Tomado del Libro la Redención Consumada y
Aplicada.
Por John Murray
Editorial Desafío.
Pag. 103.
La
lección que Jesús señala en Juan 3:6 es la siguiente: «lo que nace del Espíritu
es espíritu»; en otras palabras, la persona nacida del Espíritu Santo se
convierte en morada del Espíritu Santo y es guiada por él. Es imposible que una
persona regenerada viva en pecado y sea no convertida.
Tampoco
puede seguir viviendo en un estado neutral. La persona regenerada se vuelve de
inmediato en miembro del reino de Dios, es espíritu, y su acción y conducta
deben concordar con esta nueva ciudadanía. En el lenguaje del apóstol Pablo:
«Si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha
llegado ya lo nuevo!» (2 Co. 5:17). Hay muchas otras consideraciones que se
derivan de la Escritura y que confirman esta gran verdad de que la regeneración
es una transformación tan radical, penetrante y eficaz que inmediatamente se
registra en la actividad consciente de la persona que ejercita la fe, el
arrepentimiento y la nueva obediencia. Demasiadas veces el concepto que se mantiene
acerca de la conversión es tan superficial y elemental que descuida por
completo el maravilloso cambio del cual la conversión es su fruto. Y la idea
total de todo lo que tiene que ver con la aplicación de la redención se vuelve
tan tenue, que termina teniendo muy poco parecido con lo que enseña el
evangelio.
La
regeneración es la base de toda transformación que ocurre en el corazón y en la
vida. Es un cambio maravilloso porque es la obra divina de una nueva creación.
El evangelismo barato y chabacano tiene la tendencia a robarle al evangelio el
poder invencible que es la gloria del evangelio de la gracia soberana. Que la
iglesia piense y viva de nuevo en términos del evangelio que es poder
de Dios para la salvación.
bY LeMS
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