Llamo - cosas de aqui abajo - a las que no
conciernen a Dios y su reino, a la justicia verdadera y la inmortalidad de la
vida futura, sino a las que tienen que ver con la vida presente y están, en la
práctica, limitadas a esta vida.
A esto Calvino comenta:
14. Las capacidades de la inteligencia humana.
En lo relativo a las artes y las ciencias técnicas, la
capacidad de los seres humanos para aprenderlas y ejercerlas demuestra que
existe una disposición para hacerlo grabada en su inteligencia. Incluso si la
persona no es apta para ejercerlas todas, está bastante claro que la
inteligencia humana está dotada con dicha capacidad, puesto que casi todo el
mundo tiene interés por ella. No es simplemente cuestión de la capacidad y de
la facilidad que uno tiene que aprender; se ve también que cada uno, en arte, o
bien inventa las mas de las veces de algo nuevo, o bien aumenta y mejora lo que
ha aprendido de otros. Por tanto, debemos reconocer que hay alguna noción de
todo ello impresa en la inteligencia de los hombres y no, como pensó Platón
erróneamente, que se trate de recuerdos de cosas que el alma supiera antes de
ser colocados en el cuerpo.
Estos ejemplos nos muestran, por tanto, que existe una
facultad general de la inteligencia impresa de manera natural en todos los
seres humanos; esta realidad están extendida que cada uno, en su inteligencia,
debe de reconocerlo para sí mismo como una gracia particular. Hemos de
reconocerlo al pensar en las personas limitadas en inteligencia, que nos
presentan como en un espejo cual sería el estado del alma humana sino estuviera
iluminada por la luz divina, que es natural en todos y que, al mismo tiempo, es
un beneficio de la gracia común de Dios hacia cada persona.
La facultad de descubrir y transmitir el conocimiento
en estos ámbitos, que es muy destacable y no concierne más que a unas pocas
personas dotadas, no es suficiente para incitarnos a estar seguros de que este
ingenio sea natural. Sin embargo, como se encuentra tanto en los buenos como en
los malos, podemos considerarla parte de los dones naturales de Dios.
15. Lo que produce la inteligencia procede de las
gracias recibidas por medio de la naturaleza humana.
Cuando discernimos en los escritores paganos una
admirable luz verdadera, nos vemos llamados a reconocer que la naturaleza
humana, pese a estar caída de su perfección y muy corrompida, está no obstante
llena de abundantes dones de Dios. Si admitimos que el Espíritu de Dios es como
la fuente única de verdad, no menospreciaremos la verdad aparezca donde
aparezca; de lo contrario, estaríamos insultando al Espíritu de Dios,
subestimar los dones del Espíritu llega a ser como despreciar y humillar al Espíritu.
¿Cómo podríamos
negar que los antiguos dieran muestras de una esclarecida prudencia al buscar
un orden tan bueno y una justicia equitativa? ¿Diremos que los que enseñaron el
arte de la retorica, la buena manera de hablar con elocuencia, no tenían
ninguna inteligencia?¿Diremos que los que inventaron la medicina eran
necios?¿Pensaremos que las otras disciplinas son irracionales?. Todo lo
contrario, no podremos leer los libros escritos sobre estos temas sin
maravillarnos. Nos maravillaremos porque no tendremos más remedio que percibir
la sabiduría que contienen. ¿Consideraremos que nada puede ser excelente o
elogiable si no vemos que viene de Dios? Si ese es el caso, demostraríamos una
gran ingratitud que no se encuentra ni en los poetas paganos, quienes
reconocieron que la filosofía, las leyes y la medicina, y las otras formas de
conocimiento eran dones de Dios.
De modo que estos personajes que, sin más ayuda que la
naturaleza, demostraron tanto ingenio en la comprensión de las cosas inferiores
que pertenecen al mundo, deben instruirnos por medio de su ejemplo,
mostrándonos cuanta gracia ha dejado nuestro Señor en la naturaleza humana
después de que fuera despojada del soberano bien.
16. Aunque corrompidas, estas gracias de la
naturaleza son dones del Espíritu Santo.
No hay que olvidar que todas estas gracias son dones
del Espíritu de Dios, distribuidos como a él le parece, para el bien común del género
humano. Se sabe que se les confirió, de manera especial, ciencia y arte, por el
Espíritu de Dios, a los que construían el tabernáculo en el desierto (Éxodo
31:3; 35:31); tampoco hay que sorprenderse de que afirmemos que las cosas más
excelentes de la vida humana nos han sido comunicadas por medio del Espíritu de
Dios.
A la objeción: - Que tiene que ver el Espíritu de Dios con los
malvados que le son totalmente ajenos - respondo que ese punto de vista
no es satisfactorio. Porque, cuando se dice que el Espíritu Santo habita
solamente en los creyentes, nos referimos al Espíritu de Santificación (Romanos
8:9), que nos consagra a Dios para ser sus templos (1 Cor. 3:16). Sin embargo,
Dios no deja de llenar, de mover, de vivificar, mediante el poder de ese mismo
Espíritu, a todas las criaturas; lo hace conforme a la naturaleza de cada una
tal como él se la ha dado en la creación. Si el Señor ha querido que los
malvados y los incrédulos nos permitan entender la física, la dialéctica, y las
otras disciplinas, tenemos que utilizarlas, o seremos juzgados por negligencia
por haber menospreciado los dones de Dios donde el nos los ha ofrecido.
No obstante, nadie debe pensar que el hombre es de
veras feliz, incluso reconociéndole un gran poder para reconocer las cosas
inferiores contenidas en este mundo corruptible. Esta facultad para entender y
la inteligencia que ella supone son, ante Dios, cosas transitorias e
inestables, cuando no la sostiene el sólido fundamento de la fe. La frase que
nos ha llegado de Agustin es cierta, y Lombardo y los escolásticos han tenido
que reconocerlo. Dice que, dado que las gracias concedidas desde el principio
al hombre, además de su naturaleza, le fueron quitadas después de sucumbir al
pecado, las gracias naturales que ha conservado han sido corrompidas.
No ha sido así porque las gracias procedentes de Dios
pudieran ser contaminadas en sí mismas, sino porque dejaron de ser puras en el
hombre tras su caída. No hay que alabar al hombre por ellas.
17. La Gracia de Dios limita
la corrupción natural
En resumen, dentro del género humano se ve que
la razón es lo propio de su naturaleza, lo que nos distingue de los animales de
la misma manera que ellos son diferentes de los objetos inanimados. Que algunos
nazcan limitados y otros intelectualmente discapacitados no debe limitar la
gracia general de Dios. Debemos más bien, advertidos al contemplarlos,
atribuir lo que hemos recibido a la generosidad de Dios, porque si él
no lo hubiese evitado, la rebelión de Adán habría abolido todo lo que él nos
dio.
Hay algunos que son mas intuitivos que otros, o bien
tienen un discernimiento superior, otros poseen un espíritu mas inventivo o
bien un don artístico. Mediante tal diversidad, Dios nos deslumbra con tanta
gracia, para que nadie piense que es algo procedente de si mismo aquello que es
pura generosidad del autor de todo bien. ¿De dónde viene que una sea mejor que
otro? ¿No es acaso para manifestar la gracia particular de Dios en la
naturaleza humana común? Esa gracia no le debe nada a nadie por el hecho de que
no le sea concedida a muchos.
Además, Dios inspira actividades particulares a cada
uno según su llamado. Tenemos varios ejemplos en el libro de los Jueces, en el
que se escribe que el Espíritu de Dios vino sobre los que el designó para
gobernar al pueblo (Jueces 6:34). En todos los actos extraordinarios, hay una
inspiración específica; por eso se dice que los hombres valientes, cuyo corazón
Dios había tocado, siguieron a Saul. Y cuando llega el mensaje de que Dios
quiere que reine, Samuel le dice: - el Espíritu de Jehová vendrá sobre ti. . . y serás
mudado en otro hombre - (1 Samuel 10:6). Eso duró todo el
tiempo de su reinado. Así, de David se dice después: - desde aquel día en adelante el Espíritu de
Jehová vino sobre David - (16:13).
En otras partes se explica lo mismo en lo referente a
estas acciones especiales. Incluso en Homero se dice que los hombres demuestran
razón y sabiduría no solamente según lo que Júpiter ha dado a cada uno, sino según lo que él decide en el día a día. De
hecho, la experiencia demuestra que las inteligencias humanas están en la mano
de Dios, quien las dirige a cada instante, cuando los que han sido los más
hábiles y astutos se quedan mudos de asombro. Eso nos recuerda lo que ya hemos
indicado: Dios hace insensato a los sabios y - les hace andar perdidos, vagabundos y sin camino- (Salmo 107:40).
No dejaremos de notar en esta diversidad de marcas
persistentes de la imagen de Dios lo que distingue, de una forma general, al
género humano de todas las demás criaturas.
Esta edición
está basada en la versión francesa de Marie de Vedrines y Paul Wells.
Cotejada con las Ediciones: Latina (1559), Francesa (1560), Castellana
(FELiRe 1967),
bY LeMS
Saludos, hermano Lenin!
ResponderBorrarEn qué libro y capítulo de las Instituciones de Calvino encuentro esta porción?
Dios te bendiga y guarde!
Fredi
Saludos hermano Fredi.
BorrarEn la versión que circula por internet esta en:
Libro segundo, Capitulo 2, a partir de la página 185.
Déjame cotejarlo con la versión que estoy leyendo para saber en qué página se encuentra.
Saludos