Institución de
la Religión Cristiana (Nueva Versión Castellana)
Juan Calvino
Capitulo XIV
El Dios Creador
Páginas 117 a la
119
Como el diablo fue creado por Dios, hay que señalar
que no posee una perversidad natural, como creación; más bien se depravo. Todo
lo que hay de condenable en él lo adquirió al apartarse de Dios. La escritura
nos advierte de ello, para que no pensemos que la iniquidad procede de Dios;
ella es totalmente opuesta a Dios. Por
eso dice nuestro Señor que Satanás habla de suyo propio cuando miente (Juan
8:44), y añade con razón: no ha permanecido en la verdad. Al decir esto, Jesus
indica que Satanás estaba en la verdad en cierto momento, pero no permaneció en
ella. Cuando le llama , le quita cualquier excusa, para
que no pueda imputar a Dios su falta, de la que el mismo es la causa. Aunque
todo eso está expuesto de manera breve y
oscura, así es suficiente, no obstante,
para cerrar la boca a los blasfemos. ¿Nos importa, o tiene algún fin saber más
sobre el diablo?
Algunos lamentan que la Escritura no diga más cosas y
con claridad sobre la caída del diablo: la causa, cómo, cuándo, de qué manera,
si tuvo lugar en una o varias ocasiones. Como estas cosas nos corresponden poco
o nada a nosotros, lo mejor sería hablar poco. El Espíritu Santo no vio bien
satisfacer nuestra curiosidad contándonos historias sin interés ni fruto. El
Señor, como vemos, se ha preocupado de enseñarnos más que lo que podía
edificarnos.
Para no detenernos en cosas inútiles, contentémonos
con saber, en cuanto a la naturaleza de los demonios, que en el momento de su creación
eran ángeles de Dios. Pero, al renegar de su origen, se echaron a perder y se
convirtieron en instrumento de perdición para los otros. Como eso era útil que
lo supiéramos, Pedro y Judas nos muestran claramente que Dios no se quedó con
los ángeles que pecaron, renegaron de su origen y abandonaron su lugar (2 Pedro
2:4; Judas 6). Pablo hace referencia a los ángeles elegidos y los opone, sin
duda alguna, a los réprobos (1 Timoteo 5:21).
17. SATANAS NO PUEDE HACER
NADA SIN EL PERMISO DE DIOS.
Apropósito de la lucha y la rebelión de Satanás
que sostiene contra Dios, debemos entender bien que no puede hacer nada sin el
consentimiento y permiso de Dios. Leemos en la historia de Job que Satanás se
presenta ante Dios para oír lo que le va a ordenar y que no se atreve a
emprender nada sin haber pedido autorización (Job 1:6; 2:1). Así mismo, cuando
Acab merece ser engañado, Satanás se presenta ante Dios para ser un espíritu de
mentira en la boca de los profetas y, al ser enviado, hace lo que se le ha
ordenado (1 Reyes 22:20). Por eso el espíritu que atormenta a Saúl es descrito
como , del que Dios se sirvió para
perturbar a Saúl (1 Samuel 16:14; 18:10). En otro texto se dice que Dios azotó
con las plagas a los elegidos mediante << un ejército de ángeles
destructores>> (Salmos 78:4). De
la misma manera, Pablo dice de la ceguera de los malvados, después de haberla
atribuido a Satanás, que es una obra de Dios (2 Tesalonicenses 2:9, 11), así
pues, se ve que Satanás esta bajo el poder de Dios y depende hasta tal punto de
su permiso que está obligado a obedecerle.
Cuando leemos que Satanás resiste a Dios y que sus
obras son contrarias a las de él, entendemos que dicha oposición no existe sin
el permiso de Dios. No estoy hablando de la voluntad mala de Satanás, no de lo
que ordena, sino únicamente de sus efectos. Dado que el diablo es perverso por
naturaleza, se esfuerza en no obedecer a Dios y no cesa de
revelarse contra él y resistirle. Su perversidad y su propósito de oposición a
Dios salen de sí mismo. Pero, como Dios lo tiene fuertemente atado con las
cuerdas de su poder, no le permite ejecutar más que lo que él quiere. Así es
como el diablo, lo quiera o no, sirve a su creador, totalmente contrariado de
ocuparse en aquello que la buena voluntad de Dios le impone.
18. LUCHA DE LOS CREYENTES CONTRA SATANÁS.
Puesto que Dios dirige aquí y allá a los malos espíritus
como bien le parece, los manda y dirige de tal manera que molesten a los
creyentes, les pongan muchas trampas, los atormenten de diversas maneras, los
asedien a veces de cerca, los agoten a menudo, los perturben y los atemoricen
incluso hasta el punto de herirlos, pero todo eso es para ponerlos a prueba, no
para oprimirlos ni abatirlos. Los espíritus malignos, por otro lado, tienen a
los incrédulos bajo su poder y ejercen su tiranía sobre sus almas y cuerpos,
llevándolos según les parezca, como a esclavos a toda clase de calamidades.
En cuanto a los
creyentes que tienen trato con semejantes enemigos, estas son las exhortaciones
que se les dirigen; (Efesios 4:27)(1 Pedro
5:8-9), etc. El propio Pablo reconoce que no estuvo exento de esa lucha, cuando
dice que se le ha dado un ángel de Satanás para que lo abofetee, para que no se
llene de orgullo (2 Corintios 12:7). Es, pues, una situación que todos los
hijos de Dios conocen. Y como la promesa de aplastar la cabeza de Satanás es
común para Jesucristo y para todos los suyos (Génesis 3:15), los creyentes no
pueden ser vencidos ni oprimidos por Satanás. A menudo son asustados, pero no
pierden el dominio propio hasta el punto de no recobrar aliento. Son abatidos
por algunos golpes, pero se levantan. Son atribulados en gran manera, pero no
hasta la muerte. En definitiva, trabajan toda su vida para llevarse la
victoria. Esto no se limita a acciones aisladas. Sabemos que David, justamente
castigado por Dios, fue temporalmente abandonado a Satanás, quien le empujo a
hacer un censo del pueblo (2 Samuel 24:1). Y no habla en vano Pablo cuando deja
una esperanza de perdón a los que caigan en las redes del diablo (2 Timoteo
2:26). Por eso el apóstol muestra que esta promesa, en la vida presente, solo
tiene un inicio de cumplimiento, porque este es el tiempo de luchar, pero se
vera cumplida cuando haya terminado el combate. (Romanos 16:20)………
Dios no permite que Satanás reine sobre las almas de
los creyentes, sino que le deja solamente a los malvados e incrédulos a los que
el Señor no reconoce como parte de su rebaño. Se dice que Satanás tiene como su
segura posesión el mundo, hasta que Cristo lo reduzca; el ciega a los que no
ven resplandecer el glorioso Evangelio de Cristo (2 Corintios 4:4). Así mismo
completa su obra en los hijos de desobediencia, y con razón, porque los
malvados son los instrumentos de la ira de Dios (Efesios 2:3). También es justo
que los entregue en las manos de quien es ministro de su ira. Finalmente, se
dice que los reprobados tienen al diablo por padre (Juan 8:44; 1 Juan 3:8).
Como los creyentes son reconocidos como los hijos de Dios al llevar la imagen, así
mismo los otros, al llevar la imagen de Satanás, son considerados sus hijos.
bY LeMS
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