Por Loraine
Boettner
Tomado de su
Libro la Predestinación
Pág. 201-202
El sistema de
teología comúnmente conocido como el calvinismo o la fe reformada halló su más perfecta
expresión en la Confesión de Westminster. La Asamblea de Westminster fue
llamada a sesión por el parlamento inglés. Su trabajo se prolongó unos cinco
años y medio y concluyó en 1648. Dicha asamblea era un cuerpo representativo de
ciento veintiún ministros o teólogos, once lores, veinte miembros de la Cámara
de los Comunes, de todos los condados de Inglaterra y de las universidades de
Oxford y Cambridge, y siete comisionados de Escocia. Y sea que lo juzguemos por
el grado y la habilidad de sus labores o por su influencia sobre generaciones subsiguientes,
mantiene la primacía entre los concilios protestantes. La más importante producción
de la asamblea fue la Confesión de Fe, un inigualable compendio de verdad
bíblica y el más noble logro del mejor período del protestantismo británico.
Dicha Confesión ha sido justamente llamada la obra maestra teológica de los
últimos cuatro siglos. El Dr. Warfield ha dicho que la Confesión de Westminster
es "la más completa, elaborada y cuidadosamente redactada de todas las
confesiones; la más perfecta y la más vital expresión jamás escrita por mano de
hombre, de todo lo que compone aquello que llamamos la religión evangélica, y
de todo lo que debe salvaguardarse si es que la religión evangélica ha de
perdurar en el mundo".
El Dr. F. W.
Loetscher, en un discurso ante la Asamblea General de la Iglesia Presbiteriana
de los E.U., 1929, refiriéndose a la Confesión de Westminster, empleó frases
como las siguientes: "esa incomparable obra de genio religioso y teológico";
"ese nobilísimo producto del gran avivamiento religioso que llamamos la
Reforma; ese inigualable formulario que la cristiandad de habla inglesa, al
menos, ha llegado a considerar como la expresión más comprehensiva, precisa y
adecuada del evangelio puro de la gracia de Dios". Y en el mismo discurso
dijo, "Estoy consciente de que tal caracterización de estos venerables
documentos parecerá a muchos, aun a muchos a los cuales tengo el honor de dirigirme
en esta ocasión, como una exageración injustificada y quizá hasta como un
verdadero anacronismo, ya que la moda del día es la de minimizar la importancia
de los credos. Y nuestra confesión, como muchas otras, tiene que sufrir la
dolorosa experiencia de ser desacreditada aun en el hogar de los que profesan ser
sus adherentes".
El Dr. Curry,
quien por algún tiempo fue editor del "Methodist Advócate" de Nueva York, en un
editorial sobre credos, calificó a la Confesión de Westminster como, "el
más capaz, claro, y comprehensivo sistema de doctrina cristiana jamás formulado—un
maravilloso monumento a la grandeza intelectual de sus redactores".
En esta Confesión tenemos la más
sublime concepción de verdad teológica que jamás haya penetrado en la mente del
hombre. Como sistema exhibe mucha más profundidad de visión teológica que
cualquier otro, y es justamente merecedor del elogio de los siglos. Es un
sistema que produce hombres de sólidas convicciones doctrinales. La persona que
lo abraza posee una base doctrinal de gran firmeza y no será "llevado por
doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres, que para
engañar emplean con astucia las artimañas del error".
Pero, a pesar de
que la Confesión de Westminster es tan lógica, clara y comprehensiva en sus
afirmaciones, desafortunadamente es descuidada hoy día por los miembros y aun
por los ministros mismos de las iglesias presbiterianas y las reformadas.
"La Confesión de Fe", dice el Dr. Frank H. Stevenson, el primer
presidente de la junta directiva del Seminario Teológico de Westminster,
"aunque es parte de la constitución de la iglesia presbiteriana, se
encuentra abandonada y casi olvidada, aunque sin enmiendas ni alteraciones
durante estos veinticinco años de confusión doctrinal. La Confesión de
Westminster es el credo de la iglesia y cada una de sus líneas es un baluarte
valeroso. No sólo por ser lo que es, sino porque da todo el honor a Cristo, dicha
Confesión es un digno estandarte bajo el cual podemos continuar lo que Pablo proféticamente
llamó 'la buena batalla de la fe' ".» Con estas palabras estamos
totalmente de acuerdo.
Soli Deo Gloria
bY LeMS
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