Thomas Boston (1676-1732)
Para su convicción, considere algunas cosas.
La regeneración es absolutamente necesaria para hacerle capaz de hacer
lo que es realmente bueno y aceptable a Dios. Mientras no haya nacido de
nuevo, sus mejores obras son sólo pecados brillantes. Aunque el asunto
de ellas es bueno, están muy manchadas en su actuación.
Considere que sin la regeneración no existe la fe, y “sin fe es
imposible agradar a Dios” (Heb. 11:6). La fe es un acto vital del alma
nacida de nuevo. Cuando el evangelista muestra que las personas
reaccionaron a nuestro Señor Jesus en diferentes maneras, algunas
recibiéndole y otras rechazándole, señala a la gracia regeneradora como
la causa verdadera de esa diferencia. Sin esa gracia, nunca hubieran
podido recibirle a Él. Nos dice, que “todos los que le recibieron,” eran
aquellos que “son engendrados de Dios” (Juan 1:12-13). Los hombres no
regenerados pueden suponer, pero no pueden tener fe verdadera. La fe es
una flor que no crece en el campo de la naturaleza. Así como el árbol no
puede crecer sin raíz, tampoco puede un hombre creer sin la naturaleza
nueva, de la cual el poder creer es una parte. Sin la regeneración las
obras de un hombre son obras muertas. Conforme a su naturaleza, así
tienen que ser los efectos. Si los pulmones son podridos, el aliento
será desagradable. Y para aquél que en su mejor culminación está muerto
en pecados, sus obras mejores serán sólo obras muertas. “Para los
corrompidos e incrédulos nada les es puro… siendo abominables y
rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra” (Tito 1:15-16). Si
podríamos decir de un hombre, que él es más inculpable en su vida que
cualquier otro en el mundo, que él aflige su cuerpo con ayunos y se ha
hecho callos en sus rodillas orando continuamente, si él no es nacido de
nuevo, esa excepción manchará todo. Es como uno podría decir: “Allí
está un cuerpo bien formado, pero el alma se fue; es sólo una masa
muerta.” Todo esto es una consideración conmovedora. Usted hace muchas
cosas materialmente buenas; pero Dios dice: “Todas estas cosas no valen
nada, mientras veo la naturaleza vieja reinando en el hombre.” “Porque
en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino
una nueva creación” (Gál. 6:15).
Si usted no ha nacido de nuevo, toda su reformación no tiene valor ante
los ojos de Dios. Usted ha cerrado la puerta, pero el ladrón todavía
está dentro de la casa. Quizás usted no es lo que una vez fue. No
obstante, su condición no es suficiente para poder ver el cielo, porque
“el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3).
Si usted no ha nacido de nuevo, sus oraciones son una “abominación a
Jehová” (Prov. 15.8). Puede ser que otros admiren su seriedad, porque
clama como para salvar su vida.
Pero Dios considera el abrir de su boca
así como sería considerado la apertura de un sepulcro lleno de
pudredumbre: “Sepulcro abierto es su garganta” (Rom. 3:13). Otros
pudieran ser influenciados con sus oraciones, las cuales les parecen
como si lograran abrir los cielos. Pero Dios las considera como el
aullido de un perro: “Y no clamaron a mí con su corazón cuando gritaban
sobre sus camas” (Oseas 7:14, nota del traductor: ‘gritaban’ en esta
cita bíblica también puede ser traducido ‘aullaban’). ¿Por qué? Porque
usted todavía se encuentra “en hiel de amargura y en prisión de maldad”
(Hch. 8:23). Todos sus esfuerzos contra el pecado en su propio corazón y
vida no valen nada. Aunque el fariseo orgulloso afligía su cuerpo con
ayunos, a su alma Dios impuso sentencia de condenación (Lucas 18).
Balaam batallaba con su temperamento codicioso a tal grado que aunque
amaba el premio de la maldad, no lo ganaría por maldecir a Israel. Con
todo, sufrió la muerte de los impíos (Num. 31:8). De igual modo, todo lo
que usted haga en el estado no regenerado, lo hace para usted mismo. Y
entonces, le irá a usted como iría a un súbdito, que después de haber
controlado a los rebeldes, pone la corona sobre su propia cabeza, y por
consiguiente pierde tanto la recompensa de todo su servicio bueno como
su cabeza también.
Convénzase, entonces, que le es necesario nacer de nuevo. Las
Escrituras dicen que la Palabra es la semilla de la cual la criatura
nueva es formada. Preste atención a ella, pues, y considérela, ya que es
su vida. Dedique tiempo a la lectura de las Escrituras. Si usted no
puede leer, consiga que otros le lean a usted. Asista diligentemente a
la predicación de la Palabra, que es divinamente ordenado como el medio
especial de la conversión, porque “agradó a Dios salvar a los creyentes
por la locura de la predicación” (1 Cor. 1:21).
Acepte el testimonio de la Palabra de Dios acerca de la miseria del
estado no regenerado, su condición pecaminosa, y la necesidad absoluta
de la regeneración. Acepte su testimonio acerca de Dios, cuan santo y
justo Él es. Examine sus caminos a través de ella; a saber, los
pensamientos de su corazón, las expresiones de sus labios, y el curso de
su vida. Reflexione a través de los varios períodos de su vida. Vea sus
pecados desde los preceptos de la Palabra, y de sus advertencias,
aprenda de las cuentas que dará por razón de estos pecados.
Con la ayuda de la misma Palabra de Dios, vea la corrupción de su
naturaleza. Si estas cosas fueran arraigadas profundamente en el
corazón, podrían ser la semilla de aquel temor y pena por el estado de
su alma que son necesarios para prepararlo y motivarlo buscar al
Salvador. Fije sus pensamientos en Él quien le es ofrecido en el
Evangelio. Es totalmente adecuado para su caso. Por su obediencia hasta
la muerte, ha satisfecho todas las demandas de la justicia de Dios, y ha
traído la justicia que permanece para siempre. Esto quizá será la
semilla de humillación, deseo, esperanza y fe que le moverá a estirar su
mano seca hacia Él, como resultado del mandato suyo.
Permita que estas cosas penetren profundamente en su corazón, y
esfuércese con diligencia para recibir beneficio de ellas. Recuerde, no
importa lo que sea, le es necesario nacer de nuevo. De otro modo, mejor
le fuera no haber nacido. Por lo tanto, si usted viviera y muriera en un
estado no regenerado, está sin pretexto, habiendo sido advertido de su
peligro.
Tomado de: http://www.riquezasdegracia.com/node/60
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