la naturaleza humana glorificada del Señor, la cual algunos luteranos descartarían gustosamente.

EL CONCEPTO ZWINGLIANO

Hay una impresión muy general, que no carece, del todo, de fundamento, respecto a que el concepto de Zwinglio acerca de la Cena del Señor era muy defectuoso. Se le atribuye haber enseñado que es un signo o símbolo vacío, que representa o significa figurativamente las verdades o bendiciones espirituales; y que su recepción es una mera conmemoración de lo que Cristo hizo por los pecadores, y sobre todo un distintivo de la profesión del cristiano. Sin embargo, esto difícilmente hace justicia al Reformador suizo. Algunas de sus afirmaciones indudablemente traen la idea de que para él el sacramento era nada más un rito conmemorativo y un signo y símbolo de lo que el creyente prometía en él. Pero sus escritos contienen también afirmaciones que señalan hacia una importancia más profunda de la Cena del Señor y la contemplan como un sello o prenda de lo que Dios en el sacramento hace por el creyente. De hecho, parece que con el correr del tiempo Zwinglio cambió un tanto su concepto.

Es muy difícil determinar con exactitud lo que creía en cuanto a este asunto. Evidentemente, quiso excluir de la doctrina de la Cena del Señor todo misticismo ininteligible, y mostró en su exposición una excesiva inclinación hacia la claridad y la sencillez. Ocasionalmente se expresa dando a entender que es un mero signo o símbolo, una conmemoración de la muerte del Señor. Y aunque, de paso, habla también del sacramento como de un sello o prenda, ciertamente no hace justicia a esta idea. Además, para él cae el énfasis en lo que el creyente hace en el sacramento, más bien que en lo que Dios garantiza en el mismo sacramento. Para Zwinglio comer del cuerpo de Cristo se identifica con la fe en Cristo y una confianza llena de fe en su muerte. Niega la presencia corporal de Cristo en la Cena del Señor, pero no niega que Cristo está presente allí en el sacramento de una manera espiritual para la fe del creyente. Cristo está presente nada más en su naturaleza divina y en la aprehensión del comulgante creyente.

EL CONCEPTO REFORMADO

1. Calvino objeta la doctrina de Zwinglio acerca de la Cena del Señor, porque permite que la idea de lo que el creyente hace en el sacramento eclipse el regalo que nos da Dios en ese sacramento.

2. Y porque Zwinglio ve en el comer del cuerpo de Cristo nada más la fe en el nombre de Cristo y la confianza en su muerte, y fuera de eso ninguna cosa más importante. Según Calvino, el sacramento queda relacionado no nada más con la obra pasada de Cristo, con el Cordero que murió (como parece que piensa Zwinglio), sino también con la obra actual y espiritual de Cristo, con el Cristo que está vivo en gloria. Calvino cree que Cristo aunque no esté presente en la Cena, de manera corporal y local, sin embargo, está presente, y se disfruta de El en su entera persona, es decir del cuerpo y de la sangre. Calvino enfatiza la unión mística de los creyentes con la persona completa del Redentor.

Su explicación no es por completo clara, pero parece que quiere decir que el cuerpo y la sangre de Cristo, aunque ausente El de nosotros, y presente localmente solo en el cielo, comunica una influencia que da vida al creyente cuando este se encuentra en el acto de recibir los elementos.
Esa influencia, aunque real no es física sino espiritual y mística, está mediada por el Espíritu Santo, y condicionada con el acto de fe mediante el cual el comulgante recibe simbólicamente el cuerpo y la sangre de Cristo. En cuanto al modo en que esta comunión con Cristo se efectúa, hay dos explicaciones. Algunas veces se explica como si mediante la fe el comulgante levantara su corazón hasta el cielo, en donde Cristo está ; otras veces, como si el Espíritu Santo trajera la influenc ia del cuerpo y la sangre de Cristo hasta el nivel del comulgante. Dabney rechaza positivamente la explicación de Calvino en cuanto a que el comulgante participe del verdadero cuerpo y sangre de Cristo en el sacramento. Este es sin duda un punto obscuro en la explicación de Calvino. Algunas veces parece que coloca mucho énfasis en el sentido literal de la carne y de la sangre. Sin embargo, quizá, sus palabras deban entenderse sacramental-mente, es decir, en un sentido figurado. Este concepto de Calvino es el que se encuentra en nuestros símbolos confesionales. 370 Una interpretación muy común acerca de este punto dudoso en la doctrina de Calvino, es que el cuerpo y la sangre de Cristo están presentes sólo en forma virtual, es decir, en las palabras del Dr. Hodg e, que "las virtudes y los efectos del sacrificio del cuerpo del Redentor en la cruz se nos hacen presentes y llegan verdaderamente hasta nosotros, en el sacramento, para aquel que lo recibe dignamente por el poder del Espíritu Santo, el cual usa el sacramento como su instrumento de acuerdo con su soberana voluntad".

Por: Luis Berkhof
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“Cualquier hombre que piensa que es cristiano y que ha aceptado a Cristo para la justificación sin haberlo aceptado al mismo tiempo para la santificación, se halla miserablemente engañado en la experiencia misma”

Archibal A. Hodge

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