EL PACTO

 
Libro: 30 DOCTRINAS ESENCIALES DEL CRISTIANISMO
Por Dr. Gerald Nyenhuis H.
Lección No. 25

El tema de esta lección es subsecuente al tema de la lección anterior, ya que la idea de la historia y la idea del pacto están íntimamente relacionadas. La idea del pacto es el principio organizador de la historia de la Biblia, que es la historia de la redención. Esta idea también es el “hilo conductor de la Biblia” que nos guía a través del laberinto de historias, movimientos y eventos que la Biblia nos relata, haciéndonos percibir la unidad de esta revelación. Además, el pacto es la clave hermenéutica de la Biblia, dándonos el contexto para todas sus partes. El pacto es la categoría básica para explicar las relaciones de Dios con el ser humano, especialmente con su pueblo. La doctrina del pacto nos ayuda a comprender lo que es la historia y cómo la hemos de entender.

Cuando hablamos del pacto, nos referimos generalmente al “Pacto de Gracia”, y a veces hablamos de este pacto como si fuese el único. No cabe duda, la Biblia nos presenta la historia de este pacto, su desarrollo o evolución, en sus varias etapas, como una expresión del propósito redentor de Dios en la historia, aunque la Biblia habla también de sus distintas fases como “pactos”. Además, para entender el “Pacto de Gracia” tenemos que saber que su contexto es “un sistema de pactos”.

El “sistema” de pactos (la expresión es nuestra, no es lenguaje de las Escrituras) consiste de tres acuerdos interrelacionados. El primero lo llamamos el “pacto de obras”; el segundo “pacto de redención” y el tercero es el “pacto de gracia”. Aunque el tercero es del que vamos a tratar, lo entendemos en relación con los otros dos. De hecho, el conocimiento de los primeros dos está implícito en la comprensión del último. Vamos a considerarlos, uno por uno.

El “pacto de obras” es el pacto que Dios estableció en el huerto de Edén con el ser creado a su propia imagen. Aunque un pacto establece una relación, tenemos que tener cuidado al definir un pacto para no hacerlo simplemente en términos de la relación.

El pacto es un compromiso, un compromiso por palabra. En un pacto “se da la palabra”. Un compromiso es una promesa juramentada, una promesa dada como voto, en una situación pública y con testigos. En nuestra cultura el “tomar la protesta” o el “protestar” sería semejante a hacer un pacto. El resultado es una solemne “obligación contraída”, públicamente reconocida.

En base a ello se establece la relación, que por supuesto es una relación de pacto. Es decir, es una relación establecida sobre el pacto. En tiempos bíblicos, y todavía el día de hoy, el matrimonio es una ilustración de esto, pues el matrimonio es una relación basada en un pacto.

En el establecimiento de un pacto hay siempre dos elementos: la condición y la promesa (o “pena”, que es una promesa negativa). En el pacto de obras la condición era obediencia perfecta e incondicional; la promesa (o pena) era la vida y la pena, la muerte (la novida). La vida es comunión con Dios; la falta de comunión con Dios es la muerte. Cumplir con Las condiciones del pacto, es decir, la plena obediencia, son las condiciones para la vida. Al desobedecer, el ser humano murió, esto es, perdió su comunión con Dios. Su existencia se convirtió en una muerte vivida conscientemente.

Su eventual “muerte” física le sirve al ser humano como un reflejo material de su verdadera condición. Es como un eco de la sentencia de Dios que retumba en su alma todos sus momentos conscientes. Pablo hace referencia a esto en Efesios 2:1 “él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis…”. Según el pacto de obras, la muerte ya nos posesiona (a menos que tengamos vida en Cristo).

Algunos piensan que con la desobediencia del ser humano el pacto de obras queda anulado. El pacto de obras sigue en pie, sin embargo, por su desobediencia el ser humano está bajo la sentencia de muerte y totalmente incapacitado para cumplir con los requisitos de este pacto. 

Ningún ser humano, con la excepción de Jesús de Nazaret, ha cumplido con este pacto, y nadie jamás podrá cumplirlo. Cada ser humano viola este pacto cada vez que peca. Para el ser humano, en este pacto ya no hay esperanza de que viva.

En esta situación, se hizo el segundo pacto. Lo llamamos el “pacto de redención”. Es el consejo eterno de Dios Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, de ratificar el pacto de obras y cumplir con él a favor de los que, por el consejo mismo de Dios, habrían de ser salvos. Según la voluntad del Padre, el Hijo tomará el lugar del ser humano (los que el Padre le haya dado) y pagará la pena (la sentencia de muerte) por ellos, y el Espíritu dará vida eterna a todos por los cuales el Hijo pagó, haciéndolos participar en la resurrección del Mesías. En las Escrituras no se menciona ni se explica este pacto, sin embargo hacen constante referencia a él.

El Dios Trino, entonces, establece un nuevo pacto con la humanidad, que es el pacto de gracia. Ya que la condición de la obediencia perfecta se ha cumplido, la condición del pacto de gracia es la fe y la promesa es la misma del pacto de obras que es la vida, solamente que ahora es “la vida en Cristo”. Pablo lo explica así: “Por [causa de] la gracia sois salvos por medio de la fe” (Efesios 2:8). El pacto de gracia resulta en nuestra salvación. Nos importa notar lo que Pablo explica en Efesios 2:8: la causa de la salvación es la gracia, y la fe es el medio de comunicárnosla.

Este pacto de gracia es uno, singular y único. Sin embargo, fue revelado y efectuado progresivamente. Por decirlo en una expresión actual: el pacto fue dado “en abonos”, o “a plazos”.

En su tiempo y a su modo, cada etapa en el desarrollo del pacto fue llamado pacto también. Por eso podemos hablar del “pacto edénico”, del pacto noéico, el pacto abrámico, el pacto mosaico, el pacto davídico, etc. Cada pacto quedó en pie, no fue anulado, más bien cada nuevo pacto le aumentaba, sumándose al anterior y llevándolo progresivamente hacía su pleno cumplimiento. (El dispensacionalismo , tal como se enseña en las notas de La Biblia comentada por Scofield, ve las etapas del pacto de gracia como diferentes pactos, cada uno por separado, y así no puede apreciar la unidad del pacto de Gracia. Hace que Israel sea un pueblo de Dios, y la Iglesia otro.)

Es precisamente aquí donde vemos la importancia de una “teología de la historia”, tal como la estudiamos en la lección anterior. La Biblia es una revelación del Pacto de Gracia, en todo su progreso histórico. Se ve ligada cada etapa de este pacto con las otras, de manera que en su desarrollo cronológico vemos la obra de Dios que soberanamente efectúa nuestra salvación históricamente.

La idea de un pueblo del pacto fue revelada primeramente a Abram, y desde aquel momento el estudio del Pacto de Gracia tiene que incluir una consideración del “pueblo de la promesa” que es el “pueblo del pacto”. Este pueblo cobra mucha importancia en toda la Biblia, ya que su historia tiene que ver con el verdadero sentido de la historia, sobre todo tal como nos está contada en el Antiguo Testamento.

Notamos que desde el principio, el pueblo del pacto tenía un doble aspecto: (1) interno y (2) externo. Siempre hay algunas personas, hasta familias, que viven en el pueblo y disfrutan de la bendiciones del pueblo, pero de corazón no son del pueblo. El apóstol Juan habla de este fenómeno en su primera carta (2:19) cuando dice “[algunos] salieron de nosotros pero no eran de nosotros”. Juan Bautista se refería a esto cuando hizo la distinción entre los “hijos de Abraham” y los “verdaderos hijos de Abraham” (Mateo 3:19; cf. Lucas 3:8), (Juan 8:3144). Pablo, de otra manera y con otro estilo, habla de esto en Filipenses 3:312, cuando habla de su propio caso, antes y después de su conversión. Tenemos que tomar esto en cuenta, no solamente para entender las historias bíblicas, sino para guiar nuestro juicio y comportamiento actualmente. Un notable ejemplo bíblico es Jeroboam, quien dividió el Reino de Israel a la muerte de Salomón (I Reyes 12).

Visite el sitio del autor de este estudio en: http://www.geraldnyenhuis.org/

Tambien puede leer mas sobre el tema en la seccion de libros, acabo de subir una introducción a la Teologia del Pacto escrito por el Teologo J. I. Packer, para accesar directamente haga clic aqui

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“Cualquier hombre que piensa que es cristiano y que ha aceptado a Cristo para la justificación sin haberlo aceptado al mismo tiempo para la santificación, se halla miserablemente engañado en la experiencia misma”

Archibal A. Hodge

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