El Modo del Bautismo



Tomado del libro: Bautismo Cristiano
Por Bruce A. McDowell
Purificación del Pecado
El significado primordial del bautismo es limpieza espiritual o purificación espiritual de la profanidad y culpabilidad, que significa la muerte a nuestra vieja manera de vivir. Un método es utilizado en ambos el Antiguo y Nuevo Testamento como una señal de purificación- la rociada de agua y la rociada de sangre. Los judíos levitas fueron separados para servir y fueron ordenados a través de un proceso que incluía la rociada con agua para limpiarlos y purificarlos (Num. 8:7).
Cuando el Rey David confeso su pecado en el Salmo 51, el le pidió a Dios “Purifícame con hisopo, y quedaré limpio” (v. 7). El hisopo era una rama de un árbol que se usaba para rociar el agua en las ceremonias de limpieza que permitían que una persona se reintegrara a la comunidad del pacto, como esos que habían sido curados de enfermedades infecciosas (Lev. 14:6, 7) y esos que habían tocado a una persona muerta o una tumba (Núm. 19:18). Se usaba también en Egipto por los israelitas para rociar la sangre del cordero de la Pascua en el marco de la puerta de sus casas (Éxodo 12:22).
Cuando Dios instruyo a Moisés para confirmar el pacto con Israel, ellos sacrificaron toros y Moisés roció con sangre el altar, significando la aceptación de Dios de esta como ofrenda del pacto por medio de la sangre de expiación. “Entonces Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros…” (Éxodo 24:8; RV). Rociando con sangre sobre la gente indicaba participación en los beneficios del sacrificio. Indicaba limpieza del pecado para que la gente pudiera entrar en el convenio del pacto. Adicionalmente, rociando con sangre significa que rompiendo el pacto resulta en muerte.
El autor del libro de los Hebreos se refiere a una rociada cuando habla de los sacrificios del templo.
La sangre de machos cabríos y de toros, y las cenizas de una novilla rociadas sobre personas impuras, las santifican de modo que quedan limpias por fuera. Si esto es así, ¡cuánto más la sangre de Cristo, quien por medio del Espíritu eterno se ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte, a fin de que sirvamos al Dios viviente!...
Después de promulgar todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, Moisés tomó la sangre de los becerros junto con agua, lana escarlata y ramas de hisopo, y roció el libro de la ley y a todo el pueblo, diciendo: "Ésta es la sangre del pacto que Dios ha mandado que ustedes cumplan." De la misma manera roció con la sangre el tabernáculo y todos los objetos que se usaban en el culto. (Hebreos 9:13, 14, 19–21, énfasis añadido)
Hebreos continúa ilustrando que pasa cuando una persona se convierte a Cristo y es bautizada.
…Acerquémonos, pues, a Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe, interiormente purificados [rociados en griego] de una conciencia culpable y exteriormente lavados con agua pura. (Hebreos 10:22)
El autor de Hebreos también ilustra los privilegios espirituales en que hemos entrados por fe en decir hemos venido “a Jesús, el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel” (Heb. 12:24). La sangre rociada “habla mejor” de perdón para el creyente (Heb. 11:4) y de juicio para los malvados, en vez de un grito para venganza por el asesinato de Abel (Gén. 4:10). Nuestro perdón fue mediado por la sangre de Cristo de la cruz como señal de un nuevo pacto simbolizado en agua rociado en nuestro bautismo.
El bautismo de forma rociada simboliza visiblemente la limpieza interna de la conciencia del pecado, la vergüenza, y la culpabilidad. En el Antiguo Testamento solo el sacerdote mayor se lavaba ceremonialmente antes de entrar al Lugar Mas Santo en el templo. Pero ahora nosotros podemos entrar por fe como sacerdotes en la presencia de Dios por nuestro santo Sumo Sacerdote, Jesucristo, quienes sangre rociado limpia nuestras conciencias de obras que llevan a la muerte, para que servimos al Dios vivo (Heb. 9:11–14).
El profeta Ezequiel profetizo lo que el Señor haría por su pueblo, Israel.
Los rociaré con agua pura, y quedarán purificados. Los limpiaré de todas sus impurezas e idolatrías. Les daré un nuevo corazón, y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne. (Eze. 36:25, 26)
También lo vemos en la primera epístola de Pedro.
A los expatriados de la dispersión… elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo. (1 Pedro 1:1, 2; RV)
A través de la sangre rociada de Cristo, somos purificados de todo pecado (1 Juan 1:7) porque Cristo tomo el juicio que nosotros merecemos. Por este medio somos sellados en el nuevo pacto y entonces participamos en sus beneficios y obligaciones. Los elegidos de Dios no solo fueron entre los Israelitas, pero fue profetizado que el Mesías iba a “rociar muchas naciones” (Isa. 52:15; en Hebreo).

 
Soli Deo Gloria 

 bY LeMS

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“Cualquier hombre que piensa que es cristiano y que ha aceptado a Cristo para la justificación sin haberlo aceptado al mismo tiempo para la santificación, se halla miserablemente engañado en la experiencia misma”

Archibal A. Hodge

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